Acaba de publicarse el informe que realiza la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos) y la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), denominado “OCDE-FAO, Perspectivas Agrícolas 2016-20”
Un repaso sobre éste deja en claro que la última década habría logrado un crecimiento sin precedentes en la demanda de productos agrícolas.
Y tal crecimiento se refiere no sólo a los cereales sino también a las oleaginosas.
En el período 2004-06 y 2014-16, el total consumido de cereales como trigo, maíz, arroz y otros granos gruesos se incrementó de 2 billones de toneladas a 2,50 billones. Se trata de un aumento de ¡500 millones de toneladas!
Por ello, la brecha entre los países desarrollados y en desarrollo (excluyendo a Africa Subsahariana) estaría reduciéndose; y el consumo per cápita en algunos países en desarrollo ya habría superado al promedio de los desarrollados.
Este extraordinario aumento proviene, fundamentalmente, del crecimiento del PBI por habitante de China y del aumento en la producción de biocombustibles por parte de los países desarrollados.
En el primer caso, la demanda china por carne exigió la importación de granos como la soja y los cereales para alimentar el ganado.
Y en el segundo caso, las políticas de apoyo a la producción de combustibles de origen vegetal impulsaron la demanda de maíz, de caña de azúcar y de aceites de vegetales.
De acuerdo al informe, los factores citados seguirían influyendo, en la próxima década, sobre la demanda mundial aunque, seguramente, su peso disminuiría relativamente.
¿Las razones expuestas? El crecimiento de China se está desacelerando. Y además, los biocombustibles están sujetos a los precios del crudo, algo que por ahora, no puede preverse como factor visiblemente alcista.
La soja juega un importante papel en el informe. Sobre todo en lo que respecta al aceite.
La demanda de aceite vegetal para consumo humano en los países en desarrollo se expandirá notablemente. En 2025, los países en desarrollo (excluyendo a Africa Subsahariana) consumirán casi lo mismo que los desarrollados.
Así las cosas, este informe, en buena parte, debería hacer de soporte sobre los precios.
Pero vamos a ver qué está pasando, ahora, con la soja…
Con respecto a los precios de la oleaginosa, en el mercado local -ahora que acaba de comenzar la siembra- hay que destacar que, con relación al año pasado, el último trimestre muestra precios superiores.
El gráfico (BCR) es muy elocuente. Los precios a mayo (MATBA) son hoy, al inicio de la siembra, visiblemente más elevados.
La explicación vendría de la retención de mercadería cuyos tenedores se resisten a desprenderse. Sólo cuando de mercado registra en el disponible un precio superior a $4.500.- se acentúan las ventas locales.
Las ventas de la presente campaña son claramente menores. A la fecha se habría vendido, según la BCR, el 66% de la producción, por debajo del 74%, que es el promedio de los últimos cinco años.
A ello cabe agregar la fuerte demanda China, los menores rindes observados en EE.UU., una más reducida cosecha estimada en Brasil, una proyección de menor producción en nuestro país y los pronósticos climáticos que refieren a la posibilidad de un episodio de fenómeno Niña.
Estos elementos sirven para tomar decisiones sobre cuándo comercializar la soja… ¿no?