SAN PABLO - Los exportadores brasileños de granos pueden beneficiarse de las crecientes tensiones comerciales entre los Estados Unidos y China tras el anuncio del presidente estadounidense, Donald Trump, de aplicar aranceles a las importaciones de acero y de aluminio, dijo ayer Carlos Fávaro, vicegobernador de Mato Grosso, el mayor Estado productor de granos de Brasil.
El país sudamericano es el principal exportador global de productos agrícolas como soja, carne vacuna y de pollo, azúcar y café. Y China es el mayor importador de soja, con compras por 95,5 millones de toneladas en 2017, de los cuales más de la mitad tuvieron su origen en Brasil. "Las señales de tensión entre los Estados Unidos y China pueden ser una gran oportunidad para Brasil, dada nuestra vocación por producir granos", dijo Fávaro.
Agregó que se pueden expandir los vínculos comerciales con China, un país que en los últimos años invirtió en el sector agroindustrial brasileño y en proyectos de infraestructura. "China necesita nuestras materias primas y nosotros necesitamos fuertes lazos comerciales con ellos, pero manteniendo nuestra soberanía", dijo Fávaro.
Jason Hafemeister, consejero comercial del Departamento de Agricultura de EE.UU., dijo a Reuters la semana pasada que los estadounidenses temen que China pueda imponer barreras comerciales a las ventas de granos de los Estados Unidos si las relaciones comerciales entre las dos mayores economías del mundo empeoran.
Por otro lado, una posición comercial más dura de Estados Unidos con respecto a México benefició a los agricultores brasileños, que en 2017 exportaron diez veces más maíz a los mexicanos, ante temores de que las negociaciones del Tratado de Libre Comercio para América del Norte pudieran perjudicar sus suministros del cereal.
Ayer, la firma Agroconsult estimó en un récord de 71,3 millones de toneladas las exportaciones brasileñas de soja durante 2018. Por su parte, el jueves, la Asociación Brasileña de Industrias de Aceites Vegetales elevó de 65 a 68 millones de toneladas su cálculo sobre las ventas externas de soja. Prevén que la menor oferta argentina, por la sequía, torne viables estas metas.