“La fusión de grandes empresas sucede porque los negocios están bajo presión de aumentar sus beneficios, y la forma de hacerlo es combinar las compañías para tener mayor escala”, explicó hace pocas semanas Shay Eliaz, Strategy Partner de la consultora Deloitte, en diálogo con Clarín Rural. Eliaz, quien tiene una larga trayectoria analizando las tendencias de diversos sectores como el petrolero o el de las compañías químicas, explicó que “muy a menudo, cuando combinás los negocios adecuados pasas a tener las capacidades y la huella que no tenías antes”.
Según detalló el especialista, la industria de agroquímicos y semillas, en los últimos años estaba estructurada alrededor de seis grandes compañías: Monsanto, Dow, Dupont, Syngenta, Bayer y Basf. “Ahora, tras las fusiones, están las grandes tres (Tier 1), con Bayer-Monsanto probablemente con la mayor capacidad, pero ChemChina-Syngenta también es una combinación muy poderosa, y Corteva (unión de Dow y Dupont) es el otro gran jugador”, dijo, y añadió: “Esos tres grandes tienen una enorme capacidad tanto para semillas como para protección de cultivos, biológicos y agricultura digital. Después, en una segunda línea está Basf, que no es ni Tier 1 ni Tier 2, adquirió muchos de los negocios de Bayer y por primera vez es una compañía también de semillas. Están mirando a las Tier 1 pensando “ahí es donde deberíamos estar”. Y luego vienen las compañías Tier 2, que rondan facturaciones de 2 o 3 billones de dólares anuales. Estas compañías les ponen mucha presión a las Tier 1 porque incorporan las nuevas tecnologías sin necesidad de realizar tanta inversión en investigación y desarrollo”.
¿Cómo afecta este nuevo escenario a la industria? “La forma en que afecta a la industria en los próximos dos años es que las empresas estarán ocupadas en ver cómo se adaptan a la nueva situación. Por ejemplo, Bayer y Monsanto tienen dos culturas muy diferentes. No solo porque una es alemana y la otra norteamericana, sino también por la forma en la que piensan en la innovación, la disposición al riesgo de cada compañía, la forma en la que abordan el mercado y los productores… Entonces, tienen un gran desafío por delante en lograr funcionar como una sola compañía”, dijo Eliaz.
A la vez, hay un marco regulatorio cada vez más exigente en materia de lo que se puede usar y lo que no se puede usar en la agricultura. Al respecto, el especialista de Deloitte afirmó: “Los consumidores en muchos países empiezan a exigir que su comida tenga menos químicos, menos OGM… todas esas cuestiones están abiertas, hay mucha presión de consumidores y gobiernos”.