Casi 15 años después de su primer anuncio, en la Casa Rosada y con el
presidente Néstor Kirchner como anfitrión de una nutrida convocatoria
empresaria, la administración de Mauricio Macri terminará el Gasoducto del
Nordeste Argentino (GNA), la mayor obra que puso en marcha la gestión anterior,
que originalmente debía estar finalizada tres años después de su presentación
aquel día de noviembre de 2003.
La tarea está a cargo de Enarsa, la empresa estatal de energía, que desde mañana pondrá a la venta el pliego para terminar el último tramo del ducto, que recorre la traza entre Salta (desde donde llega el gas de Bolivia) hasta Formosa. De allí en más, el gasoducto troncal está terminado.
La obra demandará unos $ 1100 millones y debería estar terminada en el primer
trimestre del año próximo, según los requerimientos de Enarsa. En total, el GNA
le costará al país unos US$ 1800 millones.
El tramo que se licita ahora reemplazará a la empresa Vertúa. En mayo del año pasado, la nueva gestión de Enarsa, a cargo de Hugo Balboa, le rescindió el contrato, entre otras cosas, porque sólo había construido el 53,92% del denominado EPC 1 (100 kilómetros), un tramo de 203 kilómetros, cuando otras constructoras tienen avances muy superiores. El trabajo de la ganadora consistirá en revisar lo hecho y terminar el proyecto.
Más chico y más tarde
En su versión original, el proyecto contemplaba llevar el gas a varias provincias que hoy no tienen ese recurso, entre las que se contaban Corrientes y Misiones. La última versión, en cambio, prevé construir un gasoducto de 1448 kilómetros para llevar el gas de Bolivia a través de Salta, Formosa, Chaco, Corrientes y Santa Fe hasta las cercanías de Buenos Aires.
La primera referencia pública al proyecto surgió el 6 de noviembre de 2003, en el II Encuentro Federal de Industriales, en Rosario. Participaron los ministros de Economía, Roberto Lavagna, y de Planificación, Julio De Vido.
La iniciativa había surgido de las oficinas de Techint. Sus técnicos lo consideraban un proyecto perfecto: traería el gas de Bolivia, donde la empresa de la familia Rocca tenía producción, a una Argentina cuya recuperación económica obligaba a las empresas -entre ellas las siderúrgicas del mismo grupo- a consumir más energía.
Menos de un mes después, Néstor Kirchner y Paolo Rocca anunciaban el proyecto en la Casa de Gobierno. Estuvo la crema del empresariado argentino en un acto dirigido al sector privado: Luis Pagani (Arcor y presidente de AEA), Alejandro Bulgheroni (Pan American Energy), Santiago Soldati (Sociedad Comercial del Plata), Amadeo Vázquez (Telecom) y Oscar Vignart (Dow Chemical).
Más tarde, la oposición planteó reparos a la propuesta del grupo privado y Kirchner decidió continuar la idea en la órbita del Estado.
La intención oficial es que, una vez terminado, el GNEA sirva para traer gas de Bolivia. Aún resta saber cuándo ese país podrá aumentar las exportaciones a la Argentina.ß
Suman generación
El sábado pasado se pusieron en marcha las centrales térmicas Pérez y Cañada de Gómez, en Santa Fe, que estarán disponibles para atender el mayor consumo del próximo verano. De esa manera, informó el Ministerio de Energía, están generando 10 centrales contratadas en el marco de la Resolución 21, con un total de 774 MW, equivalente a la capacidad de generación de la central nuclear Atucha II. La inversión, estimada en US$ 696 millones, fue hecha por capital privado y su repago se realizará por contratos de largo plazo.