Con las movilizaciones del jueves a la noche, en varios puntos del país, la gente reclamó a la Presidenta que ocupe su espacio y no el de todos.
Y a la oposición le exigió que aprenda a ocupar el suyo, que madure, que sepa representar a quienes la convocan.
La gente hizo oír un repertorio de principios y no sólo de necesidades económicas, aunque a éstas se las ignore en el poder tanto como a esos principios.
La gente reclamó instituciones sólidas; desarrollo y libertad de expresión. Le dijo no al miedo y sí a la convivencia. No al delito y sí a la ley. No a la mentira y sí a la verdad.
Pidió ser gobernada y no sometida. Más aún: dejó bien claro que no se dejará someter. Exigió que renazca la democracia auténtica y se ponga un punto final a la simulación.
Dos notas sobresalientes. Una: los jóvenes. Fueron una notable mayoría entre los manifestantes. Otra: un vallado que impedía el acceso de la gente a la Plaza de Mayo.
El mensaje fue claro: el poder hizo saber que la plaza tiene dueño.