Nuestra producción es con cultivos extensivos, haciendo hincapié en cebada, trigo, maíz y girasol. El maíz es uno de los que más ha evolucionado en los últimos tiempos, lo que lo llevó a ganar superficie, aún donde hace un tiempo atrás era impensado producir el cereal. Me refiero a lotes someros en los que predominaba la rotación de cultivos de fina y soja de primera y de segunda. Claramente, esta rotación es positiva en balance de carbono, diversidad, estructura del suelo, manejo de malezas, etcétera. Esto se debe a una mejora en los materiales utilizados, que se adaptan a distintas zonas, teniendo como características una gran capacidad de compensación a baja densidad y excelente adaptación al estrés.

A esto hay que sumarle cambios en la tecnología de manejo del cultivo que facilitan la adaptación a los ambientes restrictivos. Estos cambios se basan en tres técnicas: fecha de siembra tardía, fertilización y densidad de plantas. Obviamente, en lotes de elevado potencial de rendimiento, el maíz entra nuevamente en la rotación desplazando a la soja dado su mejor precio. Esto se debe básicamente a una cuestión de números. Pero en zona continental, con suelos someros, los planteos de maíz con fechas de siembra retrasadas buscando no exponer al periodo crítico en momentos de elevada demanda atmosférica y densidades de siembras bajas, lo vuelven una opción realmente interesante.

Este paquete tecnológico también puede ser visto como una forma de diversificar riesgos, posicionando el período crítico de un mismo cultivo en dos momentos, independientemente del potencial ambiental.

La contracara de esto es que la fecha de cosecha se retrasa bastante, al igual que la cosecha, con lo que esto implica financieramente, y es posible que tengamos que pagar algún puntito de secada.

Esto lo vamos a poder ver claramente este año, donde la sequía en el sudeste de Buenos Aires durante el verano fue realmente importante afectando los rendimientos de los cultivos de verano. Inclusive bajo esta situación, los maíces con este manejo pudieron atravesar la sequía y reponerse.

El manejo de malezas es muy importante cuando manejamos bajas densidades, ya que la cobertura del suelo es menor durante el ciclo de cultivo, dando lugar al enmalezamiento de los lotes. En este punto hay que tener el sistema muy bien manejado. Hay que tratar de utilizar híbridos compensadores, con alta producción de granos por planta y lo más pesados posible. Estos híbridos, ante situaciones favorables pueden reaccionar y lograr rendimientos altos.

También es importante escoger híbridos de baja capacidad de macollaje. Híbridos con menor capacidad para macollar disminuyen el consumo de agua en biomasa con baja eficiencia para producir granos, la eficiencia en el uso del agua de estos cultivos debe ser prioritario. La combinación de baja densidad, la siembra tardía y una correcta fertilización estimulan a la planta a generar macollos de gran tamaño que son los que pueden disminuir la eficiencia del cultivo. Por último no dejar de lado una adecuada fertilización, ya que aunque posiblemente haya mayor mineralización de nitrógeno, no hay que dejar de lado una base con datos de análisis de suelo. Realmente creemos que el maíz tiene un piso de rendimiento elevado, por lo que los riesgos son menores que años atrás donde ante situaciones adversas tenía una mayor variabilidad.