La semana pasada, en una nota dirigida al Consejo de Ministros de la UE, las 12 naciones argumentan que la carne cultivada en laboratorio «no constituye una alternativa sostenible a la producción primaria basada en granjas». Además, plantea cuestiones éticas, económicas, sociales y de salud pública que «son esenciales para la sociedad futura». El documento; firmado además por la República Checa, Chipre, Grecia, Hungría, Luxemburgo, Lituania, Malta, Rumania y Eslovaquia; se discutirá hoy durante la reunión de ministros de agricultura de la UE.

¿Amenaza real o exageración?

La postura de estos doce países podría abrir una brecha en el Consejo. Un diplomático comentó a Euractiv que identificar la carne de laboratorio como una amenaza parece «altamente exagerado y prematuro». Según él, estamos hablando de innovación en un laboratorio y reprimir esto ahora solo obstaculiza la innovación necesaria para la sostenibilidad.

Actualmente, no hay carne basada en células comercializada en Europa, y la autorización solo podría llegar después de la evaluación de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), según las disposiciones del llamado Reglamento de Alimentos Nuevos.
Por ahora, los doce países no piden cambios en las reglas, pero solicitan «tener en cuenta estas preguntas y los resultados de las discusiones que se llevarán a cabo con los Estados miembros y la sociedad civil europea antes de tomar decisiones sobre la autorización en el mercado».

Hasta el momento, Italia ha sido la oponente más vocal de la carne de laboratorio, proponiendo y aprobando una prohibición nacional de la venta de productos de agricultura celular (ver ‘Italia es el primer país en prohibir el consumo de carne cultivada a partir de células‘). Esta medida está actualmente bajo escrutinio de la UE por posibles violaciones de las normas del mercado único.

Sin embargo, vale la pena recordar que la Unión Europea es el lugar donde nació la carne cultivada en laboratorio. En 2013, el profesor Mark Post de la Universidad de Maastricht elaboró, cocinó y degustó la primera hamburguesa de carne cultivada en laboratorio del mundo. En un increíble lapso de tres meses, el científico logró multiplicar las células lo suficiente como para obtener las 5 oz (140 gramos) de carne que llevaba la hamburguesa. El costo de esta innovación fue de € 250.000, una suma aportada por el co-fundador de Google, Sergey Brin. Este hito marcó el inicio de una nueva era en la producción de alimentos y la sostenibilidad en la Unión Europea.

Fuente: Bioeconomia.info