La Argentina es el principal exportador de biodiesel del mundo y su más importante destino es Estados Unidos, con 1,5 millones de toneladas por un valor de 1200 millones de dólares. Pero ese gran negocio para nuestro país se vio interrumpido de manera repentina e inesperada por el gobierno de Trump, que aplicó aranceles de 57% promedio a la entrada de biocombustible argentino. Y la gran incógnita ahora es conocer qué alternativas tienen a mano los productores nacionales para enfrentar el actual panorama.
"No hay muchos destinos que compren biodiesel, ya que es un combustible verde y sustentable pero más caro que el gasoil. Los consumidores son los países ricos que tienen una mayor consciencia ambiental, como Estados Unidos o Europa", afirma Luis Zubizarreta, presidente de la Cámara Argentina de Biocombustibles (Carbio), quien considera que las negociaciones que se encaren en el futuro con los Estados Unidos serán cruciales para definir el futuro de la producción local.
"Hay todavía instancias para revertir la situación, ya que estos aranceles que nos impusieron son provisorios y están dentro del marco de una investigación", asegura. En ese sentido, el gobierno nacional inició conversaciones con el Departamento de Comercio de Estados Unidos para negociar un "acuerdo de suspensión" de los aranceles y establecer un volumen y precio de exportación consensuado entre las partes. Como herramienta de presión, la Argentina cuenta además con el antecedente de la Organización Mundial del Comercio (OMC), que falló en marzo a favor de nuestro país en un planteo similar presentado en 2013 por la Unión Europea (UE) y que implicó el cierre de ese mercado para nuestro país.
Así, tras haber hecho "todos los deberes", Argentina ganó el litigio y logró
que en pocos días se reabra el mercado de biodiesel de la Unión Europea, luego
de que se aprobara la readecuación de aranceles conforme al fallo de la OMC, que
determinó la inconsistencia de los derechos anti-dumping definitivos impuestos a
las importaciones de biodiesel argentino. De esta forma, según los analistas, se
espera que haya un flujo de ventas que probablemente se reduzca a la mitad del
volumen histórico. En tanto, los aranceles bajaron del 24% promedio al 8,5%.
Víctor Castro, director de Carbio, sostiene que "la importación de aceite para uso industrial tiene que pagar en Europa el 3% y el grano de soja no paga nada. Argentina tiene una política para tratar de darle valor agregado en origen y ellos quieren dar valor agregado en destino".
El virtual bloqueo a las exportaciones de biocombustible argentino traerá aparejado otros efectos colaterales. "Si Argentina dejara de producir biodiésel tendría que primarizar sus exportaciones. Y al ser el principal proveedor mundial de aceite de soja (insumo para la producción de biodiésel) enviaría mucho más volumen al mercado con una consecuente depresión de los precios", argumenta Castro. En ese sentido, desde Carbio destacan la reciente reapertura del mercado de China para el aceite de soja, que estaba cerrado desde hace dos años. "Todo suma. El objetivo es tener más clientes y más demanda. Después los precios y el mercado definirán donde vendemos qué cosas", añade Zubizarreta.
Pero más allá de los inconvenientes en el mercado externo, la producción también encuentra su techo en el ámbito local, debido al límite de corte permitido. No obstante, la Argentina ha ido avanzando. "En el 2010 empezó con un 5%, después llegó a un 7% y fue evolucionando hasta el 10% actual", cuenta Castro. "Existe la posibilidad de elevar ese nivel y es una de las alternativas que se está evaluando. El proyecto está en carpeta y hay que analizarlo profundamente", agrega Zubizarreta.
Pero para incrementar el corte, que se encuentra congelado desde 2014, hay algunos ajustes que primero habría que desarrollar dentro de los parques automotores. "Desde Carbio hicimos ensayos con cortes de hasta el 20% que han funcionado muy bien. Inclusive, en algunos motores más pesados se ha podido incorporar hasta un 100%. Evidentemente tenemos oportunidades para seguir avanzando. Sobre todo en algunos sectores como el agro o la generación eléctrica. Habría que hacer ajustes de logística, como la incorporación de surtidores especialmente preparados para ese corte. Pero realmente la mayor disponibilidad de biodiesel es posible y es necesaria también una decisión política hacia ese sentido".
Actualmente hay unas 35 firmas, la mayoría pymes, que están abocadas a la provisión del mercado interno de biocombustibles. Son las grandes empresas las que se orientan a la exportación. "En biodiésel son bajas las emisiones de gases y de quemado. Así que realmente desde el punto de vista ambiental su uso es un beneficio. Así como también lo es desde el punto de vista económico, dando mayor valor agregado a la cadena de soja y sosteniendo sus precios", finaliza Castro.
Por Luis Zubizarreta, presidente de Carbio