Brasil "en llamas" en materia productiva (maíz y soja) y la Argentina bien en
números, más allá de las vastas regiones con pérdidas por inundaciones.
Así, ingresamos en el ciclo 2017/2018, con una plaza triguera sin sobresaltos (comenzando la cosecha en el hemisferio Norte, más del 90% de la producción mundial). En cuanto a los cultivos de cosecha gruesa, toda la atención está puesta en EE.UU., donde se verificaría un aumento importante del área sojera, en desmedro de la maicera y la "aduana" de la siembra ha sido superada sin mayores dificultades.
El mes crítico para el maíz es julio (floración de más de 33 millones de
hectáreas comerciales) y para la soja es agosto (llenado de grano de casi 36
millones). Es importante recordar que EE.UU. viene de tres cosechas consecutivas
que conforman el podio histórico en ambos cultivos, con 110 quintales por
hectárea en maíz el año pasado (récord absoluto) y con 35 quintales por
hectárea. en soja (también récord absoluto). Ello, como consecuencia de
tremendos avances en materia de genética y de biotecnología y como respuesta a
un nivel de precipitaciones en el período crítico (junio/agosto) que, para las
tres últimas temporadas, se ubica en el podio más llovedor desde 1895.
¿Se vendrá otro año similar, o se comprobará que "Dios es argentino"? Veremos. Lo que podría asegurarse es que entraremos en un período de alta volatilidad en Chicago, pues los "fondos" están muy vendidos en ambos productos y ello no es usual cuando se ingresa en el tradicional "mercado climático".
Ahora bien, ¿cómo debiera actuar el productor argentino ante semejante cuadro de situación? En trigo, nuestra plaza ya evoluciona ajena a la internacional. La cosecha fue mayor a la esperada y, en nuestra opinión, muy en línea con la estimación oficial (18,4 millones de toneladas). Con esos números, restaría colocar un saldo no menor al millón de toneladas en destinos extra-Mercosur, al tiempo que a Brasil le restaría comprar un volumen del orden de los 2,5 millones.
Ello deriva en una ecuación interesante para la plaza local, por la ventaja competitiva del trigo argentino en la vecina nación. Matemáticamente, se podría "soñar" con un trigo cercano a los US$ 200 por tonelada. No obstante ello, la actitud de la oferta podría "abortar" dicha posibilidad. Se aprecia mucho interés vendedor en el orden de los US$ 180, actitud entendible si se comparan alternativas de venta de otros productos con los valores en oferta.
En el caso del maíz, quienes sembraron maíz temprano tuvieron su premio en materia de precios y, a juzgar por los volúmenes vendidos, muchos aprovecharon tal circunstancia. Para el cereal tardío el panorama es distinto. El mismo ingresa en el circuito comercial junto con la "safrinha" brasileña y los precios ya son otros. Sólo queda la "esperanza" de que EE.UU. tenga un julio caluroso. Si bien no es bueno desearle el mal a nadie, "prender algunas velas" no pareciera mala idea (¿es justo y necesario?).
En el caso de la soja, la plaza evoluciona y evolucionará en línea con Chicago y, por lo tanto, al vaivén del clima en EE.UU. Difícil emitir pronósticos por lo tanto. Sólo es importante destacar el muy bajo nivel de ventas por parte de los productores. Históricamente bajo. Comprensible, por tres motivos: precios que no gustan tanto; oferta abundante de créditos en dólares a tasas nunca vistas y, como siempre, el hecho de ser la preferida como reserva de valor. "Siempre dicen que la soja va a bajar y nunca baja", pareciera ser la consigna. Bastante acertada por cierto, a juzgar por la historia. El clima en EE.UU. tendrá la última palabra.
El autor es presidente de Nóvitas SA