Por Silvia Naishtat
Y también las provincias, participadas con el 30% de lo que se recauda en soja.
Pero llama la atención sobre qué pasaría si se cortan de cuajo. Y argumenta que
habría que mantener un diferencial para que la soja se siga convirtiendo en
aceite, el trigo en harina y el maíz en carne de cerdo, pollo o vacuna. Claro
que este incentivo para la industria, si la alícuota es elevada, como ocurre
desde fines de 2005; castiga el uso de tecnología y desalienta el trabajo en el
campo.