Frente a las nuevas demandas de alimentos producidos desde una visión sustentable con un adecuado manejo de los recursos naturales, especialistas del INTA Famaillá –Tucumán– acompañan a la producción orgánica de frutillas con tecnología y conocimientos con un enfoque de agroecosistema.
Daniel Kirschbaum, referente nacional de frutilla del INTA, aseguró: “La superficie de frutilla orgánica cultivada en la Argentina asciende a 300 hectáreas, aproximadamente, y Tucumán lidera esta categoría”. Además, detalló que “el 30 % de la producción nacional se exporta de forma congelada cuyo 70 % proviene de esta provincia”.
Con el foco en la obtención de un alimento de calidad, “desde el INTA proponemos un manejo con enfoque de agroecosistema que involucre todos los componentes del mismo”, sostuvo Kirschbaum.
Para esto, agregó, es necesario observar no solo el cultivo, sino también los insectos y ácaros benéficos, los entomopatógenos y los polinizadores. Así como, las malezas, refugio de insectos benéficos que contribuyen a la biodiversidad del agroecosistema, y los microorganismos del suelo, que ejercen control de las enfermedades, mineralizan la materia orgánica, estimulan el crecimiento de las raíces y fijan nitrógeno atmosférico.
Además, el coordinador subrayó que desde el INTA se realiza un constante trabajo de evaluación de variedades de frutilla en cuanto a rendimiento, precocidad, calidad de fruta, y también de su comportamiento frente a las principales plagas y enfermedades para determinar la resistencia o susceptibilidad a las mismas.
En este sentido, el INTA Famaillá trabaja en el control de plagas como la arañuela roja (Tetrannychus urticae), principal responsable del retraso del crecimiento, disminución de la producción y calidad en plantas jóvenes. La variedad San Andreas, una de las más cultivadas en Tucumán, es susceptible a esta.
Además, se genera información sobre las alternativas de control menos reñidas con el medio ambiente y la salud, siempre en búsqueda de mantener el equilibrio del agroecosistema.
El especialista sostuvo: “El excesivo uso de agroquímicos de síntesis para su control no es eficaz y conduce a la aparición de poblaciones resistentes a la plaga. Por esto, con la utilización de variedades tolerantes, un manejo adecuado de la nutrición y biopesticidas, la arañuela roja se puede controlar de una manera sustentable”.
Estos estudios desarrollados por el INTA permitieron determinar grupos de susceptibilidad varietal baja, media y alta, donde entre las últimas destacaron las variedades Fronteras, Petaluma y Merced. “El conocimiento de preferencia varietal de la plaga contribuye a la detección temprana de esta y a la elección de la estrategia de control según las necesidades”, agregó Kirschbaum.
Asimismo, las variedades San Andreas y Rociera, altamente difundidas en la Argentina, son significativamente tolerantes a la enfermedad causada por el hongo Neopestalotiopsis. La incidencia de esta incrementó en los últimos años, y puede causar desde daños leves hasta la muerte de la planta.
También, se debe tener conocimiento de la riqueza y abundancia de agentes biológicos controladores de plagas presentes en el cultivo de frutilla, ya sea convencional, agroecológica u orgánica, explicó Kirschbaum.
En estudios previos realizados por el grupo interinstitucional de la Facultad de Agronomía y Zootecnia de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT) e INTA se comprobó que los sírfidos, moscas depredadoras de insectos pequeños, se alimentan de moscas blancas, arañuelas y trips, principales plagas del cultivo de frutilla, continuó el especialista.
Cuando aumenta la presión de determinada plaga o enfermedad a niveles riesgosos para el cultivo, debido a desajustes climáticos o en el manejo del cultivo, se recurre a herramientas de control de naturaleza biológica. Estos pueden ser bioinsecticidas, biofungicidas y bioestimulantes e incluso liberaciones de insectos o ácaros benéficos, los cuales son compatibles con una producción agrícola sustentable.
En el mismo sentido, es importante identificar los principales patógenos del suelo que afectan a los plantines de frutilla para así prevenir futuras infestaciones en lotes sanos. Esto tiene como objetivo trabajar en la evolución hacia terrenos infestados con los patógenos claves del cultivo.
Kirschbaum destacó que los alimentos orgánicos son buscados por dos grandes motivos. En primer lugar, por ser percibidos como alimentos más sanos en comparación con los convencionales, es decir libres de residuos de productos químicos de síntesis; y por ser producidos con técnicas de bajo impacto sobre el entorno y generación de una menor huella ambiental.