En el lugar donde se mezcla la biotecnología con los aviones no tripulados para detectar enfermedades de las plantas hay quienes se detienen un instante y prefieren dejar testimonio de una historia que tiene un enorme impacto en el presente y en el futuro del país .

Esa presentación ocurrió en el stand de Don Mario, empresa que editó el libro La historia de la soja en la Argentina, su desarrollo e impacto socioeconómico. La obra, breve, repasa los orígenes del cultivo en el país y demuestra que no se trató de un mero boom surgido al calor de la explosión de la demanda internacional y del aumento de precios en la década pasada. En 1862 comenzaron las primeras siembras y le siguió un continuo esfuerzo de investigadores, productores, funcionarios públicos, empresas y comunicadores por lograr la inserción de un cultivo que ya en las primeras décadas del siglo XX se había detectado su importancia como alimento. Hay muchos nombres que son conocidos en el ámbito agropecuario de esa rica historia como los de los ingenieros Hugo Miatelo, Ramón Agrasar o Antonio Pascale, entre otros, que deberían ser conocidos por políticos, intelectuales o economistas que denostan, por desconocimiento o prejuicio, la importancia de la soja en la Argentina. Hoy, tras la siembra directa, la transgénesis y la formación de la cadena de valor, al cultivo todavía se lo acusa de "primario" y de ser el causante de los males de la economía. En vez de considerarlo como una plataforma para el desarrollo (el ciclo de rotación trigo-soja, la eficiencia de la producción de carnes en zonas más aptas, el desarrollo del biodiesel) se lo asocia al atraso económico.

"Quisimos aportar un testimonio a la historia de la soja porque lo que no se deja escrito no se recuerda", dijo Gerardo Bartolomé, presidente de Donmario Semillas y también protagonista de ese desarrollo, en la presentación.

Hoy la soja, en todas sus formas, representa el principal generador de divisas por exportaciones de bienes de la Argentina y para el Estado se convirtió en la principal fuente de ingresos fiscales por derechos de exportación. Por esa razón, cuando hay alteraciones en la comercialización hay funcionarios que comienzan a inquietarse. Le ocurrió al secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, hace unos días cuando citó a los exportadores para que le informaran sobre las existencias de soja y la evolución de las ventas. Se le dijo que había unos dos millones de toneladas de la campaña pasada todavía sin vender. A diferencia de ocasiones anteriores, Moreno les pidió amablemente a los exportadores que apuraran las compras.

Sin embargo, hay otros funcionarios que tienen una visión diferente. Se trata del responsable de la AFIP, Ricardo Echegaray, quien dijo que, en realidad, había cuatro millones de toneladas de soja sin vender y volvió a acusar a los exportadores de ser el sector con más "planificación nociva" y que afecta al "pueblo argentino". Los exportadores no le han contestado públicamente, pero reconocen que la AFIP tiene mejor información que ellos porque son los productores quienes deben informar a la AFIP sobre sus tenencias y no ellos. Respecto de las otras acusaciones, señalan que todavía está pendiente de resolución en la Justicia la controversia que mantienen con el organismo oficial por retenciones cobradas a raíz de la ley Martínez Raymonda.

Resulta curioso que dos funcionarios que hacen gala de la eficiencia en sus gestiones cuenten con datos discordantes. Como trasfondo, además, sí existe una realidad que tanto Moreno como Echegaray no deberían desconocer aunque públicamente digan otra cosa. Con una tasa de inflación, no oficial, que rondaría el 25 por ciento en el año y un tipo de cambio desdoblado, los productores tienen como única defensa de sus ingresos la posibilidad de vender soja a lo largo del año y en el momento más conveniente. Eso entraña riesgos si no se utilizan al mismo tiempo las herramientas de los mercados de futuros, pero en un contexto macroeconómico tan incierto los funcionarios se equivocan si intentan descubrir conspiraciones allí donde sólo operan mecanismos de defensa. Si fueran menos conservadores y más audaces, podrían corregir los errores de la macroeconomía y ver cómo el campo responde rápidamente a los estímulos positivos.

RESUMEN

25
Millones de toneladas

Es la estimación que de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires para la cosecha de maíz.

LA FRASE

Francisco de Narváez
Diputado nacional

"No hay nada más fácil que hacer producir al campo"