El agua es un recurso indispensable para el desarrollo de las plantas e influye directamente en su crecimiento y productividad. Condiciones de déficit hídrico con escaso acceso a este recurso vital puede generar algunas modificaciones en su comportamiento. Entre otras, puede predisponer a una mayor absorción y concentración de nitratos.
Estos son compuestos nitrogenados que se encuentran en el suelo y en el agua para ser absorbidos por las plantas para convertirlos en proteínas vegetales. En condiciones de déficit hídrico, las plantas se cargan de nitratos pudiendo alcanzar concentraciones tóxicas.
De acuerdo con profesionales de INTA Cuenca del Salado y el SDVE de Balcarce-, “las lluvias luego de un periodo de escasez hídrica, permiten la reanudación del crecimiento normal de la planta y los nitratos acumulados para ser convertidos en proteína vegetal, pero este proceso puede tardar unos días en comenzar”.
“Esta acumulación de nitratos es más común en ciertos recursos forrajeros (verdeos, por ejemplo), señalaron los especialistas, y este proceso esta potenciado además cuando se aplicaron fertilizantes nitrogenados previamente o cuando el suelo tenga concentraciones altas de nitrógeno previo con cultivos que no los utilizaron. Además, las fuentes de agua para el ganado también pueden contener altos niveles de nitratos”.
En referencia a la toxicidad de este compuesto, los profesionales especializados en diagnóstico reconocieron que “existe gran variabilidad en la susceptibilidad a diferentes concentraciones de nitratos en los alimentos y agua, por parte de los bovinos”.
En circunstancias normales, el nitrato absorbido en el rumen se metaboliza a nitrito para, finalmente convertirse en proteína microbiana. Ante este exceso, este sistema es sobrepasado y se absorben grandes cantidades de nitrito, que es en definitiva el responsable de los cuadros de intoxicación.
Teniendo en cuenta lo anteriormente mencionado, se recomienda “combinar el cultivo potencialmente peligroso, con otra oferta forrajera, de esta forma disminuyendo la dosis tóxica por un efecto de dilución y a su vez evitamos que los animales entren hambrientos al cultivo”, según detalló el equipo del INTA.
A su vez, recomendaron “realizar un consumo gradual de estos recursos forrajeros potencialmente tóxicos, permitiendo la adaptación de la microbiota ruminal” y subrayaron la importancia de “considerar los 7 a 10 días posteriores a las precipitaciones, tras un período de sequía, como el tiempo de mayor riesgo de intoxicación”.
Signos a tener en cuenta
Los profesionales destacaron la necesidad de “evaluar el comportamiento de los animales una vez que ingresan a un nuevo recurso forrajero o parcela y, ante cualquier duda, consultar a su médico veterinario”. De todos modos, compartieron una serie de signos a tener en cuenta y estar atentos con respecto al comportamiento del ganado.
Los signos clínicos pueden comenzar rápidamente (minutos a horas) luego del consumo de una dosis tóxica de nitrato. Dependiendo de la cantidad y velocidad de absorción de nitritos en el tracto digestivo, la muerte puede ocurrir dentro de 2 a 10 horas posteriores al consumo.
En los animales, el nitrito reacciona con la hemoglobina en los glóbulos rojos, formando metahemoglobina, que no puede transportar oxígeno y provocando como consecuencia un cuadro de asfixia.
Por ello, los animales pueden presentar somnolencia y debilidad, seguido por temblores musculares, aumento de la frecuencia cardíaca, respiratoria, babeo, agitación, pérdida del equilibrio, timpanismo y postración.