Algunos ya lo perciben, otros no lo quieren ver, pero ese fenómeno será consecuencia de una sucesión de adversidades, que comenzó con siembra tardía o no siembra de soja y maíz; siguió con tornados, granizo y sequía, y termina con lluvias tardías y retenciones a la exportación. Antes de eso hubo extendidos fracasos con la cosecha fina y, aun antes de eso, bajos rindes de la cosecha gruesa 2011/2012.
Como consecuencia de las distintas combinaciones de esos factores, unos pocos terminarán razonablemente el ciclo agrícola; muchos quedarán en una situación de utilidades bajas o nulas, y otros necesitarán capital externo para reiniciar el ciclo productivo. Muchos productores deberán destinar gran parte del importe cobrado a cancelar cuentas, tras lo cual quedará muy poco para vivir y afrontar los compromisos hasta el próximo ingreso importante, que será la cosecha fina. Explicado con menos palabras: la cosecha gruesa no moverá la aguja en la economía de muchos pueblos del interior durante 2013.
El panorama hacia adelante es complicado porque los granos se seguirán vendiendo a un dólar de tres o cuatro pesos, que se atrasa respecto de la evolución de los salarios, de la energía, de los combustibles y de otros costos que afrontan los productores. En consecuencia, una preocupación central de muchos agricultores será como defender esas escasas utilidades remanentes de la alta inflación que se prevé en 2013.
Le herramienta a la que se aferran los productores en esta situación complicada es el presupuesto económico-financiero. "Algunos lo hacen con computadora, otros con papel y lápiz, pero todos analizan cuántos quintales les van a quedar luego de pagar las cuentas; cuánto silo hay almacenado; cuántas jaulas de novillos se pueden cargar en los próximos meses, y cómo se debe transitar el largo período hasta el próximo ingreso importante", afirma un productor bonaerense.
Básicamente, quienes están en situación ajustada han guardado en un cajón las carpetas que reunían datos para nuevas inversiones en maquinaria o mejoras en el establecimiento. Por otro lado, con el escaso capital de giro remanente habrá que adquirir los insumos para las próximas siembras fina y gruesa. Sin embargo, los productores no muestran apuro, porque algunos insumos están bajando por la escasa demanda, como los fertilizantes: la urea se consigue US$ 580 por tonelada y el fosfato diamónico, a 660 dólares.
Tampoco están muy convencidos de tomar créditos para adquisición anticipada de estos productos, salvo con una herramienta que ofrezca varios meses sin interés, como las tarjetas agropecuarias.
Otros están pensando en agregar valor al grano remanente luego de la cosecha: en campos mixtos, arman corrales para terminar más rápido novillitos faltones y esperan, además, que el precio de la hacienda acompañe la inflación.
Una decisión que están empezando a madurar muchos es abandonar campos de dudosa fertilidad, que fueron alquilados caros. "Este año nos vamos a achicar en superficie agrícola en la Argentina, porque para que se justifique alquilar los mismo campos del año pasado y obtener una ganancia razonable deberíamos proponer quitas del 40 por ciento en el valor de los arrendamientos", calcula el titular de un pool que lleva a cuestas dos años de malas campañas y está reorientando sus esfuerzos hacia países limítrofes.