La amenaza de Luis Barrionuevo es una muestra de debilidad, no es una muestra de fortaleza. Lo que dijo sin decirlo expresamente es que el Gobierno la va a pasar mal si continúa investigando a los sindicalistas y hasta puede irse antes de tiempo.
No hace falta echarle agua. Tampoco hace falta echarle agua a lo que le pasa a Barrionuevo para entender hoy a Barrionuevo. Detrás de lo que dice hay una mezcla de cuestiones personales y de cuestiones políticas y gremiales.
Por si no se recuerda, Barrionuevo es el mismo que dijo que “trabajando nadie hace plata” y que “debemos dejar de robar por dos años”. También, que era un “recontra alcahuete de Menem”. No puede con su genio y a menudo se va a la banquina.
Ahora está peleado con Macri o Macri lo dejó de lado, que es otra manera de entender por qué dijo lo que dijo aunque lo que dijo no es precisamente la mejor manera de amigarse.
Hubo un cortocircuito y una discusión fuerte a fines de agosto por la huelga general que terminó en un papelón para la CGT y un costo grande para él mismo: Macri echó a Ezequiel Sabor, un hombre que le respondía y que era el viceministro de Trabajo.
Un dato más: Barrionuevo es empujado a la pelea con Macri por su esposa Graciela Camaño, mujer brava y una de las primeras espadas si no la primera de Massa en Diputados.
Camaño se radicalizó en el debate por la reforma previsional. Y Barrionuevo acompañó: jugaron en tándem. Llegó a ordenarle al garajista y triunviro de la CGT Carlos Acuña que declarara el paro contra el proyecto un domingo, sin consultar con nadie.
A Barrionuevo le pasa también que necesita ganar protagonismo para evitar que se profundice la diáspora en la tropa que aún le responde. Le ha quedado un puñado de gremios como Viajantes, Perfumistas, Seguridad y el Vidrio. A diferencia de Moyano que tiene el soporte de Camioneros, Barrionuevo tiene al sindicato gastronómico. Su fortaleza no está ahí sino en su capacidad para articular relaciones de ida y vuelta con el poder.
Un Barrionuevo lejos del poder no les sirvea los sindicatos que están con él. Será para ver cómo andan sus cuentas y los porotos que junta cuando convoque al tradicional asado de verano en Mar del Plata. Un remedo del que hacía el metalúrgico Lorenzo Miguel en el Silvio Hotel de Mar de Ajó.
Hasta aquí las cuestiones personales y las cuestiones políticas y gremiales de Barrionuevo. El contexto no ayuda a Barrionuevo en su apriete al Gobierno y peor: el contexto lo somete al riesgo de quedar embarrado en el destape de la mafia y corrupción sindical.
El último episodio: la cúpula de la UOCRA de Bahía Blanca fue detenida por asociación ilícita y extorsión. En la redada apareció de todo: armas, drogas, dólares , millones de pesos y hasta una máquina de contar dinero.
Cobra María Eugenia Vidal que los había denunciado y cobra Macri que tiene a la UIF, la unidad antilavado, detrás de cada investigación. Y de paso saca algún rédito el siempre listo Gerardo Martínez que ve cómo le limpian los enemigos internos. El hizo lo suyo: corrió a su segundo, de la tumultuosa filial de Santa Cruz, donde la UOCRA operó como fuerza de choque del kirchnerismo.
¿Y qué tiene que ver el podador de gastos Dujovne con todo esto? Nada. Solo que en medio de la crisis estrenó una casa de más de 1,5 millón de dólares en José Ignacio, Punta del Este. Podía haberlo evitado.