La naturaleza y el clima son implacables y cuando sus efectos son negativos para la actividad agropecuaria, éstos son más desastrosos aún cuando faltan obras de infraestructura y políticas de asistencia en tiempo y forma.

En su último informe para la Bolsa de Cereales de Buenos Aires el climatólogo Eduardo Sierra indicó que "las precipitaciones de agosto pusieron en evidencia el avance en el desarrollo del episodio El Niño". No obstante, advierte que debe tenerse en cuenta que aún subsiste una fuerte acción residual del episodio La Niña, que afectó a las dos campañas anteriores, por lo que el proceso será irregular, pudiendo darse el caso de lapsos cálidos y secos.

Pero lo cierto es que durante el último mes llovió y mucho en la pampa húmeda ocasionando graves pérdidas, tal como se indicó esta semana en la Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa (Carbap).

Reveló la entidad que en el centro oeste bonaerense hay 10,5 millones de hectáreas anegadas o bajo agua un tercio de las hectáreas totales en la provincia, y las pérdidas en el agro se calculan entre 4500 y 4800 millones de pesos.

El fenómeno afecta a la ganadería por mortandad de animales y praderas destruidas; a la agricultura (hay un 10% del trigo sembrado en el Sudeste que está dañado y corre riesgo la siembra de maíz en siete distritos que producen 4 millones de toneladas) y a los tambos.

Las lluvias del último mes llegaron a duplicar los promedios históricos. Según datos de la Sociedad Rural Argentina (SRA) los últimos informes indican, entre otros, los siguientes registros: Saladillo 200 milímetros; Navarro, 200/ 250; 25 de Mayo, en lo que va del año las lluvias alcanzaron los 1026 milímetros; Bolívar, 200; General Lamadrid, 208; Coronel Suárez, 168, Laprida, 210, y en Nueve de Julio, 154 milímetros. En tanto que en Azul cayeron 300 milímetros en agosto y mil en lo que va del año.

Esta semana el ministro de Asuntos Agrarios bonaerense, Gustavo Arrieta, encabezó la reunión de la Comisión de Emergencia y Desastre Agropecuario provincial, donde se decidió declarar y prorrogar los estados de desastre y emergencia agropecuaria en varios distritos .

Pero desde el sector no ven en esto una solución definitiva, porque en muchos casos estas medidas disponen postergación de impuestos. "La única solución que puede dar el Gobierno para aquellos que están inundados es eximirlos de los impuestos nacionales y provinciales y además ofrecer créditos a tasa cero, porque los productores no tienen capacidad de pago", dijo el economista jefe de la SRA, Ernesto Ambrosetti.

La mayor parte de los productores reclaman, además, la construcción de obras hidráulicas para mitigar el problema, como la del Plan Maestro del río Salado, aún en ejecución . "Va lento; más lento que las aguas", ironizó Juan Pedro Merbilhaa, ex presidente y asesor jurídico de Carbap y conocedor del tema (ver recuadro).

Estrategias

Juan Balsategui, del CREA Necochea-Quequén dijo que en los cultivos de invierno que usualmente se implantan en esa zona, como trigo y cebada, hay pérdidas como consecuencia de encharcamientos e inundaciones por rebalses de canales. Con respecto a sus estrategias, admite que está esperando que el agua escurra rápido para comenzar con la siembra de granos gruesos.

Por otro lado, el productor destacó la importancia de la siembra directa en el uso del agua. "Gracias a que hoy tenemos el 90% de los campos con siembra directa, la infiltración se ha favorecido mucho más que cuando se hacía labranza convencional, que generaba pisos de arado y otras capas compactadas en el suelo", explicó.

Por su parte, Luis Dillon afirmó que en un establecimiento que administra en Pehuajó, en otoño había cosechado el 40% del maíz y de la soja sembrada en 2011, porque el resto se perdió.

Respecto de los planes para la campaña de granos gruesos Dillon dijo que por ahora es imposible sembrar los lotes de maíz.

Los tambos del oeste de Buenos Aires también están muy afectados, sostuvo Dillon. "Un productor de leche de Girondo tuvo que sacar toda la hacienda y salir a capitalizar, al quedarse sin forraje y al no poder entrar con los camiones a retirar la leche ", señaló.

Según Germán Paats, presidente de la Sociedad Rural de Tapalqué, las pérdidas por las inundaciones en esa zona ascienden a los 150 millones de pesos, por mortandad de vacas (1500), terneros (22.000), pérdida de praderas y problemas para la agricultura.

Andrea Passerini, productora tambera y delegada ante Carbap de la Sociedad Rural de Carlos Casares, contó que en ese partido "más del 80 a 90%" de los campos están afectados. "La situación es calamitosa; perdimos la fina y la gruesa y los tambos están complicados", precisó.

"La situación de los campos ganaderos de la Cuenca del Salado es desesperante", definió José Bustingorri, miembro del CREA Arroyo Las Flores. "Hemos debido concentrar todas las vacas en el 10-15 por ciento del campo que quedó libre de agua, lo que destruye las pasturas y provoca todos los problemas derivados del hacinamiento de hacienda", resaltó. "Las vacas están recién paridas y dejan el ternero en la loma y se meten en el agua para tratar de comer algo.En algunos campos hay silos bolsa con grano que no se pueden aprovechar", concluyó.

Crece la contratación de seguros

El año pasado se cubrió el 55 por ciento del área sembrada

Una herramienta que tiene el productor agropecuario como para enfrentar contingencias climáticas son los seguros, dijo el ex presidente de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA) y asesor privado Arturo Navarro. Al referirse a datos de la Superintendencia de Seguros de la Nación, dijo que durante 2011 se cubrió 55% del área sembrada del país. Sin embargo, el productor Santiago del Solar dijo que los seguros son muy útiles como recurso financiero, "pero no reemplazan la producción perdida". Al mismo tiempo, Navarro criticó un proyecto que propicia el Gobierno para instalar un seguro multirriesgo obligatorio. "En ninguna parte del mundo los seguros agrícolas son obligatorios", se quejó.