El factor clave que genera la competitividad, es el conocimiento. Los que potencian y agregan valor a ese conocimiento, son los profesionales del agro, agroalimentos y agroindustria.
A lo largo de las últimas tres décadas, se han ido produciendo cambios muy importantes en la evolución del conocimiento aplicado al campo y la agroindustria. Un puente estratégico se fue construyendo entre productores y profesionales. La utopía del aporte de las ciencias agrarias al campo dejó de ser solo teoría aprendida en las universidades, para transformarse en una realidad de valor cuantificable. Es así que poco a poco se fue originando el concepto de “ciencias agroindustriales”, desde una perspectiva más amplia y generosa, en donde se potencian en red siete áreas del conocimiento: agronomía / ciencias agrarias, forestal; mecanización; zootecnia; economía y administración agropecuaria; alimentos; y gestión ambiental.
Esta visión amplificada, nos permite evaluar y dar valor al “capital humano” con el que cuenta un país como la Argentina, que por ventajas comparativas (climas, agua, aire y suelos), ha generado ventajas competitivas, que hoy le permiten estar en la primera línea de la competitividad internacional. La gran oportunidad para generar riqueza sustentable que pueda fluir en toda la sociedad, se encuentra en dos vertientes: 1) la captura de las necesidades de productos agroalimentarios y agroindustriales de alto valor, que el mundo demanda, y 2) en cómo apalancar el “conocimiento agroindustrial existente”, potenciando todo su capital humano profesional.
Grandes demandas
Hay cifras que por su magnitud nos dejan impresionados. Hace poco un trabajo divulgado por la empresa BASF, destacaba por un lado la increíble demanda actual y potencial en materia agroalimentaria, y por el otro, la responsabilidad que eso significaba para un país como la Argentina. Algunos datos para imaginar estos escenarios.
• hoy somos 7.000 Mill. de habitantes, y en el 2050 seremos 9.200 Mill.
• en los últimos 30 años Argentina triplicó la producción de alimentos agrícolas
• utiliza solamente el 13% de sus suelos
• entre 1990 y 2010 la superficie sembrada aumentó un 50%
• la producción lo hizo, pero en un 270%
• los rendimientos aumentaron 3,1 veces
Después de esta información surge la pregunta: ¿quiénes van a alimentar al mundo? Una pista, en el 2010 exportamos por un valor de $148.547 Mill., lo que representa un 56% del ingreso de divisas al país; un 33% del PBI, y lo que es muy importante, la fuente de 1 de cada 3 empleos.
Agro + agroalimentos + agroindustria
Fruto de toda esta “competitividad” estructural, nuestro país produce hoy alimentos para 430 Mill. de personas; lo que representa 10 veces su población En estos últimos 30 años, como lo demuestra la información, la tecnología aplicada generó estos altos niveles que nos colocan en los primeros puestos de competitividad país. Pero todavía se puede hacer mucho más.
Algunos especialistas como Juan Llach, nos desafían a “deschinizar” nuestras cabezas, y empezar a trabajar estrategias productivas y comerciales, conducentes a alcanzar mercados como el sudeste asiático, y países del Golfo Pérsico y del norte de Africa. El 75% del crecimiento total de la población de clase media en los próximos 30 años, que consumirá alimentos con mayor valor, se dará en países emergentes, sin contar en estos datos a India y China. Se estima que Singapur y Brunei llegarán a ingresos per cápita superiores a los U$S 34.000 por año. Los países del Golfo requerirán cebada, queso, arroz; Japón productos orgánicos; Sudáfrica maquinaria, carne y aceitunas, Rusia productos alimenticios manufacturados, malta, algodón y tabaco; y surgen muchas oportunidades agroindustriales más, exploradas por la Fundación Exportar y por especialistas independientes.
Para interpretar estas oportunidades, desarrollar estos mercados, y bajar las tendencias a la acción, hará falta “conocimiento agroindustrial potenciado”. Se requerirán profesionales del agro, con visión productiva, y en agronegocios, comercialización y gestión agropecuaria de nuevas empresas y emprendimientos dinámicos y creativos.
La “nueva visión” competitiva país, se basa en una lectura en cadena que comienza con la investigación que da origen a los insumos y tecnologías aplicadas, luego a las técnicas de manejo a campo y en producciones intensivas. Pasa por las fases de transformación primaria, hasta llegar a procesos industriales y comerciales más complejos, y desencadenan en millones de tiendas, comercios, supermercados, shoppings y cualquier otro espacio de contacto entre oferta y demanda. En cada una de estas cientos de etapas hay. “procesos” que realizar y controlar, y mucho “conocimiento” para generar y aplicar.
Profesionales en redes colaborativas
Hay una gran cadena con múltiples áreas de interés entre las profesiones y tecnicaturas, que interconectan a las citadas siete áreas del conocimiento. En todos estos agro-procesos involucrados, hay un profesional que está “creando valor”. Los profesionales del “agro + agroalimentos + agroindustria”, hacen investigación, diseñan y manejan procesos, planifican, trabajan en función de las óptimas relaciones costo / resultados. Se enfocan en la sostenibilidad productiva y medio ambiental; piensan, imaginan y desarrollan cosas nuevas, para que finalmente la agroindustria en su conjunto, tenga un importante rol en nuestro país.
Cuando uno se imagina el “futuro crecimiento” que deberemos realizar en esta segunda década del tercer milenio, caemos en la cuenta que “hay paradigmas del pensamiento”, que deben cambiar. Que deben acomodarse a estas nuevas realidades, demandas y responsabilidades, ante una humanidad que sabe y espera que seamos “fuentes confiables” de sus demandas agroalimentarias. Las nuevas generaciones lo tienen más claro al tema, dejan sus preconceptos, y “avanzan hacia adelante”. El escenario, y sus esquemas de pensamiento, son diferentes al de los profesionales de los ´60 a los ´90.
El rol de las instituciones profesionales
Cada vez queda más claro que países fuertes, requieren de instituciones fuertes, dinámicas, modernas, flexibles pero con rumbos precisos, y adaptadas a los nuevos tiempos. La generación denominada Baby Boomers o de post-guerra, se crió con la llegada de la televisión en blanco y negro. La Generación X que los siguió, ya fue testigo de la llegada y el crecimiento de las computadoras. La Generación Y de la que tanto se estudia hoy, y que representa a los más jóvenes, nacieron conectados a la tecnología, y esto no es menor pues impacta en su forma de “aprender” y de “colaborar”. Mientras que las generaciones más grandes aprendían en aulas y con conferencias presenciales, los Gen Y prefieren “entretenimiento con aprendizaje”, “virtualización”, “simulaciones e interactividad en los procesos de aprendizaje”, y procesos más creativos para aprender.
La gran pregunta para prepararnos a los nuevos desafíos es, ¿qué instituciones y lógicas de pensamiento y trabajo tienen los profesionales, técnicos y productores de 25 a 40 años?, ¿seguirán con las quintas amuralladas, o preferirán interactuar sin límites pero con “respeto colaborativo” por los demás? Para tener un verdadero “conocimiento profesional potenciado”, las instituciones de esta gran cadena agroalimentaria y agroindustrial, como son las Universidades, consejos profesionales, y espacios de afinidad, deberemos interpretar estos cambios internos, para estar bien preparados a estas grandes oportunidades que nos presenta el mundo, y así “potenciar nuestro conocimiento agroindustrial”.
Por Ricardo Bindi – Revista Agromercado – Noviembre 2011