Guillermo Moreno viajó en secreto a los Estados Unidos para tratar un “perdón” del Fondo Monetario Internacional y evitar una sanción pública por la manipulación de las estadísticas en la Argentina. El “waiver” comenzó a discutirse a fines de noviembre, en otra misión que el secretario de Comercio encaró herméticamente. Moreno ya había viajado entre el 27 y el 28 de noviembre para entrevistarse con funcionarios de Washington y solicitar en nombre del Gobierno una dispensa del FMI.

Estuvo de incógnito, pero se sacó fotos en el subterráneo de la capital norteamericana que mostró en reuniones con íntimos.

La gestión va en línea con la necesidad de que el FMI postergara el tratamiento previsto para el lunes próximo.

Esta vez, Moreno no fue necesario: ayer el FMI se adelantó a convalidar el pedido. Otra cosa dejaba a Cristina Kirchner muy expuesta internacionalmente, en medio del grave conflicto con los fondos buitre y de la incómoda situación en el G-20. El hombre lo había admitido esta semana, antes de viajar. Habló con empresarios de confianza y les dijo: “Está en riesgo nuestra estrategia con los fondos buitre”.

Durante su viaje inicial de noviembre y en estas jornadas, Moreno habría estado en contacto con funcionarios de la Dirección Estadística del FMI, cuyo jefe es el inflexible Adelheid Burgi-Schmelz. También habló con los encargados del Hemisferio Occidental, liderado por Saul Lizondo. El funcionario fue a respaldar el pedido que instrumentó por escrito el delegado argentino Sergio Chodos. El FMI quería hablar con Moreno, porque es el responsable de manipular las estadísticas y disfrazar la inflación.

A través de semejantes dibujos, la Casa Rosada minimiza la pobreza y la indigencia y robustece el crecimiento.

Chodos elevó un “paper” a Christine Lagarde pidiendo un “perdón” del FMI y un plazo mayor para justificar los desmanejos estadísticos. En ese documento y en nombre de la Casa Rosada, se solicitaba que el lunes próximo, en la reunión de directorio del FMI, fuera postergado el tratamiento de la manipulación de estadísticas. El Gobierno alega que una condena del Fondo antes del 28 de febrero será utilizada por los fondos buitre para hundir a la Argentina en los tribunales de Nueva York.

Ayer mismo, el Fondo Monetario informó sobre una decisión política y a la vez salomónica. El lunes, la directora Lagarde presentará al máximo nivel del FMI el durísimo documento contra el INDEC . La intención consiste en complacer a los sectores intransigentes del staff y a los directores de Alemania, Francia y Holanda que impulsan sanciones contra Argentina. Es parte de la decisión no difundir el descalificatorio texto y postergar el inicio de sanciones hasta que, el 28 de febrero, falle el tribunal de Manhattan.

Así quiere evitar que Cristina Kirchner utilice al FMI para justificar problemas domésticos y lo acuse de estar en un complot contra su gestión.

De todos modos, directores como los de EE.UU. y China dejarían constancia de su descontento. Hay muy mal clima contra la Argentina y eso es algo que Moreno no logrará cambiar: allí su fama de duro pesa menos que nada.

El secretario de Comercio busca recuperar algún oxígeno político interno , tras el desaire que sufrió en Brasilia. El último viernes, la Presidenta evitó que participara de las negociaciones con Dilma Rousseff.

Fue un pedido de su colega que Cristina aceptó, pese a que Moreno formaba parte de la delegación.

El Gobierno de Brasil no soporta sus desplantes y cuestiona el nexo con el empresario paulista Paulo Skaf, enfrentado con Brasilia.

Cristina Kirchner aceptó la sugerencia, porque valora un gesto de Dilma. Fuentes empresarias insisten en que la presidenta del Brasil apoyó a su colega argentina en el intento por desbloquear el aislamiento político, en el peor momento del mandato de Cristina.

En tres semanas, Rousseff decidió mantener con ella dos reuniones bilaterales y programó otra para comienzos del mes que viene.

En Brasilia, trataron los múltiples conflictos en la relación común. Brasil reclamó por medidas que le ocasionan pérdidas millonarias en el comercio y por las firmas radicadas en Argentina.

Siete ministros y dos secretarios de Estado del Gobierno participaron de la cumbre.

Cuando se habló de las controversias comerciales, Cristina evitó que Moreno ingresara a la reunión y convocó sólo a Beatriz Paglieri.

El caso fue comidilla dentro del mismo Gobierno. De regreso, el avión parecía un hervidero. Hernán Lorenzino, Héctor Timerman y Julio De Vido dejaron trascender el episodio para burlarse del derrape de Moreno.

El secretario de Comercio respondió con la sobreactuada reunión para propiciar un supuesto “pacto social”. Se trató de un encuentro armado por el empresario Rubén Cherniajowski, quien apareció junto a Moreno. Cherniakowski habló como si fuera un funcionario y hasta llegó a decir que la iniciativa “tenía el aval de Cristina”.

Pero generó poco entusiasmo, salvo en dirigentes como Carlos Bulgheroni, Juan Lascurain y Juan Sacco. La CGT oficialista no convalidó nada.

Existe escepticismo en la UIA, porque consideran que la movida está claramente asociada al intento de Moreno de avanzar sobre las posiciones de De Vido y Carlos Tomada.

Otra prueba de las peleas internas quedó en evidencia ayer, en la celebración del Día del Petróleo.

Axel Kiciloff no dejó que hablara Miguel Galuccio, el jefe de YPF, pero su discurso sólo cosechó recelo entre los petroleros . El viceministro ensayó frases grandilocuentes y afirmó que la Argentina iba a provocar “envidia” en América latina. Aunque falló en lo esencial: nunca explicó con qué recursos se recuperará el autoabastecimiento.