Cierra el año para el sector agroindustrial argentino. En una entrevista con
LA NACION, Santiago del Solar, jefe de Gabinete de la Secretaría de
Agroindustria de la Nación, destacó la importancia de la edición génica para el
país. Además, se refirió a la controversia por el trigo transgénico tolerante a
sequía, que el Gobierno no aprobó por una cuestión de mercados, y remarcó el
éxito de la presentación del capítulo agrícola ante los países miembros de la
Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y el
entusiasmo por una posible entrada de la Argentina al organismo.
El 4 de diciembre pasado, las Secretarías de Gobierno de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, de Agroindustria y de Salud, además del INTA, el Conicet y Anlis (Administración Nacional de Laboratorios e Institutos de Salud), realizaron un evento sobre edición génica. Se trata de un conjunto de herramientas de ingeniería genética que permiten modificaciones precisas en el genoma animal, vegetal o de un microorganismo sin introducir material genético foráneo de otras especies como sí ocurre con la transgénesis o los Organismos Genéticamente Modificados (OGM). Para Agroindustria, la edición génica puede ser una llave de progreso tecnológico en el país.
-¿Qué piensa sobre la edición génica?
-Es un campo enorme: es trabajar como lo ha hecho la naturaleza, pero
acelerando los procesos. Esta técnica apunta a un gen específico: se corta con
tijeras génicas y ese gen se reconvierte. Permite modificar un gen o apagarlo,
por ejemplo, si trae algo nocivo.
-¿Cuáles son los beneficios?
-Todo lo que sea realizado con edición génica sin incorporación de ADN
foráneo o externo es un mejoramiento genético tradicional desde el punto de
vista regulatorio. Así se caen todos los costos de regulación, porque
actualmente los que trabajan con transgénesis son generalmente grandes empresas.
El camino de mejoramiento genético a través de la edición génica permite ahorrar
tiempos y costos en el proceso de investigación. Así, actores como pymes e
instituciones públicas pueden aportar desarrollos innovadores a productores y
consumidores.
-¿Qué posibilidades tiene la Argentina de desarrollarla?
-Comienza a despegar y nosotros queremos que sea acá en nuestro país donde se
investigue. Desde el Estado vamos a hacer la regulación lo más simple y amigable
posible. Y también queremos comunicarlo bien y no cometer los mismos errores que
con la transgénesis, que generó mucho prejuicios.
-¿Qué puede aportar el país en edición génica?
-Queremos ser los primeros. Es una ventana enorme de oportunidades que hoy son difíciles de imaginar. Queremos que sea un cultivar nuevo, que no haya ningún tipo de burocracia. Por supuesto que otros países lo están haciendo, como Estados Unidos y Canadá por ejemplo, pero nuestro objetivo es que el mundo diga que en la Argentina es el lugar para hacer esto. La curva viene creciendo y ahora la vamos a acelerar. Tenemos la regulación para plantas y animales y vamos a sacar la de microorganismos editados genéticamente.
-¿Cómo sigue la aprobación de transgénicos?
-Este año vamos a llegar a nueve eventos transgénicos: fue un récord y todo un esfuerzo. Queremos aprovechar las dos tecnologías: no es una en contra de la otra.
Van a venir soluciones de los dos lados. El transgénico es más costoso por los sistemas regulatorios que imponen los países. La edición génica es un proceso más económico y más rápido: no es transgénesis, es una variedad. Es dirigido y más preciso. Además, no se detecta: si se analiza un maíz transgénico se detecta la transgénesis; en edición génica se detecta el mismo germoplasma.
-¿Qué opina sobre las posibilidades de un trigo transgénico?
-La Argentina producirá 20 millones de toneladas de trigo. En el mundo se producen 750 millones de toneladas de trigo. Todo el hemisferio norte siembra trigo: Canadá, Estados Unidos, China, la Unión Europea. Hubo muchísima investigación, pero nadie aprobó un evento biotecnológico de trigo, nadie.
-¿Y cómo ve el trigo resistente a sequía?
-No existe eso. Es como decir que hay una vaca resistente a no tomar agua. Hay distintos grados de tolerancia a la sequía, no es que sea resistente. Los mecanismos de tolerancia son complejos, existen y muchas veces atentan contra el rinde.
-¿Por qué Agroindustria decidió no aprobarlo?
-Hay que entender que sale un buque con un grano de trigo y rebota el buque completo. Pasó con Corea del Sur una vez. Poder segregar el trigo como algunos dicen, cualquiera que anduvo en el campo, sabe que no es cierto: tenés sembradoras, camiones, tolvas, etc. Un grano te puede generar un problema comercial tremendo. Nadie aprobó un evento así por este problema. Nosotros no vamos a hacer eso. Que quede claro que no estamos en contra del trigo resistente, pero poner en riesgo 20 millones de toneladas de granos, no.
Es importante aclarar que hay tolerancia cero de parte de nuestros compradores de trigo. No toleran ni un grano de trigo GMO en un embarque. No aceptan el concepto LLP (Low Level Presence) o cantidad máxima aceptada de un GMO mezclada. Y es imposible segregar el trigo con tolerancia cero.
Participación argentina en la OCDE
En otro tramo de la entrevista con LA NACION, Del Solar se refirió a la presentación de la devolución del primer estudio de revisión de Políticas Agrícolas de la Argentina por parte de la OCDE, en París, y donde participó junto al titular de la cartera de Agroindustria nacional, Luis Miguel Etchevehere, a fines de noviembre.
La secretaría de la OCDE realiza anualmente a todos sus países miembros esta revisión de sus políticas agrícolas mediante la cual se monitorea, evalúa y compara -en base a parámetros uniformes- las políticas agropecuarias aplicadas por los países miembros y todos aquellos que, como la Argentina, han aceptado integrarse al organismo.
La tarea implicó la recopilación de información del sector agropecuario para un período de 10 años. Una vez que el país es sometido a este estudio, se compromete a la actualización anual de la información allí contenida.
-¿Cómo les fue en París?
-Muy bien. Tenemos muchas expectativas. Este documento nos permitirá comparar nuestras políticas agrícolas con otros países de la OCDE. En el capítulo agropecuario tenés que abrir todos los datos y es muy riguroso. Tiene que ser información transparente porque todos los países miembros se comparan entre sí.
Nos llevó un año recolectar todos los datos. Hacía diez años que no se presentaban datos del sector porque no había cifras transparentes.
-¿Cuáles fueron los ejes de la presentación?
-Producción de granos, agricultura de precisión, ayuda a pequeños productores, cómo crecieron las exportaciones de carne 2015-2018. Y, sobre todo, la apertura de 160 mercados en tres años. Queremos ser el supermercado del mundo y tenemos con qué.
-¿Cuáles fueron las repercusiones luego de la disertación argentina?
-En privado nos decían que el argentino es un productor muy profesional, que por ejemplo después de una sequía enorme sembró un campañón. Destacaban cómo se adaptó a las dificultades y su resiliencia. Además, contamos cómo los grupos de productores comparten información y tecnología en el sector. También somos conscientes en las cosas que hay para mejorar: infraestructura, seguros, etc. El auditorio estaba colmado. Luis Miguel [Etchevehere] disertó con mucha pasión: fue muy preciso explicando el rol de un Estado presente que cuando no molesta el productor puede generar mucho más.
-¿Cómo sigue el proceso?
-Queremos que nos inviten a ser miembros de la OCDE. Hay muchos países que fueron más explícitos en querer que la Argentina entre: Estados Unidos, España, Francia. Después hay otros que no lo dicen, pero sabemos que sí.
-¿Cuáles son las expectativas de entrar a la OCDE?
-Nos fue muy bien en el capítulo agrícola, hubo mucho interés. Luego hay otros capítulos a nivel nacional que deberán ser evaluados, como los de transparencia, de educación. No es agro solo. Estamos muy contentos con el desempeño.
-¿Cuándo se decide?
-Puede ser en cualquier momento. En marzo de 2019 se va a presentar el trabajo que hicieron ellos sobre lo que expusimos nosotros, lo que ellos ven en nuestro país. El agro argentino puede jugar en primera y los miembros de la OCDE lo vieron.