Las semillas de especies forrajeras se destinan a la siembra de pasturas para alimentación animal. Argentina únicamente importa semillas de estas especies cuya producción local es inestable o insuficiente debido a limitantes agroclimáticas. Según datos proporcionados por la Cámara de Semilleristas de la Bolsa de Cereales, en 2022 se importaron 4.504,34 toneladas netas cuyo valor fue USD FOB 23.385.408,22; y el 44,71% de ese volumen correspondió a semilla de alfalfa.
Ocasionalmente, la importación puede incrementarse debido a eventos puntuales como la extraordinaria sequía que ocurrió durante la campaña 2022/2023, y aún continúa afectando la recomposición de los stocks.
La ventana de siembra de las especies forrajeras es muy acotada, las semillas deben estar disponibles para los productores en tiempo y forma, y ahora es el momento de asegurar el abastecimiento de la demanda para la próxima campaña. Sin embargo, la importación está paralizada debido a que la aprobación de los permisos de importación (SIRA) se encuentra restringida, así como el acceso a divisas para efectuar los pagos al exterior.
En Argentina, las pasturas son el recurso principal -y más económico- para producir leche y carne vacuna, las cuales integran la canasta básica alimentaria definida por el INDEC. La eventual escasez de semillas de especies forrajeras redundará en una menor producción de dichos alimentos y, por ende, aumentará su precio en las góndolas.
A esto se agrega el impuesto PAIS, que inevitablemente será trasladado al precio para cada uno de los actores de las referidas cadenas agroalimentarias, comenzando por los productores agropecuarios y alcanzando a los consumidores finales.
Además, existe una interacción directa con la disponibilidad de maíz, ya que este grano puede ser empleado como suplemento de la producción a pasto, e incluso como insumo fundamental para el engorde a corral. No obstante, dada su inclusión en el Programa de Incremento Exportador (PIE), lo poco que se ha podido cosechar se está destinando a la exportación. Ello forzará la demanda de semillas de especies forrajeras para la siembra de pasturas y -de no ser exceptuadas del impuesto PAIS- incrementará los costos de producción, afectando en mayor medida a los productores agropecuarios chicos y medianos.
Cabe mencionar que históricamente Argentina fue un importador de semillas de especies forrajeras templadas. A partir de la campaña 2012/2013, esa tendencia se revirtió y hasta la fecha mantiene una balanza comercial positiva en volumen. Esta sustitución de importaciones es el resultado de la profesionalización de una industria que trabaja en el desarrollo de los mercados internacionales y el posicionamiento de semillas de calidad en los mismos.
En síntesis, en este contexto la parálisis de la importación de semillas de especies forrajeras pone en riesgo la producción argentina de carne a pasto -sello que la distingue a nivel mundial- lo que disminuirá el ingreso de divisas por exportación de uno de los productos insignia de nuestro país.
Fuente: Cámara de Semilleristas de la Bolsa de Cereales