Tras la postergación que este año se hizo de la baja escalonada del 5%, el
gobierno nacional planea reducir las retenciones a la soja en un 0,5% mensual a
partir del 1ro. de enero de 2018, llegando a una rebaja del 12% al 31 de
diciembre de 2019. Es decir, una vez concluido el mandato de Mauricio Macri, la
oleaginosa estaría pagando un 18% de retenciones. Frente a esto cabe
preguntarse, ¿cuál será el impacto real de esa medida en el futuro? ¿Habrá una
expansión del área sojera?
Según el director de Investigación y Desarrollo de la Asociación Argentina de Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola (Aacrea), Federico Bert, esta medida no influirá en las decisiones que tomen los productores para la campaña 2017/2018.
"Al ser una quita tan gradual, para el corto plazo no espero grandes cambios
en las variables típicas como cantidad de área sembrada, nivel de inversión
tecnológica y resultado esperado. Hay que tener en cuenta que, al momento de
cosechar en 2018, las retenciones habrán bajado solo entre el 2 y 2,5%.
Estornuda el mercado de Chicago, donde se fija el precio de la tonelada, y ya lo
perdiste. Así que no creo que ese porcentaje influya al momento de tomar la
decisión de qué sembrar este año", afirma Bert.
En cambio, el especialista considera que la rebaja podría influir en la campaña 2018/2019, ya con una quita cercana al 8% al momento de cosechar. "En ese momento habrá una baja más significativa y la rentabilidad será un poco mejor. Teniendo en cuenta que el 60% son arrendatarios, lo natural sería que además aumenten los alquileres y una parte de esa mejora se transfiera a los dueños de la tierra en el mediano plazo. También podría haber más inversión en fertilización y en el paquete de variedades".
En lo que respecta al área sojera, Bert indica que quizá aumente en la 2018/2019, aunque en un porcentaje menor. "Me refiero a alguna zona agrícola menor, cercana al 2%, que hoy está fuera de juego y que para 2019 vuelva a ser rentable. También hay que ver qué tan competitivos van a ser los otros cultivos en ese momento. Porque, si bien la soja no bajó tanto, últimamente los productores se han volcado bastante hacia el trigo y el maíz".
Además, Bert considera que, a pesar de esa reducción, no habría grandes inversiones en otro tipo de tecnologías más sofisticadas. "En el mediano-largo plazo podría repercutir en una leve incorporación de agricultura de precisión, pero no creo que se desencadene un vuelco masivo hacia ese tipo de tecnologías", expresa.
"Estimamos que la recaudación fiscal sería mayor si se quitaran las retenciones. Porque aumentaría el margen de rentabilidad de un montón de productores que luego estarían abonando más impuesto a las Ganancias. La baja de retenciones tiene un impacto fiscal directo y efectivo que nadie puede evadir", asevera.
Lejos del puerto, otra realidad
La pérdida de rentabilidad de la soja se agudiza a medida que los productores se van alejando del puerto. De hecho, para los productores norteños la situación se vuelve cada vez más crítica. "Deben afrontar mayores costos con un rinde menor debido a que en esa zona hay más malezas y enfermedades", indica Bert.
Un factor fundamental que afecta la subsistencia de los productores norteños es el elevado valor del flete. "Para que te des una idea, en la localidad bonaerense de Chacabuco, a menos de 200 kilómetros del puerto, el flete representa aproximadamente un 12% del ingreso bruto. Imaginate lo que significa para los productores del norte, a más de 500 kilómetros del puerto", dice Bert.
La cifra resulta muy significativa si se tiene en cuenta, como surgió de una reciente encuesta realizada por AACREA entre 1100 productores, que el objetivo de ganancia de quienes hacen soja ronda entre el 10% y el 15% de la inversión en dólares.
Ante esta realidad, el Gobierno nacional anunció que reintegraría un 5% de las retenciones por tonelada a los productores de Formosa, Salta, Jujuy, Santiago del Estero, Tucumán, Corrientes, Misiones, Catamarca, La Rioja y Chaco. El tope de la devolución será hasta las dos mil toneladas.
Sin embargo, el productor y representante de Acsoja en Tucumán, José Mejail, afirma que, por cuestiones metodológicas, hasta el momento solo se ha implementado en un par de casos localizados en Santiago del Estero.
Mejail estima que, de los aproximadamente 350 dólares que vale la tonelada en Chicago, le quedan 200 dólares descontadas las retenciones, los fletes, impuestos provinciales e Ingresos Brutos. Teniendo en cuenta que el promedio de la zona es de 2500 kilos por hectárea, cada hectárea dejaría un resultado de 500 dólares al que debe descontársele unos 360 dólares de costos de producción, por lo que el margen se reduce a 140 dólares. De allí hay que pagar impuestos como Ganancias y otros gastos fijos. "Sacado todo eso, terminan quedando apenas unos 40 dólares por hectárea en el bolsillo y ni hablar si además tenés que pagar el alquiler de un campo, como es mi caso. Por todo esto, con la devolución del 5%, que serían unos 45 dólares por hectárea en un rinde promedio de 2.500 kilos, duplicaríamos nuestra rentabilidad", analiza Mejail.
En ese sentido, agrega que también se compensaría una parte del alto costo que hay en el norte al momento de enviar la soja al puerto. "El flete en Tucumán es de unos 50 dólares por tonelada. Con 18 dólares que nos devolverían por tonelada, estaríamos cubriendo alrededor de un 40%", explica.
"Esa devolución para nosotros sería muy importante. Nuestro margen es muy ajustado. Esta realidad hace que el productor se endeude, invierta poco en tecnología, no renueve su parque de maquinarias y compre menos insumos hundiéndose en una espiral descendente. En definitiva, el más afectado por este esquema es el productor chico, que se le hace imposible seguir adelante", finaliza Mejail.