A la par del asfalto hay un listón verde que recorre kilómetros. Ese tapizado verde que los automovilistas ven a través de sus ventanillas cuando transitan por la autopista Santa Fe-Rosario no es otra cosa que soja. Según cálculos de la Secretaría de Medio Ambiente, esa franja cultivada con la oleaginosa ocupa una superficie de unas mil hectáreas, un espacio de tierra que muy pocos terratenientes poseen en el centro-sur de la provincia, donde el valor de la unidad oscila entre los 10 mil y 12 mil dólares.

Actualmente, esa parcela de tierra es explotada por productores que tienen campos a lo largo de la ruta, y por los municipios, que acuerdan a través de un convenio cómo repartir los gastos y la renta. Ese convenio entre el “permisionario” (el productor) y las comunas para explotar las banquinas con soja surgió de las pautas que estableció la concesión de la autopista, que hace 15 años se otorgó a Aufe.

La idea del gobierno actual es que a lo largo del camino crezcan ahora otro tipo de yuyos, sobre todo los que había allí antes de la llegada del poroto que ha dejado tantas ganancias y sumado varios problemas a los argentinos durante los últimos tiempos.

César Mackler, secretario de Medio Ambiente, confirmó a Crítica de Santa Fe que “en la redacción de los pliegos para el llamado a licitación de la concesión de la autopista quedará expresamente prohibida la siembra de soja al costado de la banquina”.

Hace más de un año, el propio Mackler había anunciado que se obligaría a los productores y comunas a retirar la soja de las banquinas. Pero luego, según admitió, surgieron algunas trabas legales que quedarán superadas tras el nuevo llamado a licitación a realizarse este año.

La soja en las banquinas es un paisaje cotidiano en las rutas. Pero en la autopista que une Santa Fe con Rosario se destaca más aún porque el espacio que existe entre el borde de la cinta asfáltica y los alambrados de los campos es mayor. Desde Medio Ambiente calcularon que hay unas 1.000 hectáreas sembradas en esas tierras fiscales, mientras que en Aufe estimaron que son sólo 400 hectáreas.

Pero el dinero que dejan esos cultivos no va a parar a las arcas del concesionario de la autopista, sino que se reparte entre el dueño del campo y la comuna o municipio que tenga jurisdicción.

Ricardo Biasatti, subsecretario de Recursos Naturales de Santa Fe, explicó que la idea es recuperar esos espacios públicos para hacer allí un corredor biológico. “Son espacios en los que se pueden rescatar varias especies arbóreas y herbáceas, sobre todo en el norte del camino, donde había espinillos, totoras, pelo de chancho, entre otros”, detalló el funcionario.

Biasatti aclaró que estos espacios “no son grandes ecosistemas”, pero el resguardo de estas zonas podrá favorecer a generar espacios de conectividad con los ríos, ya que la traza de la autopista es atravesada por varios arroyos y riachos”.

El secretario de Medio Ambiente consideró que “la recuperación de estos espacios va a favorecer a conservar la estabilidad ambiental, sobre todo con las lluvias”.