En la Argentina tienen una larga tradición: las gigantescas manifestaciones de fines de 1983, en favor de la democracia, o las reducidas y heroicas marchas de las Madres de Plaza de Mayo durante la dictadura.

Anteayer fueron pocos concurrentes, en relación con las grandes jornadas del pasado, pero muchos si se considera que no hubo convocatoria institucional y que se dieron en todo el país. No es fácil definir la motivación de cada asistente. Seguramente, hubo motivos pequeños o mezquinos. Pero todos expresaron una insatisfacción con el Gobierno y con su política actual. Casi una señal automovilística: "Detenerse".

El futuro definirá su importancia. Quizá sigan otras movilizaciones, con convocantes definidos, una concurrencia multiplicada y consignas más precisas. Probablemente la consigna unificadora será la oposición a la reelección presidencial. Sumará a quienes siempre se opusieron a los Kirchner, y a quienes, aún apoyándolos, consideren que la perpetuidad en el poder conduce a algún tipo de degeneración democrática.

La calle habló, con más emoción que claridad. Ahora necesita voceros que precisen su sentir.