Recorriendo la ruta 8 y la 9, en el área correspondiente a la zona núcleo, se ven lotes con sojas de gran altura y fuerte verdor. En algunos casos, llegan a la línea superior de los alambrados. En general son sojas de primera.
Más al norte de esta zona, se encuentran algunos lotes ya trillados, o a punto de hacerlo.
También, los maíces lucen magníficos. Tanto los tempranos como los tardíos. Los primeros tienen las tranqueras abiertas para que las cosechadoras empiecen de un momento a otro.
Sin embargo, con este cuadro, claramente favorable, crece la preocupación.
La situación de la empresa agrícola no permite una cosecha de volumen mediocre. Ni siquiera una “normal”.
Con un contexto de precios internacionales poco atractivos y sin perspectivas de mejoras de valores para lo inmediato, resultará imprescindible alcanzar volúmenes de gran dimensión.
Entre el 21 y el 25 de febrero, cayeron muy oportunas lluvias que interrumpieron la ola de calor.
Con esas lluvias, el cuadro quedó mucho más interesante. Y se abrió un horizonte muy alentador.
Pero, cuando comenzó marzo, también empezó la angustia. Entre el 4 y el 8 de marzo las precipitaciones, en la mayor parte de la zona núcleo, llegaron a 140 mm.
Se trata de un volumen de agua más que atemorizante.
Lluvias de gran magnitud, en este período, no solo deterioran los cultivos, sino también, los suelos, donde la humedad no facilita el ingreso de las pesadas cosechadoras.
Para colmo, en muchas áreas agrícolas, al momento de escribir este comentario, está garuando y en algunos casos lloviendo. Y con pronósticos que no contribuyen a mejorar el ánimo.
Si las condiciones climáticas resultan propicias, habrá una excelente cosecha gruesa. De no decaer los precios internacionales, el ingreso por exportaciones agrícolas se acercará a un monto de 28 mil millones de dólares.
El volumen de maíz será extraordinario: algo así como 48 millones de toneladas. Ellas representan cerca de 5 mil millones de dólares. El monto por exportaciones del complejo sojero, además, se acercará a 19 mil millones de dólares, con una producción próxima a 54 millones de toneladas.
A todo esto se agrega la entrada de divisas por el remanente de trigo y por los demás granos y subproductos.
Tal entrada de divisas será un bálsamo en el mercado de cambios, que aquietará cualquier ímpetu a la suba del dólar. Al menos para los tres o cuatro meses venideros.
Si los precios internacionales no suben, no deberíamos esperar mejoras internas por alzas –por encima de la inflación- del dólar.
Obviamente, cuando empiece a reducirse la liquidación de divisas por exportaciones, y ya en vísperas de los resultados electores, el cuadro podrá variar. Pero tratar de establecer un escenario futuro más o menos realista, por el momento, sería más bien un ejercicio de magia.