Terneros que no pueden sobrevivir, cultivos de trigo y cebada en peligro y la incertidumbre de no saber cuándo se pueden volver a poner en producción las tierras anegadas son las caras de un drama que parece conocido. Hace nueve meses otras zonas de la provincia padecían el fenómeno inverso: una feroz sequía que dañó las cosechas de maíz y de soja. En ambos casos se padece la deficiencia estructural de las obras que no se han concluido, como las del Plan Maestro de la cuenca del río Salado (ver página 6) y de la falta de una cobertura global de seguros que sirva para mitigar el daño económico.

El riesgo inherente a la producción agropecuaria de la variable climática parece ser soslayado por el poder político. No por las áreas de Agricultura, en la Nación, o de Asuntos Agrarios, en la provincia de Buenos Aires, sino por sus máximos responsables. Un fenómeno climático de esta magnitud no sólo afecta al bolsillo del productor, también a la comunidad que lo rodea.

Hay acciones que no son complicadas de hacer y sin embargo no se hacen. Como la de firmar decretos que pueden permitir diferir el pago de impuestos provinciales y nacionales. Lo recordó la Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa (Carbap) en la reunión de la Comisión de Emergencia y Desastre Agropecuario de la Provincia de Buenos Aires (Cedaba) que aún no tenían la firma del gobernador Daniel Scioli los decretos que convaliden cinco actas del organismo entre mayo y agosto pasado. El vicepresidente de Carbap, Juan Balfour, advirtió que "están llegando boletas de ARBA de campos que están bajo el agua, sin producción, con enormes pérdidas y el productor se ve imposibilitado de acogerse a la emergencia porque los decretos no están firmados, es una burla".

Es curioso que ante advertencias de ese tipo no se escuchen las voces de quienes hace unos meses defendían el impuestazo bonaerense con el argumento de que las tierras habían aumentado su valor en dólares en pocos años. Ni funcionarios ni analistas económicos que en aquellos días difundían la imagen del "efecto riqueza" del campo parecen ahora preocupados por las consecuencias de la inundación.

Aunque el clima no da respiro, las oportunidades para que la producción crezca están al alcance de la mano. Con una cotización del maíz que supera los US$ 200 la tonelada el Gobierno podría incentivar la siembra del cereal, financiando la compra de semillas y fertilizantes para que la soja no se lleve todo. El analista del mercado de granos Adrián Seltzer destacó que hay zonas maiceras que tuvieron una mala campaña en el verano y quedaron descapitalizadas.

Quizás si la presidenta Cristina Kirchner dejara por un segundo de felicitarse a sí misma por una supuesta cosecha récord de maíz, que todavía no se sembró, y se pusiera a trabajar con una perspectiva de mediano plazo, la situación para el campo sería diferente.

RESUMEN

12%

Caída en maíz

Es lo que estima la Bolsa de Cereales de Bs. As.; hace un mes calculaba una baja de un 20%

LA FRASE

"No hay pasto y anuncian lluvias. Nuestro pueblo vive de las vacas"

Alejandro Celillo

Intendente de Gral. Alvear