Este volumen de granos perdido, equivalente a casi cinco cosechas argentinas del cereal, acentúa la preocupación global por el encarecimiento del valor de los alimentos iniciado a fines de mayo pasado, que alcanzaron una tendencia alcista récord el mes pasado.

En este nuevo escenario, a la Argentina, que es el segundo exportador mundial de maíz -detrás de Estados Unidos-, se le presenta una mejor oportunidad de negocios, no sólo por el volumen que podrá colocar en destinos habitualmente ajenos, sino por los mejores precios vigentes.

Sin embargo, el beneficio potencial sería limitado, sobre todo si se cumple la proyección de precampaña hecha el martes pasado por la Bolsa de Cereales de Buenos Aires. Según sus cálculos, la siembra 2012/2013 de maíz en la Argentina ocupará 3,1 millones de hectáreas, un 20% por debajo de la superficie implantada en el ciclo anterior.

Es cierto que aún restan algunas semanas para que las máquinas entren a los campos para iniciar la siembra, por lo que todavía hay posibilidades de que ese recorte pueda revertirse, al menos parcialmente.

En ese sentido, la apertura de un saldo exportable por 15 millones de toneladas de maíz, anunciada por la presidenta Cristina Kirchner el mes pasado, revitalizó el mercado local y potenció los precios.

Ahora, si además del incentivo de mejores cotizaciones, mejora la situación hídrica, aún deficitaria en varias regiones del país, la intención de siembra podría incrementarse.

En ese caso, habría una mejor cosecha que posibilite capitalizar los altos precios internacionales, que, en opinión de los especialistas, tenderían a sostenerse hasta agosto/septiembre de 2013, cuando ingrese la próxima cosecha del hemisferio norte, que necesariamente deberá cubrir el fracaso de la campaña actual.