Resumen
El conflicto bélico entre Ucrania y Rusia es una realidad, y los efectos ya comenzaron a sentirse en diversos mercados. Ambos actores (y la región) tienen relevancia en la producción y exportación de granos y subproductos, por lo que los precios de diversos commodities han acusado la creciente incertidumbre que este conflicto genera. En el presente informe se analizan los posibles efectos en el corto y en el mediano plazo del conflicto militar en los mercados agroindustriales, y sus impactos sobre Argentina.
Breves
• Si bien el conflicto entre Rusia y Ucrania se vislumbra desde hace meses,
la magnitud con la que estalló tomó por sorpresa a los mercados internacionales.
• Los países en cuestión suman el 78% del comercio mundial de aceite de girasol,
el 28% del comercio de trigo y el 19% del maíz. La posibilidad real de una
restricción se tradujo en un aumento de los precios, pero también en una elevada
volatilidad en estos mercados reflejando el nivel de incertidumbre reinante.
• Sin embargo, el panorama es también alcista para los mercados de insumos
agrícolas, con presiones tanto en combustibles como en fertilizantes.
• En el corto plazo, el valor exportado por Argentina podría incrementarse, como
consecuencia del aumento de precios, en aproximadamente USD 1.800 millones de
dólares. Resultado condicionado a la captura de los actuales precios, y a las
cantidades de granos finalmente producidas en un escenario de déficit hídrico.
• Pero el valor de las importaciones de combustibles e insumos agropecuarios
también se incrementaría, afectando negativamente la balanza comercial, y
limitando las posibles ganancias que podrían capturar los productores respecto
al mayor precio de las commodities.
• De mantenerse el conflicto en el mediano plazo, los resultados de simulaciones
muestran efectos al alza en los precios, con respuestas positivas en la
producción argentina, que varían dependiendo de la intensidad del conflicto y
las partes involucradas.
• Hoy más que nunca, Argentina precisa definir una estrategia de inserción
internacional, que permita a la agroindustria constituirse en una plataforma
para avanzar en este vínculo con un mundo muy complejo y cada vez más incierto.
Introducción: el conflicto en contexto
Para analizar el conflicto entre Rusia y Ucrania, es necesario remontarse, al
menos, a más de tres décadas atrás, cuando en 1991 se disolvió la Unión
Soviética, y sus territorios se convirtieron en repúblicas independientes. En
ese momento, Ucrania logró su independencia, quedando como estado fronterizo de
la Federación de Rusia hacia el Este y limitando con lo que hoy es la Unión
Europea hacia el Oeste. Ucrania ha buscado su ingreso tanto a la UE como a la
OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte), cuestiones que implicarían
la pérdida directa de la influencia de Rusia sobre este país.
En 2014 se sucedieron una serie de protestas en las calles de Kiev de miles de
ucranianos pro-europeos en contra del por entonces presidente Víctor Yanukóvich,
más afín a las ideas de Rusia. Finalmente, enfrentamientos acabaron con la huida
de Yanukóvich. Al mismo tiempo, Rusia invadió Crimea, en el sur de Ucrania,
considerada una zona estratégica dada su salida al Mar Negro, y que había sido
perdida tras la Segunda Guerra Mundial, por lo que el objetivo siempre fue
recuperarla. Esta invasión ha generado, desde entonces, protestas y sanciones
económicas contra Rusia, además de peticiones para devolver dicho territorio.
A principios de 2021, Rusia comenzó a trasladar tropas a sus fronteras con Ucrania y a la península de Crimea. Para finales de dicho año, tanto Estados Unidos como la UE señalaban que Rusia estaba preparando una invasión a Ucrania, al tiempo que amenazaban con sanciones. Durante las primeras semanas de 2022, se sucedieron reuniones de alto nivel entre diferentes partes involucradas buscando detener la escalada del conflicto. Finalmente, Vladimir Putin firmó el reconocimiento de la independencia de las regiones prorrusas ucranianas de Donetsk y Lugansk y, ordenó el envío de tropas rusas a la zona.
La UE condenó en bloque el movimiento y anunció sanciones a Rusia. EE.UU. reaccionó de similar manera, al anunciar el “bloqueo total” de las dos instituciones financieras más importantes de Rusia, la restricción de la venta de tecnologías necesarias para las industrias rusas, y sanciones personales contra Putin y su entorno. Una de las medidas más importantes vino de la mano de Alemania, que suspendió la certificación del gasoducto Nord Stream 2, controlada por el gigante gasista ruso Gazprom. Sin dicha certificación, no puede entrar en funcionamiento.
Las tensiones se sucedieron al punto tal que, finalmente, el día 24 de febrero el presidente de Rusia, Vladimir Putin, anunció una operación militar en Ucrania con el objetivo de proteger los territorios pro-rusos a las que reconoció como independientes. Este desenlace genera especulaciones respecto de la evolución futura del conflicto produciendo incertidumbre tanto en el plano económico como geopolítico.
Algunas consecuencias económicas y comerciales
Si bien el conflicto aún puede escalar mucho más, tanto a nivel comercial como a nivel de enfrentamientos armados, e incluso involucrando a más países en una guerra, ya se empiezan a vislumbrar algunos efectos del mismo.
Las disrupciones comerciales debido a las sanciones, los altos precios de la energía y la interrupción de las instalaciones de producción y transporte en la zona de conflicto son tres amenazas principales para la industria de los metales y la minería debido a la escalada del conflicto entre ambos países. El impacto final en los mercados dependerá de la extensión geográfica del conflicto y la amplitud de las sanciones de represalia. Las prohibiciones comerciales, si se implementan estrictamente, eventualmente harán que los productos rusos se desvíen a otros mercados.
También la afectación de los mercados energéticos será mayor si las tensiones siguen escalando. Rusia es uno de los mayores exportadores mundiales de gas y petróleo. Europa depende de Rusia para obtener alrededor del 35 % de su gas natural, que en su mayoría proviene de gasoductos que cruzan Bielorrusia y Polonia hasta Alemania, Nord Stream 1, que va directamente a Alemania, y otros a través de Ucrania. En cuanto al petróleo, además de las potenciales restricciones o interrupciones derivadas de las sanciones comerciales, debe señalarse que Ucrania mueve petróleo ruso a Eslovaquia, Hungría y la República Checa.
Tras el inicio de la operación militar rusa, el precio del petróleo superó los 100 dólares por primera vez en más de siete años. Esto generaría aumentos de costos de producción, que podrían trasladarse a mayor inflación, y consecuencias negativas para la balanza comercial de los países importadores netos.
Otra consecuencia del ataque fue que los inversores se volcaron en la deuda soberana de Estados Unidos, empujando los rendimientos de los bonos del Tesoro a una fuerte baja. Se ha observado una caída de los mercados bursátiles mundiales, lo que llevó a los inversores a refugiarse en valores seguros como los bonos del Tesoro de EE.UU. y el oro.
Una posible escalada del conflicto podría exacerbar estos movimientos de los flujos financieros. El relajamiento de las políticas monetarias de las principales economías para financiar el incremento de gasto militar fomentaría un escenario de mayor inflación mundial y menores tasas de interés.
Relevancia de los actores en commodities agrícolas
Los mercados de productos agrícolas han sido los que mayor impacto han registrado ante la escalada bélica. Debe destacarse que ambos países son muy relevantes en ciertos productos agrícolas. En materia de producción, los dos países representan alrededor del 14% de la producción mundial de trigo y casi el 60% de la producción de aceite de girasol. Ambos sumados representan casi el 5% de la producción mundial de maíz.
Pero su relevancia se explica por el lado del comercio internacional. Para la campaña 2021/22 que estamos transitando, se proyecta que Ucrania sea el tercer mayor exportador de maíz del mundo y el cuarto mayor exportador de trigo, según datos del International Grain Council. Los dos países representan alrededor del 29% de las exportaciones mundiales de trigo, el 19% del suministro mundial de maíz y el 80% de las exportaciones mundiales de aceite de girasol, por lo que una escalada en el conflicto armado en la región puede tener consecuencias relevantes en la oferta y los precios de estos productos.
En general, los destinos de las exportaciones de maíz y aceite de girasol de Rusia están más concentrados que los de Ucrania. Mientras que, en trigo, Ucrania tiene mayor concentración de destinos. Los diez principales destinos de maíz de Rusia concentran el 85,3% de las exportaciones totales de este país, mientras que en Ucrania acumulan menos del 80% (77,4%).
En la Tabla 3 se muestran los diez principales destinos de exportación de maíz de ambos países, donde se puede ver que Irán representa más del 30%, en promedio, de las exportaciones de Rusia, y el principal destino para Ucrania es China, con una participación menor al 20%.
En relación al aceite de girasol, los diez principales destinos de Rusia concentran casi el 90% de las exportaciones totales de dicho país, mientras que en Ucrania, acumulan el 86%. En la figura 1 se puede ver que India representa casi el 40%, en promedio 2017-2020, de las exportaciones de aceite de girasol totales de Ucrania, mientras que el principal comprador de aceite de girasol de Rusia es Turquía. En ambos países, China está dentro de los tres principales destinos.
Por su parte, en la tabla 4 se muestra los principales destinos de exportación de trigo de ambos países. Ucrania tiene, en general, una concentración bastante similar a la de Rusia en sus exportaciones de trigo, los 10 principales destinos acumulan aproximadamente el 67% del total exportado de este producto mientras que, en Rusia la participación es del 64%. En ambos países, el principal comprador es Egipto, que representa el 21 y el 13,6% del total de exportaciones de trigo de Rusia y Ucrania, respectivamente. En ambos casos, los países del Norte de África y Medio Oriente tienen importancia en las exportaciones.
Según los informes del USDA, Rusia tiene un sector de producción y procesamiento de semillas de girasol bien desarrollado y en los últimos años se ha centrado en desarrollar la producción de otros productos básicos de semillas oleaginosas. Por otro lado, soja y colza se han convertido en cultivos de nicho en el país, y la producción de cultivos menores como el lino y el cártamo también ha aumentado ligeramente. En 2021, se observó una recuperación significativa de la superficie cultivada y la producción de semillas oleaginosas en Rusia debido a los altos precios sostenidos desde la segunda mitad de 2020.
Por el lado de Ucrania, la producción de todos los granos principales concluyó el 31 de enero de 2022. El USDA recoge los datos del Servicio Estatal de Estadísticas de Ucrania (SSSU), que indican las siguientes cantidades producidas:
• Trigo: cosechó 7,1 millones de hectáreas (ha), lo que resultó en
aproximadamente 32,7 millones de toneladas métricas (MMT) de grano;
• Cebada: menos de 2,5 millones de ha, lo que da como resultado aproximadamente
9,6 MTM de grano;
• Centeno: aproximadamente 172 000 ha, lo que da como resultado un poco más de
600.000 TM de grano;
• Maíz: se cosechó un poco menos de 5 millones de hectáreas, lo que resultó en
casi 40 MTM de grano, lo que es un récord para Ucrania.
Por su parte, debe subrayarse que Rusia es también un productor y exportador muy importante de fertilizantes, abasteciendo más del 15% de la demanda mundial de estos productos. Argentina se encuentra entre los países importadores de urea y fosfatos provenientes de Rusia.
Impactos en los mercados agroindustriales
Corto plazo
Si bien es aún muy pronto para conocer cuál será la magnitud y la duración del conflicto, es posible describir los principales efectos en juego. La primera gran distinción se debe hacer entre las cuestiones de corto plazo y las de mediano plazo.
En el primer caso, es útil considerar la situación de cada país dentro de la campaña actual y los efectos que ya se observan sobre los precios internacionales de los commodities.
Ucrania ya lleva exportados 2/3 de la producción de trigo (33 Mtn) y cebada (10,2 Mtn) y 1/3 del maíz 2021/22 (42 Mtn) (Every Et. Al.1). Sin embargo, desde la escalada del 15 de febrero los precios de los commodities en el mercado de Chicago han tenido avances que rondan entre el 2% y 19%. Siendo el trigo y el aceite de soja los que tuvieron las mayores variaciones.
Los aceites vegetales son sustitutos entre sí, por lo tanto, la expectativa de una reducción de las exportaciones del principal exportador de aceite de girasol (Ucrania) impulsaría la demanda del resto de los aceites y con ello, ejercer mayor presión sobre los precios en el corto plazo. Incluso este mecanismo se ve aún más enfatizado en el contexto de restricciones en la producción de soja debido a la sequía que afecta a los principales países de Sudamérica como Brasil, Argentina y Paraguay.
Se debe recordar que, además de su utilización como alimento, los aceites vegetales pueden tener como destino la producción de biodiesel, por lo que precios de petróleo elevados constituyen un factor alcista adicional. De hecho, para precios del combustible fósil elevados, los biocombustibles pasan a ser competitivos independientemente de las políticas de mezcla obligatoria.
Todo ello se observa en el aumento de la volatilidad intradiaria (diferencia entre el máximo y el mínimo precio operado en un día), reflejo del nivel de incertidumbre bajo el cual se desenvuelven los mercados de granos. Durante el 24/02/2022 en el mercado de Chicago se presentó una volatilidad intradiaria del 7%, cuando el resto del mes se ubicaba en el orden del 2%. La soja y el aceite de soja llegaron a negociarse con valores cercanos a los máximos históricos (646 usd/tn y 1644 usd/tn).
En relación a Rusia, ya se lleva exportado el 65% del trigo que proyecta el
USDA para el total de la campaña. El temor en este caso es que dadas las
sanciones que pueda recibir de parte de algunos de sus socios comerciales, se
vean afectadas sus exportaciones, que tendrán que desviarse hacia otros
destinos. China ya anunció que importaría, por primera vez, trigo proveniente de
la Federación Rusa.
Como se menciona, el conflicto se desarrolla en un contexto de escasez relativa
en los mercados internacionales, dada la sequía que están sufriendo los
principales proveedores del Cono Sur, que afectaría negativamente las
exportaciones de maíz, soja y subproductos de Argentina, Brasil y Paraguay. La
situación en Ucrania viene entonces a agregar presión sobre las cotizaciones, en
un mercado con relaciones stock/consumo en niveles históricamente bajos.
Por otra parte, debe destacarse los efectos que la guerra podría tener sobre
los mercados de alguno de los principales insumos agrícolas y, en consecuencia,
sobre los costos de producción. Con el incremento de los precios de la energía,
y el temor a posibles disrupciones en los suministros de fertilizantes por parte
de Rusia, se incrementan los precios de combustibles, fertilizantes y
fitosanitarios.
Impacto sobre Argentina
En el caso de Argentina, nuestro país ya ha comercializado buena parte de la cosecha 2021/22, especialmente de trigo. De acuerdo a datos del Ministerio de Agricultura, ya se registraron declaraciones juradas de venta al exterior (DJVE) por el 45% de las exportaciones 2021/22. En trigo, prácticamente el 95% de las exportaciones proyectadas para esta campaña ya tienen DJVE, y en el caso del maíz el porcentaje asciende al 60%. Los porcentajes son menores para el resto de los productos. Las toneladas ya comprometidas para ventas al exterior no se benefician de los recientes aumentos de precios.
Si asumimos que el resto de las toneladas proyectadas para exportaciones pueden capturar los actuales precios, el aumento en el valor de las exportaciones como consecuencia del conflicto sería de USD 1.800 millones, lo que es equivalente a un incremento del 5% del valor exportado estimado para 2021/22 (Figura 4). En relación a la campaña previa, generaría USD 3.600 millones adicionales, un incremento del 10%.
Pero también se esperan existan impactos por el lado de las importaciones, vía mayores precios de insumos y energía. En el año 2021, Argentina importó USD 2.285 millones de abonos y fertilizantes (INDEC), principalmente 1.074 mill. USD de nitrogenados y 1.098 combinados con dos o más elementos. En relación a la energía, el saldo fue negativo para Argentina en 630 millones de dólares durante 2021, y se incrementaría a 3.700 millones de dólares durante 2022, según estimaciones privadas. La reciente suba de precios no generaría respuestas desde la oferta en nuestro país, agravando el déficit proyectado.
Aunque la contribución en exportaciones que realizaría la escalada bélica en la región del Mar Negro no parece ser significativa, debe destacarse que dados los altos niveles de precios que se vienen registrando en los mercados agrícolas en los últimos meses, la contribución del sector agroindustrial a las exportaciones argentinas sería récord nuevamente en 2022. Hasta el momento, los precios compensarían la caída de las cantidades como consecuencia de la sequía.
Pero los niveles de incertidumbre son muy altos, tanto desde los precios, en las últimas horas hubo correcciones a la baja en las cotizaciones a medida que se conocen las respuestas de la comunidad internacional, como desde las cantidades. La producción de soja y maíz de Argentina viene atravesando un escenario de déficit hídrico que podría comprometer aún más los volúmenes cosechados y reducir las toneladas que podrían destinarse a los mercados internacionales este año.
Asimismo, debe tenerse en cuenta que actualmente Argentina tiene una política de “volúmenes de equilibrio” que limita las cantidades que pueden registrarse para exportación en trigo y maíz, que hoy se encuentran en 14,5 Mtn y 22,5 Mtn, respectivamente.
Pensando en la campaña 2022/23 que comenzará a sembrarse en mayo con el trigo y la cebada, los actuales niveles de precios de los granos representan una oportunidad para expandir la superficie sembrada y aumentar la producción y las exportaciones, como veremos a continuación. Será importante monitorear los precios de los insumos que, contrarrestando el efecto positivo de los altos precios de las commodities exportables, podrían afectar las relaciones insumo/producto y la inversión en tecnología. Pero especialmente, serán determinantes las señales que reciba el productor en relación a las políticas domésticas, que deberían generar un marco que incentive la producción, comercialización y exportación de los granos.
Conflicto extendido
En el caso en que el conflicto se extienda al mediano plazo, existen otros factores a considerar. Cuando se analiza más allá de la campaña actual, los productores de todo el mundo pueden ajustar sus niveles de área sembrada, e incluso los flujos comerciales tienen la posibilidad de reacomodarse al nuevo contexto.
Dado que aún no se conoce qué consecuencias tendría el conflicto a futuro, se propone analizar aquí tres escenarios que se distinguen no en sus causas geopolíticas, si no en los niveles de afectación que representan en los mercados agroindustriales. Obviamente, no se tratan de proyecciones, si no de hipótesis con un alto componente especulativo:
Moderado: En este escenario se considera una afectación indirecta en los mercados agroindustriales, a través de un menor crecimiento del PBI global (se asume una disminución en 0,5 puntos porcentuales en la tasa de crecimiento de todos los países), y un incremento en el precio del petróleo (+38%, siguiendo el supuesto de Every Et. Al.3, con respecto al baseline). Esto podría estar vinculado, por ejemplo, a una situación de resolución rápida del conflicto, pero con la permanencia de represalias comerciales efectivas hacia Rusia por parte de sus socios comerciales, y una relocalización de las compras de China para absorber del 100% de las ventas de Rusia.
Medio: Además de los efectos anteriores, se asume un freno a la producción agroindustrial de Ucrania, en el extremo caso de que una guerra extendida en el tiempo imposibilite las tareas de siembra, cosecha, transporte, etc.
A través del modelo de simulación de la Fundación INAI4 se concluye, como se observa en la Tabla 5, que los tres escenarios contemplados implican precios más elevados que los que se observarían en una campaña normal.
El precio del petróleo y otros insumos impulsan al alza a los precios internacionales de los commodities agrícolas, con incrementos de entre el 3% y el 6%, correspondiente a un conflicto de corta duración y consecuencias moderadas.
En cambio, sí existe una afectación de la producción de Ucrania, los precios se ubicarían en alzas de entre 11% a 16% dependiendo el producto, con excepción del girasol que podría alcanzar un 61% de incremento, subas que son moderadas por el hecho de que el resto de los países tiene tiempo de reacomodar sus volúmenes producidos.
Por último, el escenario en el que la disrupción de los mercados es alta, el precio de maíz de mediano plazo se encontraría un 20% por encima del de una campaña sin conflicto, llegando hasta un 200% en el caso del girasol. Se debe remarcar, sin embargo, que este número puede ser sobreestimado debido a que es posible que el modelo de simulación subestime la capacidad de sustituir entre aceites vegetales frente a escenarios tan extremos.
A partir de estos precios, otros países productores tendrían incentivos para cubrir parte del espacio dejado por Rusia y Ucrania en caso de un impedimento total del comercio. Es interesante notar que, en el escenario moderado, el efecto en el área de Argentina puede ser a la baja, debido a la suba de los precios de los insumos y a una menor demanda como consecuencia de la caída en el PBI global. Aun así, esta baja sería moderada, y la variación en área se torna positiva al considerar los escenarios Medio, con un incremento de 2% en el área total, y alto, con una diferencia de 6%.
En términos de volumen, la contribución argentina a los mercados de alimentos podría incrementarse hasta en 8,2 millones de toneladas para el escenario de impacto alto, siendo el producto con mayor crecimiento en volumen el maíz (3,1 millones ton), seguido por el trigo (hasta 2,6 millones) y el girasol (1,8 mill).
En ambos escenarios de restricciones en los flujos comerciales aparece el girasol como el producto más afectado, seguido por el maíz cuando se interrumpe el comercio sólo desde Ucrania, o el trigo cuando Rusia es también afectada.
Es importante remarcar que estos escenarios asumen invariables otras cuestiones aquí no tratadas específicamente, como por ejemplo fenómenos climáticos que afecten la siembra. Además, las situaciones analizadas son estilizadas, de manera que el efecto real a largo plazo puede estar en alguna combinación de los mismos, dependiendo de cómo evolucione el conflicto o las medidas que los países decidan tomar como consecuencia.
Comentarios finales
Es probable que cualquier interrupción en el flujo de granos en la región del Mar Negro tenga un impacto en los precios y la seguridad alimentaria mundial, en un momento en que la asequibilidad es una preocupación importante en todo el mundo tras el daño económico causado por la pandemia de COVID-19. Debe tenerse presente que cuatro grandes exportadores (Ucrania, Rusia, Kazajstán y Rumania) envían granos desde puertos en el Mar Negro, que podrían verse afectados por cualquier acción o sanción militar.
Ante un conflicto militar de muy complejo y variado alcance, es difícil diagnosticar cuales pueden ser los efectos sobre el sector agroindustrial argentino. A lo largo de este documento se han esbozado algunas ideas, pero lejos están de cubrir todo el amplio espectro de posibilidades.
Resta señalar que, hoy más que nunca, Argentina precisa definir una estrategia de inserción internacional. Se ha mencionado con anterioridad que la agroindustria puede constituirse en una plataforma para avanzar en este vínculo con un mundo muy complejo y cada vez más incierto.
En este contexto, donde los flujos comerciales puedan verse amenazados y con eso, poner en riesgo el sustento de millones de pobladores que dependen de las importaciones de materias primas agrícolas para su subsistencia, Argentina debe consolidarse como un proveedor confiable de alimentos y tecnología agrícola.
Fuente: Bolsa de Cereales de Buenos Aires