El desarrollo del sector biotecnológico en la Argentina, responde, en gran medida, al peso que tienen las pymes y su aporte en la agregación de valor. Los últimos relevamientos indican que nueve de cada diez firmas que desarrollan productos o servicios biotecnológicos son micro, pequeñas o medianas empresas, y además, con una notoria tasa de supervivencia.
Este es un terreno en el que claramente la Argentina no ha perdido el tren del desarrollo. “La biotecnología en el país no tiene vuelta atrás porque las empresas (semilleras, de genética animal, biocombustibles) ya la han incorporado a sus procesos productivos y de mejoramiento continuo. Además, hoy los mercados demandan este tipo de productos”, asegura Gabriela Levitus, directora ejecutiva de Argenbio. En el país, el 100% de la soja es de origen transgénico, al igual que el 87% del maíz y el 94% del algodón.
Alberto D’Andrea, director de la Licenciatura en Biotecnología de la UADE, señala que “hoy ya se están venciendo las primeras patentes biotecnológicas y entonces surge un mercado de biosimilares (genéricos)”.
–¿Por qué hay tantas pymes en biotecnología? , le preguntó iEco .
Este es un sector altamente dependiente del conocimiento. La mayoría de las empresas biotecnológicas nacieron de un grupo de investigación y desarrollo, y alguien que puso US$2 o 3 millones. Después sigue creciendo o las termina comprando una empresa grande, porque a éstas les cuesta más hacer el desarrollo.
D’Andrea rescata, además, la baja tasa de mortalidad de estas pymes. Dice que “no mueren rápido porque teniendo el conocimiento se puede cambiar rápidamente de un producto a otro”.
De acuerdo a la Segunda Encuesta Nacional de Empresas de Biotecnología (parte de un estudio sectorial que hizo la CEPAL), en la Argentina existen 120 empresas dedicadas a la producción de biotecnología, que en conjunto facturan unos $3.200 millones (sin contar biocombustibles). Emplean a 8.000 personas, de las cuales 3.100 son investigadores y técnicos especializados. De las 120 firmas, 58 son microempresas, 52 son pymes, y sólo 10 califican como grandes.
El dato clave es que el sector invierte un 5% de las ventas en investigación y desarrollo (I+D), un porcentaje mucho mayor que el conjunto de la industria, que ronda el 0,2%, según el estudio.
“La biotecnología en la Argentina es un sector en formación pero muy dinámico. No está para nada excluido de los desarrollos que hay a nivel mundial, aunque no está entre los países más avanzados”, afirma Roberto Bisang, investigador del Instituto Interdisciplinario de Economía Política (Facultad de Ciencias Económicas de la UBA y Conicet) y uno de los autores del estudio de la CEPAL.