El año pasado, un productor ganadero bautizó a su toro como Cleto, el segundo nombre del vicepresidente de la Nación, Julio Cleto Cobos. Eran los tiempos en que el impacto de aquel voto “no positivo” para la resolución 125 que aumentaba las retenciones a las exportaciones agropecuarias había convertido al dirigente radical de Mendoza en el gran favorito de las distintas vertientes políticas y sociales que confluyen en ese extendido y complejo sector conocido como el campo.
Las cosas fueron distintas en esta semana que transcurrió. Cobos no pasó por los stands de la Exposición Rural del Bicentenario, que termina mañana. Una gripe lo alejó en estos días de la política pero lo cierto es que los toros jóvenes ya no llevan su nombre. Y al igual que Cobos, los principales dirigentes de la UCR no se dejaron ver en las tribunas desde las que el titular de la SRA, Hugo Biolcati, habló de “un país vapuleado por la corrupción y la pobreza”. Los radicales sabían de la dureza del discurso del último sábado por anticipado.
Es cierto que varios de sus legisladores más importantes participaron del debate por el futuro de las retenciones que se dio el martes en la Rural y que se volvió a verlos al día siguiente almorzando en ese centro de negociaciones políticas y económicas en que se ha convertido el restaurante central de la exposición. Pero la tribuna es otra cosa. En los oídos radicales aún resuenan aquellos abucheos y silbidos que los ruralistas le dedicaron a Raúl Alfonsín en 1988, cuando su gobierno empezaba a caer víctima de sus propios errores en materia económica y de los precios muy desfavorables que el campo tuvo en los mercados internacionales.
Con tanta agua que ha pasado bajo el puente, habrá tal vez entre los productores agropecuarios quienes piensen que la intemperancia con Alfonsín fue excesiva. Se lo silbó mucho más al entonces presidente que el sábado al secretario de Comercio kirchnerista, Guillermo Moreno.
Con la ausencia radical y el clima anti K del ruralismo, fueron más visibles las presencias de peronistas federales y macristas. Mauricio Macri, Eduardo Duhalde, Francisco de Narváez y Federico Pinedo fueron las figuras más relevantes de dos sectores políticos que se miran de reojo para las elecciones del 2011. No es que estos dirigentes (sobre todo los peronistas) no mantengan algunas disidencias con los sectores ruralistas más radicalizados, pero los gestos elocuentes de Biolcati a favor de la unidad de la Mesa de Enlace y sus palabras dirigidas al titular de Federación Agraria, Eduardo Buzzi, amalgamaron a este sector de la oposición que quiere pelearle a los Kirchner el voto del campo, el mismo que votó masivamente a Cristina en 2007 y que se dispersó en las elecciones legislativas del año pasado.
Los estadísticos calculan el voto del campo en un 20% del electorado nacional. Los Kirchner perdieron el favor de ese sector por estimagtizarlo en términos sociales e ideológicos y creer (o hacer creer) que en haras de la confrontación se puede simplificar a una parte de la compleja sociedad argentina. Oficialistas y opositores harían bien en extraer para el futuro una lección de este banco de pruebas.