Tal vez el anuncio más importante del USDA durante el Agricultural Outlook Forum desarrollado la semana pasada en Washington DC no haya sido la firme demanda mundial de alimentos o los ajustados stocks del ciclo 2012/2013, sino la potencial caída de los precios de las commodities agrícolas, soja y maíz, principalmente. En los últimos años, el USDA siempre ha sido optimista en cuanto a la tendencia alcista de los precios en sus proyecciones de nueva campaña. Este es el primer año donde se proyecta una fuerte baja en el precio de los productos agrícolas con tanto convencimiento y detalles de la magnitud de la misma.
En esta oportunidad, el mismo Joseph Glauber, jefe de Economía del USDA, se encargó de pronosticar una fuerte caída en los precios del trigo, el maíz y de la soja durante la campaña 2013/2014. Por supuesto, todo depende del cumplimiento de las expectativas de siembra y producción que el mismo organismo está proyectando.
Para la nueva campaña, el USDA está proyectando un volumen de producción de maíz de 369 millones de toneladas, con un aumento de 95,2 millones respecto de la magra producción 2012/2013, de 273 mill./t. Respecto de la cosecha de soja estadounidense, el organismo proyecta un volumen de 92,6 mill./t, con un incremento de 10 millones con respecto de los 82 millones de la campaña anterior.
Tomando como base las proyecciones de producción antes citadas, el gran impacto que produjo el USDA es la tendencia negativa proyectada para los precios de la campaña 2013/2014, que entra en vigor con el ingreso de la nueva cosecha estadounidense, en septiembre próximo. El USDA proyecta una caída en los precios del maíz del orden del 33%, al pasar de US$ 284 a 190 por tonelada. Para la soja proyecta una caída en su precio del 26%, equivalente a US$ 140, al pasar de los US$ 525 actuales a US$ 385 proyectados para la nueva cosecha. Lógicamente, para que todo esto suceda los farmers tendrán que lograr las cosechas récord previstas.
Pero mientras tanto no deja de ser un alerta, pues si todo va bien en EE.UU. las chances de bajas son realmente muy altas. Y si tuviéramos que asumir que la baja proyectada se traslada al resto de los mercados y países exportadores, el sector agrícola -particularmente- de la Argentina podría entrar en una de las peores crisis de toda su historia. Pensar en un maíz de US$ 100 para producir en nuestro país y en una soja de US$ 200 implica, en la práctica, la quiebra del sistema productivo de la Argentina. Con este nivel de precios podemos anticipar que el 100% del maíz y el 80% de la soja son inviables, no solo desde el punto de vista de niveles mínimos de rentabilidad, sino de la sobrevivencia de ambos cultivos. Si el mundo ingresa en un periodo de precios bajistas, de la magnitud de la anunciada por el USDA, Brasil y la Argentina serán los principales países perjudicados.
En el caso de la Argentina, se podrá generar más rentabilidad si el Gobierno decidiera, por ejemplo, mejorar el tipo de cambio o ir a un esquema de reducción de retenciones. Desde el punto de vista del ajuste privado, el sistema de costos argentino deberá ir a un brutal ajuste, si lo que quiere es recuperar la competitividad en riesgo. El valor de los alquileres debería ser la primera variable de ajuste en la futura estructura de costos, los productores deberán ir a convenios donde tanto el dueño del campo como el operador del negocio compartan los riesgos; seguirán luego las bajas en el precio de los insumos y servicios, siempre en la búsqueda de la competitividad perdida.
Sin embargo, existen dos factores que pueden jugar contra la predicción bajista del USDA, por un lado los ajustados stocks finales que en el caso del maíz son los más bajos desde 1974, con apenas 50 días de consumo. Y el otro factor es el climático, hoy más del 50% de las zonas agrícolas de EE.UU. están sufriendo una severa sequía..