El desplazamiento de la ganadería hacia zonas extrapampeanas es una realidad cada vez más palpable, y en el caso del norte argentino, los productores apuestan a intensificar esta actividad de la mano de precios favorables y como una forma de integrar de manera eficiente su esquema de trabajo.

Con márgenes de rentabilidad tentadores, estos ganaderos apuestan a crecer puertas adentro, y en el caso de productores mixtos, con una premisa básica: que el mayor porcentaje posible de grano salga de sus establecimientos convertido en carne.

Ante este escenario, los productores ganaderos del NOA y NEA orientan sus esfuerzos a adquirir escala de trabajo, para poder integrar de manera eficiente su producción de granos. En esta ecuación, las distancias con los principales puertos de comercialización y los muy buenos precios de la hacienda terminan de volcar la balanza hacia el lado de la intensificación.

En la localidad chaqueña de Colonia Elisa, el ingeniero agrónomo Martín Goujon transita esta dirección. Tras finalizar en 2004 sus estudios universitarios en agronomía, y trabajar durante un tiempo como representante de ventas de una firma de insumos, ingresó al negocio familiar.

En la actualidad, trabaja sobre un esquema mixto en el establecimiento Goujon Hermanos, que abarca 900 hectáreas, en donde la mitad de la superficie se destina a maíz, sorgo y soja, y la superficie restante alberga un rodeo de 1.500 bovinos, que se divide entre una superficie destinada a recría y un corral de terminación.

Como particularidad, siembran híbridos templados de ciclo intermedio a corto de maíz en agosto, y luego de la trilla en enero del cereal, inmediatamente siembran soja. Los rindes se ubican de acuerdo a los promedios de la región, sobre los 5.000 kg/ha para cereales y entre 2.500-3.000 kg/ha en la oleaginosa.

Y enseguida comprendió cuál es la dirección a seguir. “Mi visión apunta a intensificar e integrar y como empresa queremos seguir creciendo en base al engorde a corral”, sostuvo Goujon. En la actualidad, el 60% de la producción de cereales se destina como alimento para el rodeo bovino, y en el mediano plazo apuntan a que la producción total de cereales esté enfocada con este objetivo.

En este punto, el ganadero hace cuentas y se entusiasma. A un consumo de 8 kg/día, necesitaría un rodeo de 2.700 animales para destinar toda su producción de maíz y sorgo para sostener una dieta a esa escala. “Si bien es un horizonte ambicioso, creo que es alcanzable. En la actualidad, si bien un productor de 400 hectáreas de maíz es chico, para que los animales coman esa cantidad hay que convertirse en un gran ganadero”, proyecta.

El circuito productivo comienza con la compra de terneros, que de acuerdo a su peso de entrada tienen dos destinos. Luego de un período de adaptación de 20 días, en donde los animales se acostumbran a comer grano y se implementa un plan sanitario que incluye dos vacunaciones, se los divide en dos rodeos. En esta primera etapa, la dieta de los bovinos consiste en silo de maíz, expeller de girasol y núcleo mineral.

Aquellos animales con un peso inferior a los 180 kilos son trasladados a un campo de recría y los de 180-200 kilos ingresan directamente al feedlot, que cuenta con una capacidad de encierre de 600 animales.

La superficie de recría abarca 380 hectáreas, que trabaja con una alta carga animal por hectárea y contiene alrededor de 900 animales. En invierno, cuentan con una suplementación del 2%. “Cuando avancemos con la siembra de pasturas megatérmicas, realizaremos mayores inversiones en producción de forrajes”, estimó.

La base para alimentar esta fase de recría ganadera está constituida por pasto estrella y dicantio. En esta etapa, se implementa un pastoreo rotativo semi intensivo, con piquetes promedios de 30-40 hectáreas con una alta carga instantánea. “En una segunda etapa, la idea es avanzar sobre bajos con alguna pastura adaptable en la zona, como grama rhodes”, señaló.

En esta etapa de recría, el objetivo es que los bovinos ganen por día entre 600 y 800 gramos, y para cubrir la disminución forrajera en invierno, se realiza suplementación. “Elegimos a los animales más chicos, y el objetivo es que crezcan sin engrasar”.

Dentro de esta superficie de recría, existen suelos de mejor aptitud agrícola, en donde con drenajes de suelos se puede llegar a sembrar soja. En este sector, la estrategia consiste en efectuar un cultivo de verano sembrado en diciembre y cosechado en mayo, rotando con praderas de invierno. “En esta zona es difícil el tema verdeos, y cuando obtengo melilotus, selecciono un lote de animales de los más pequeños y entran a recría, con una carga de 2,8 EV/ha”, detalló Goujon.

En la etapa final, el corral cuenta con una capacidad de encierre de 600 cabezas, con una dieta basada en expeller de girasol y grano húmedo de maíz, con una ganancia diaria de peso de 1-1,2 kg/día.

Este sistema está dando sus primeros pasos en Goujon Hnos. Antes, los animales se terminaban a campo con suplementación. “El encierre es más ordenado, buscamos ser eficientes en el pastoreo, aprovechar el pasto al máximo y terminar a corral. El secreto pasa por no hacer algo intermedio, hay que fabricar mucho pasto y consumirlo”, remarcó.

Cuando en la zona de Colonia Elisa se siente la escasez de forraje, Goujon aprovecha la máximo sus reservas y compran en la zona vacas de poco diente. Las adquieren a buen precio, la engordan y con el cambio de categoría obtienen una buena diferencia.

De esta manera, en el norte argentino la ganadería se perfila cada vez como una buena oportunidad de negocios, de la mano de la intensificación e integración de los esquemas productivos.