-¿Qué hace que todavía no ha cosechado esos maíces, camarada Don Productivo? Encima que tuvimos una campaña complicada, usted jugando con fuego.
–No se alarme, compañero Don Tecnológico. Los contratistas están a pleno en la recta final con la soja y luego le tocará al cereal. Pero estoy tranquilo: con las innovaciones biotecnológicas que hemos incorporado en los últimos años, cada vez duran más tiempo en la caña y con muy buenas condiciones.
–Transmisión de pensamientos: justo venía con la idea de compartirle algunos datos que me llegaron esta semana sobre los beneficios económicos, sociales y ambientales que ha tenido el desarrollo de los cultivos transgénicos en las últimas dos décadas.
–¡Qué interesante! Soy todo oídos.
–Se trata de un informe titulado “Impactos socioeconómicos y ambientales de los cultivos genéticamente modificados entre 1996 y 2016”, elaborado por la consultora PG Economics.
–¿Y qué dice? Enumere, mientras termina de hervir la pava y se enfría la torta frita.
–Primer dato sobresaliente: en las últimas dos décadas, la adopción de cultivos transgénicos ha permitido ahorrar un 18,4 por ciento el uso de herbicidas e insecticidas. Segundo dato: por más de 21 años, los OGM han sido los responsables de la producción adicional de 213 millones de toneladas de soja, 405 millones de toneladas de maíz, 27,5 millones de toneladas de fibra de algodón y 11,6 millones de toneladas de colza o canola. Y todo esto sin usar más tierra, gracias a la mejora de los rindes por la biotecnología. Es decir, dos ayudas al ambiente: menos agroquímicos y menos presión de la agricultura sobre los hábitats naturales.
–Déjeme sumar: o sea que son 650 millones de toneladas más de alimentos que se produjeron sin necesidad de voltear más árboles y con menos aplicaciones de agroquímicos. Evidentemente, hay ciertas proclamas que, más allá de no tener sustento científico, encima entran en una clara contradicción entre sí.
–Sabía que estos datos iban a dar pie a sus comentarios. Ahora soy yo quien lo escucha.
–Es sencillo: vivimos recibiendo de agrupaciones ambientalistas fuertes cuestionamientos hacia el uso de fitosanitarios, y la más famosa de estas asociaciones a nivel mundial tiene a los transgénicos como uno de sus principales enemigos. Y otro de los reclamos repetidos es contra los desmontes cuando, como usted bien lo ha remarcado, los OGM ayudan a reducirlos. Es decir que, si se unifica todo, el pedido sería una agricultura sin transgénicos, sin agroquímicos y sin desmontes. Lo que, irremediablemente, significaría menos producción de alimentos para un mundo que los requiere cada vez más. Dudo que haya un mayor objetivo en el mundo que acabar con el hambre de muchas personas, ¿no le parece?
Por Favio Ré