Luego de los aranceles impuestos por la administración Trump al biodiésel
importado de la Argentina, que en la práctica equivalen a su prohibición lisa y
llana, los americanos están comenzando a darse cuenta de que la medida no ha
sido muy acertada y todo indica que se ha tomado sobre la base de un ataque de
nacionalismo, sin un análisis previo de la economía del negocio.
En primer lugar, EE.UU. no puede reemplazar con su producción de biodiésel el volumen que era abastecido por la Argentina, que en 2016 totalizó 1,5 millones de toneladas. Veamos, EE.UU. exporta 1 millón de toneladas de aceite crudo de soja por año. En la teoría, ni derivando el 100% de sus ventas de aceite de soja para ser utilizadas para biodiésel en su mercado interno les alcanza para compensar la caída de 1,5 millones de biodiésel importado. En la práctica los americanos mantienen su mercado de exportación de aceite de soja y no derivan un solo litro para su mercado interno.
Las proyecciones del USDA para el 2017/18 muestran un aumento de la molienda
de soja americana de 1,23 millones de toneladas de soja. Este volumen de
molienda equivale a una producción de aceite de soja con destino a biodiésel de
221.000 toneladas, muy lejos de los 1,5 millones de toneladas importadas. En el
mismo informe el organismo proyecta un aumento en el consumo de aceite de soja
(uso comestible y biodiésel) de 500.000 toneladas para 2018, que no concuerda
con las 221.000 toneladas de aceite de soja resultantes del aumento de su
molienda. Algún cálculo parece estar mal hecho.
El otro factor por el cual los americanos no pueden aumentar su producción de aceite de soja/biodiésel en su mercado interno es la estructura del sector procesador de soja. La cantidad de empresas que procesan grandes volúmenes de biodiésel no superan las 10 y están en distintos Estados, como Iowa, Dakota del Norte, Ohio, Arkansas, Indiana, Missouri, Texas y Wyoming. El costo del transporte interno para recibir el aceite en la planta industrial y el costo adicional por entregar el biodiésel a los centros de mezcla provocan un considerable aumento en los precios del gasoil en boca de surtidor, que lo termina pagando el consumidor americano.
En algunos estados el costo por galón ya llega a US$ 1, y en los últimos meses el aumento ha sido considerable. El 31 de julio la gasolina en el mercado mayorista estaba en US$ 0,69 por galón y hoy se cotiza a US$ 0,80, con un aumento del 16%, que coincide con el momento en el que Trump aplica los aranceles al biodiésel de la Argentina. No pensamos que esta haya sido la principal causa, pero es llamativa la coincidencia de las fechas. En definitiva, el consumidor americano termina pagando el costo del biodiésel "nacional y popular".
Mientras tanto, la Unión Europea está recibiendo una fuerte presión de su industria para elevar los aranceles a la importación de biodiésel proveniente de la Argentina. Ya no existen dudas, nuestro país es el más competitivo del mundo para procesar soja, elaborar aceite y exportarlo, y finalmente, procesar el biodiésel para consolidar sus mercados de exportación.
En cuanto al impacto sobre el mercado de soja, el anuncio de menores precios por menor demanda de exportación de biodiésel no se ha cumplido. Sin embargo, hay un dato para no descuidar, el productor tiene en sus manos 30 millones de toneladas de soja que en algún momento necesitará vender. Cuando ello ocurra, el valor de la soja disponible bajará por fundamental y no por anuncios, y es probable que termine por arrastrar a los precios de la soja de la nueva cosecha.