CIUDAD DE BUENOS AIRES. Demasiado tiempo han demorado los Kirchner en interpretar qué ocurrió en la Argentina durante los 140 días más recientes, y en especial en las jornadas del lunes, martes y miércoles. Hay algunas sospechas de que la evaluación que realizan los Kirchner siguen resultando antojadiza, demasiado voluntarista y decididamente incompleta.

Hay 2 decisiones que la sociedad reclama cuanto antes

** Que Néstor Kirchner no co-gobierne. O que no sea Néstor Kirchner quien tome las grandes decisiones del Ejecutivo Nacional. Hay un reclamo creciente de que si los electores votaron por Cristina de Kirchner, ella tenga la oportunidad de gobernar. Existe un protagonismo excesivo de Néstor Kirchner, y un desafío abierto a la vigencia de las instituciones de parte del ex Presidente que se comporta como si aún lo fuese. Nadie explicitó, durante la campaña electoral, que la oferta era que Néstor Kirchner seguiría gobernando. Por el contrario, hasta se especuló conque Cristina de Kirchner le concederia a la gestión algunas virtudes que habían escaseado durante los 4 años de su esposo, básicamente en política exterior y en recuperación del gabinete de ministros como una instancia de trabajo colectivo. Si Néstor Kirchner sigue encaramado en la 1ra. línea de gestión, para muchos hay una evidente falta de legitimidad en la propuesta del Frente para la Victoria, que habría que someter a alguna forma de consulta popular, probablemente sea el tema del año electoral 2009.

** Que se resuelvan cambios en el gabinete de ministros. Cristina de Kirchner nunca pudo elegir un equipo propio. La parodia de democracia representativa en que viven los argentinos comenzó con la imposición/aceptación de todo el gabinete de Néstor Kirchner a su heredera, su compañera conyugal Cristina de Kirchner. Pero ese gabinete, que ya hace 6 meses estaba averiado, hoy se encuentra con problemas evidentes para participar de una gestión exitosa.

Hay 2 decisiones que jamás deberían tomarse por estas horas:

** Embestir contra Julio Cobos. Néstor Kirchner y sus patanes favoritos insisten en que Cobos es un traidor y que hay que buscar en su pasado formas para condicionarlo o bien expulsarlo. Los Kirchner (¡qué mal le hace a la democracia seguir hablando de los Kirchner y no de la presidenta Cristina de Kirchner) deberían evitar de que el próximo cacerolazo sea en defensa de Cobos porque, en ese caso, la Argentina llegará a una distancia muy breve de la crisis institucional completa.

** Tomar revancha del campo. Hay una tendencia a suponer que ahora hay que castigar a los productores agropecuarios. Resultaría un error muy grave de parte de los Kirchner (si es que Cristina no consigue prevalecer) renunciar a considerar la complejidad del conflicto agropecuario y la imperiosa necesidad para la política económica de concretar un consensuado plan integral de producción agropecuaria: agrícola-ganadero-lácteo y economías regionales.

El oficialismo luce desgajado y habrá novedades más negativas en las próximas horas. Por un lado, la división del bloque oficialista en el Senado. Por otra parte, una grieta considerable en el bloque oficialista en Diputados. Luego, la toma de distancia de varios jefes peronistas municipales bonaerenses. Cristina de Kirchner aún puede impedir parte del desgaste que acorrala a su administración. Pero ya no hay mucho tiempo disponible.

Aqui algunos recortes periodísticos dominicales:

Joaquín Morales Solá en el diario La Nación, de la Ciudad de Buenos Aires:

"(...) Alberto Fernández está seguro de que el gabinete murió en la madrugada del jueves. Así se lo dijo a los Kirchner y les aclaró que no aceptará otro cargo en el Gobierno. Pero con él deberían irse Julio De Vido, Aníbal Fernández, Moreno, Ricardo Jaime y todos los funcionarios que responden al jefe de Gabinete o al ministro de Planificación.

La Presidenta debería dar una señal clara de cambio, porque la sublevación ya está a las puertas del peronismo. Los peronistas disidentes del Senado podrían formar un bloque aparte (son nueve senadores cruciales) si el Gobierno insistiera en leyes a libro cerrado. Carlos Reutemann reclamó el viernes al Gobierno que cuidara el texto, por ejemplo, de la ley de radiodifusión: No votaremos cualquier cosa, le anticipó.

Reutemann es la figura popular de la sublevación, pero el salteño Juan Carlos Romero podría conducir ese bloque divergente. Catorce diputados peronistas, que reconocieron el liderazgo de Felipe Solá, podrían hacer lo mismo. Ya piensan en un interbloque.

El ex presidente Eduardo Duhalde se ha propuesto la reconstrucción de los partidos políticos para remplazar la transversalidad de Kirchner, que terminó destruyendo a los partidos políticos.

Por eso, le escribió una cálida carta a Cobos, al que imagina participando de la reconstrucción del radicalismo. Duhalde está amontonando fuerzas en el peronismo bonaerense, pero eso no es una hazaña ni un portento cuando el líder peronista en funciones es un líder derrotado.

Guste o no, el peronismo está buscando otras referencias y ninguna de ellas es Kirchner.

En ese sombrío paisaje de sublevaciones e insolencias, ¿quién remplazaría a Alberto Fernández? ¿Quién a Julio De Vido? De Vido no comparte la opinión de su viejo contrincante: cree que tanto Fernández como él son imprescindibles para que el kirchnerismo siga con vida.

A Néstor Kirchner le gusta escuchar esas cosas. En la noche del jueves se reunió sólo con la fiel pingüinera: estaban desde De Vido hasta Rudy Ulloa. Las horas de muchos de ellos están contadas.

Es cierto que tanto Fernández como De Vido son difíciles de remplazar. El jefe de Gabinete es operador político, mediador último de todos los conflictos y hasta terapeuta matrimonial. De Vido está sentado sobre un monumental sistema de obras públicas, de subsidios, y de entramados gremiales y empresarios. El descomunal gasto público se escurre entre sus dedos.

Nunca podrá haber dos personas para remplazar a ellos, sino un sistema distinto de gobernar. (...)".

Diego Schurman en Crítica de la Argentina:

"-¡Entreguemoslé el gobierno a Cobos, que se haga cargo! ¡Que vengan los grupos económicos! ¡Pero que convoquen a elecciones y vamos a ver quién gana!

El jueves a la mañana Néstor Kirchner hizo catarsis. No fue una versión. En esas horas aciagas para el Gobierno, el ex presidente quería forzar la renuncia de Cristina. Hubo un scrum de contención. De los moderados, pero también de los más revoltosos. Hasta Luis D’Elía, punta de lanza de las posiciones más extremas del kirchnerismo, intervino para pedirle prudencia.

Lo sucedido intramuros quedó mejor reflejado en las negras ojeras de Alberto Fernández que en la volátil sonrisa que la Presidenta ofreció esa tarde en el Chaco. Ambos fueron testigos del rostro desencajado de Kirchner, de aquel semblante rosado que no tardó en pasar al rojo escarlata.

Cuando se apagó la hipótesis de la dimisión, a los llamados solidarios de los dirigentes, el santacruceño devolvió, rápido como un frontón, una súplica con packaging de orden:

–Salgan a pintar “Cobos traidor”.

A riesgo de ser redundante, hay que decirlo con todas las letras: Kirchner quiere a Cobos en Siberia.

La tropa comenzó a responderle esta semana, con pintadas y pronunciamientos. El escrache del viernes, frente al domicilio del vice en Mendoza, también fue por obra y gracia del ex presidente. A esa tónica de confrontación suscriben funcionarios como Ricardo Jaime, Julio De Vido y hasta el titular de la CGT, Hugo Moyano.

Para el universo K, Cobos dejó de ser el inofensivo Cleto para transformarse en el temible Judas.

(...) Pero Kirchner produjo dos milagros: devolvió protagonismo a Raúl Alfonsín y Carlos Menem, dos ex presidentes que están fuera de toda carrera. Uno actuó desde el detrás de escena, por un estado de salud que se deteriora a paso veloz; el otro, también maltrecho, aportando un voto decisivo en el Senado.

Más allá de Menem, lo que realmente asoma con fuerza tras la derrota oficial es una liga de caudillos peronistas que no ocultan sus ambiciones de poder. Duhalde se ofrece de plataforma de operaciones, sobre la que aterrizan desde José De la Sota hasta los hermanos Rodríguez Saá, pasando por el inefable sindicalista Luis Barrionuevo. Pero por allí también coquetean dos hombres que supieron estar cerca del calor oficial, como el entrerriano Jorge Busti y el gobernador de Chubut, Mario Das Neves.

Duhalde ya recogió el guante y buscará responder al desafío oficial de dirimir poder en las urnas con aquel que quiera crear un “partido del campo”. Dirigentes ruralistas que protagonizaron el lock out agrario fueron socios fundadores del Movimiento Productivo Argentino (MPA) duhaldista, que en los próximos días se expandirá inaugurando sedes en todo el país.

(...) Una semana antes de la sesión histórica, Cobos visitó a Gabriela Michetti en la habitación 414 del Hospital Italiano. A la vicejefa de Gobierno porteño se le estaba yendo el efecto de la anestesia, después de la operación de su columna.

–Señor vicepresidente, yo creo que usted va a terminar desempatando. Pero rezo a Dios para que lo ayude –lo recibió Marta Illa, mamá de Michetti.
–Espero que no sea así, señora –devolvió Cobos, gentil.

Tras la votación, Michetti llamó al vice para felicitarlo. Cleto le agradeció.

–Durante toda la semana me acordé de tu vieja.

(...) El kirchnerismo se movió en la pelea con el campo como un elefante en un bazar. Además de insuflarle oxígeno a algunos muertos vivos de la política (como el caso de Ramón Saadi, a quien el PJ de Catamarca investiga si votó a favor del proyecto oficial a cambio de beneficios personales), y de poner en riesgo el tratamiento de una nueva Ley de Radiodifusión en el Congreso, con su avanzada anti-Cleto no hace más que acercar al vice a la figura de un mártir.

Como es habitual en estas instancias, el rumor de los “carpetazos” contra Cobos toman fuerza. (...)"

Horacio Verbitsky en el diario Página/12:

"(...) Uno de los especialistas enviados por el Poder Ejecutivo para ilustrarlos sobre los aspectos técnicos del proyecto en debate se quejó por la escasa concentración que prestaron a sus explicaciones y la cantidad de papelitos que le pasaron con pedidos de favores para empresas de sus provincias. Urquiza fue compañero de colegio de Néstor Kirchner, quien le tiene confianza personal.

Ello no impedirá que sea la primera baja del gabinete, reemplazado por el presidente del INTA, ingeniero Carlos Cheppi.

Julio De Vido y Alberto Fernández fueron los primeros ministros en poner sus renuncias a disposición de la presidente quien, en todos los contactos que ha tenido con miembros de su gabinete les dijo que siguieran trabajando normalmente, por lo que no parece que asomen otros cambios en el horizonte.

La estabilidad de Moreno y Ricardo Jaime fue conseguida por los reclamos de Clarín, La Nación y la Unión Industrial para su relevo.

Dos senadores kirchneristas prepararon un informe sobre varios de sus colegas a los que vinculan con el cultivo e industrialización de la soja, lo que afectaría su independencia de criterio: los justicialistas Urquía, Juan Carlos Romero, Sonia Escudero y Carlos Reutemann y el radical Gerardo Morales. Urquía es gran productor, transportista, molinero, aceitero, portuario y comercializador. En comparación con él, Reutemann puede presentarse como un pequeño productor.

El jujeño Morales desmintió la información, difundida por fuentes del radicalismo transversal, según la cual canalizaría inversiones en un fondo de siembra de Santiago del Estero a través de su hermano Freddy. Morales dijo que no produce soja, ni en forma directa ni a través de otra persona, y que así consta en la declaración jurada que presentó en cumplimiento de la ley de ética pública. “Si fuera productor lo diría y estaría orgulloso de serlo”, sostuvo. Si se lee con atención, no niega que su hermano tenga inversiones en esa actividad.

El nombre que llamó la atención en la lista porque nunca había sido mencionado es el de la senadora Escudero. Está casada con el empresario, productor rural y ex senador australiano Kenneth Warren Reed. El libro La Tierra, editado por la Federación Agraria en 2005, sostiene que un consorcio australiano compró 42.000 hectáreas en Salta. Escudero estaba en Australia, de donde regresó justo a tiempo para la sesión decisiva del Senado.

La impugnación señala que esos senadores violarían la ley de ética pública al oponerse a un proyecto de ley que hubiera mermado sus ingresos. Ese conflicto de intereses colocaría en un botón del tablero su propia conveniencia y en el otro la del resto de la sociedad. Una vez que los dos senadores pusieron todos esos elementos a su disposición, el presidente del bloque oficialista, Miguel Pichetto, les pidió que no los utilizaran durante el debate, sino que se los dejaran a él, por si debía recurrir a ellos “como último recurso”. Después de la votación de la madrugada del jueves no quedan dudas de que ese extremo se produjo. Sin embargo, las carpetas con los datos sobre estos senadores no fueron abiertas por Pichetto. (...)"

Eduardo van der Kooy en el diario Clarín:

"(...) El matrimonio presidencial reaccionó cuando estuvo al borde del abismo. O mejor, cuando el desbarranque resultaba inevitable. ¿Por qué? No había un solo funcionario de primer nivel, que aparte escasean, con llegada franca al vicepresidente. Las negociaciones para que Cobos no votara como votó descansaron en las manos de José Pampuro y del santacruceño Nicolás Fernández. Cobos no se movió de su negativa. El Gobierno quedó inmerso en una especie de ezquizofrenia. Caminaba hacia una derrota pero Oscar Parrilli, el secretario de la Presidencia, seguía enviando piqueteros a la toldería instalada en la Plaza del Congreso. Kirchner exigía la asistencia allí mismo de los ministros para un festejo que nunca fue. En un paréntesis de los diálogos con Cobos un senador oficial, con la paciencia quebrada, telefoneó a Parrilli: "No sean idiotas, no manden más gente que vamos a perder", gritó. El pequeño Parrilli enmudeció.

La oposición pareció exhibir un circuito de influencias y de información más afiatado que el del Gobierno. Vale aclarar algo: Cobos tomó su decisión sólo con los íntimos y apretando sus labios. Esa decisión la había madurado días antes con algún clérigo en un paso por San Nicolás. Pero volvieron a los pasillos del Congreso viejos lobos radicales como Leopoldo Moreau. Otros lobos, como Raúl Baglini y Enrique Nosiglia, permanecieron en las sombras. Pero son hombres que acostumbran a llegar a los oídos del vicepresidente. Los radicales le tendieron una mano a la Mesa de Enlace, aunque no estuvieron solos. Carlos Reutemann fue otro senador que tuvo al día a los jefes rurales sobre los avatares cambiantes del debate y de la votación.

El único que se guió por información errada en los momentos cruciales fue Alfredo De Angeli, el capitán de Entre Ríos. Se fue de Palermo con una columna de manifestantes para iniciar en el Obelisco la resistencia a la supuesta victoria del Gobierno. Quedó solo y regresó tarde a la celebración. A la Mesa de Enlace le costará un Perú seguir siendo lo que fue. De Angeli se habituó a las tribunas y a las multitudes, pero ese paisaje se esfumará con el encauzamiento del conflicto. Luciano Miguens, de la Sociedad Rural, elogió la suspensión del plan de retenciones pero a Eduardo Buzzi, de Federación Agraria, la medida le sonó insuficiente. La unidad agraria morirá, con certeza, si el Gobierno abandona su ropaje de ogro.

El radicalismo cree estar viviendo un reflejo de resurrección. Hubo una escisión del radicalismo K en Diputados. Hubo senadores, como el santiagueño Emilio Rached, que gambetearon las presiones del gobernador radical Gerardo Zamora, el aliado principal de los Kirchner. Estuvo el protagonismo de Ernesto Sanz, quien junto al peronista Miguel Pichetto compusieron las mejores intervenciones de la madrugada en el Senado. Pero, sobre todo, los entusiasmó la conducta de Cobos. "Una clara conducta radical", edulcoran. (...)"

Eugenio Paillet en La Nueva Provincia, de Bahía Blanca:

"(...) El gobierno no reconoce ni acepta el cachetazo que acaba de recibir. No ha aprendido nada de todo lo acontecido en estos cuatro meses y pocos días más. Por el contrario, tras el terremoto en el Senado, actitudes casi perversas, en su comportamiento, han aflorado en la superficie del kirchnerismo. Jamás le dará el más mínimo gesto a la sociedad, ni menos a la oposición, o a la dirigencia del campo, que impondría desde la más elemental razón el nuevo escenario que se abre. Por lo bajo, en todo caso --o como sostenía aquel funcionario, "sin que se note tanto"--, va entregando retazos de su derrota, como la derogación de la resolución 125, madre de todas las batallas contra la Mesa de Enlace y también del duro contraste que acaba de sufrir el oficialismo. No importa si la letra sacra de esa norma cometa la flagrante mentira de decir que el gobierno no perdió, sino que empató. En el Senado no hay empate, porque para eso, justamente, la Constitución Nacional le otorgó al vicepresidente la facultad de torcer la sanción de una ley hacia un lado o hacia otro. Delicias de la soberbia kirchnerista.

(...) Mientras Cristina Fernández clamaba por un poco de autonomía y por avanzar de una vez por todas en el relanzamiento de su gestión, Kirchner otra vez echó manos a las peores formas de la política para cobrarse una derrota que le duele como pocas otras cosas en su vida personal y pública. Suya --y del grupo tan negativo para la administración de Cristina como los piqueteros DElía, Tumini, Pérsico y Depetris-- fue la audaz idea de trascender a los medios que, durante aquella madrugada en Olivos, le había sugerido a la presidenta que presentara la renuncia y que armaran las valijas para regresar a Santa Cruz.

(...) Un mensaje esperanzador se escuchó por estas horas cerca de Cristina. Se insiste en que se viene otro escenario; que la presidenta va a tomar el timón; que Kirchner va a salir paulatinamente de escena y que habrá una convocatoria amplia a un diálogo político y social que incluiría a los actores del campo y hasta a los partidos de la oposición. Se dice que habrá un nuevo gabinete de ministros y secretarios; que ella se sacará de encima a los impresentables; que sólo corresponde esperar que pase el cimbronazo de la derrota y el dolor de digerir la traición en sus propias filas. Cuesta creerlo, con los datos a la vista."