En los alrededores de la Pista Central de Palermo, los participantes están atentos a escuchar su nombre por los parlantes para ingresar a la arena. La jura se realiza sobre el animal, evaluando la morfología de su andar, la presentación y el estado general del caballo. También se observan y califican los aperos con todos sus componentes: telas, platería, sogas, así como la vestimenta y la postura del concursante.
Diego García es de General Rodríguez, provincia de Buenos Aires, fue dos veces consecutivas campeón en Caballos de Trabajo y este año concursó en la categoría Recados de Lomillos Chapeados, uno de los más antiguos y lujosos. El Jurado observa las matras, las boleadoras, y el juego de cabezada. García entró a la Pista Central de Palermo con chiripá de vicuña, calzoncillo cribado, nazarenas de plata, entre lo más destacado de su indumentario, luego de haber clasificado en la ciudad de Pergamino. Su pilcha fue realizada por el platero Cándido Silva en la época de Juan Manuel de Rosas. "La tradición se respeta con sencillez", dijo. Y agregó: "En los Concursos todos tratan de traer lo mejor".
Roberto Muñoz, de la localidad de Carmen de Patagones, obtuvo el primer premio en la categoría Pasadores Cortos de la Llanura Bonaerense. "Clasifiqué en noviembre del año pasado en Bragado, y ya entré a la final de hoy, donde participamos 11. Para estar acá, hicimos más de 1000 kilómetros. Es una de las categorías más concurridas. También gané el año pasado acá en Palermo", contó con orgullo, señalando la cucarda. Luego, agregó: "Esta es una categoría de lo más contemporáneo, de las décadas de 1930 a 1950. Las otras categorías representan períodos más antiguos de la historia de los emprendados y aperos tradicionales. Cuanto más viejas, más difícil es, porque es más complicado conseguir las piezas de época, y es más caro también".
Un concursante oriundo de Sol de Mayo, partido de Navarro, Juan Miguel Giles, resultó campeón en la categoría de Recados de Bastos de Sogas y es la primera vez que participa luego de haber sorteado la exigente clasificación en Roque Pérez. Su caballo se llama 203, tiene cinco años e impresiona por su andar imponente. "La mayoría trata de usar caballos de raza Criolla, pero hay muchos con muy buenos mestizos", aseguró.
Acodados en la tranquera
En la categoría Caballos de Trabajo, el segundo premio fue para Sofía Altamiranda, una joven de 19 años, oriunda de Mercedes (provincia de Buenos Aires) que comenzó a participar el año pasado. "La pasión por los caballos viene de mi abuelo y de mi padre. Gracias a ellos los conocí, me animaron a participar y mientras pueda voy a seguir", aseguró. "Es emocionante, parece increíble estar acá", relató sobre su presencia en la Pista Central, donde recibió el aplauso del público y el elogio del Jurado.
Su caballo tiene trece años se llama Noble, "y hace honor a su nombre", contó. "Trato de estar el mayor tiempo posible con él. Es necesario conocerlo, adiestrarlo y mantenerlo, son las cosas más importantes para interpretar al caballo que responda a lo que se le pide. Hay que sentirlo, para saber cuándo va bien", describió. Aspira a poder estar en otras categorías donde se pone especial atención en el recado y las pilchas, pero disfruta mucha de este presente mostrando destreza y saber lo que se hace en el campo.
"Debemos controlar nuestra vestimenta, estar todo lo mejor posible, presentable... Es un concurso campero, pero hay que estar bien", dijo Sofía, que luce botas de cuero caña alta, bombacha de campo, camisa, faja, pañuelo tendido, poncho y sombrero.
Sofía llegó a esta instancia luego de clasificar en la Fiesta del Caballo de Bragado, y que junto con los certámenes que se desarrollan en Pergamino y Roque Pérez forman el exigente circuito que deben sortear -sumando puntos- para llegar al máximo escenario, que es el Concurso Nacional de Palermo.