La bomba que estalló en Brasil por el escándalo de corrupción que amenaza al gobierno de Michel Temer, amenaza también a uno de los grupos proveedores de alimentos más grandes del mundo.
JBS, cuyos propietarios Joesley y Wesley Batista destaparon la olla que metió de lleno al presidente brasileño en el escándalo, ya viene sufriendo las consecuencias desde que se difundió la Operación "Carne Débil", en marzo de este mismo año, una operación de la Policía Federal de Brasil que reveló la adulteración y maquillaje de carne bovina y aviar en mal estado por parte de varias empresas.
Los escándalos parecen acosar a este grupo alimenticio que en la Argentina se posiciona con una fuerte cuota de mercado. Dueños de la marca de hamburguesas, salchichas, carne y conservas Swift y de Cabaña Las Lilas, maneja actualmente una planta procesadora en Villa Gobernador Gálvez, Santa Fe y tiene además un centro de distribución y una curtiembre en el país.
Además de proveer al mercado interno, su estrategia se basa en la
exportación, ya que la compañía es una abonada a figurar en los primeros lugares
en el listado de la Cuota Hilton, para exportar carne de calidad a países de la
Unión Europea. En la última lista que difundió el gobierno nacional, de
frigoríficos y establecimientos ganaderos con autorización para exportar cortes
enfriados vacunos sin hueso (para el período comprendido entre el 1º de julio de
2016 y el 30 de junio de 2017) se ubicó en tercer lugar, con 2600 toneladas
autorizadas. Sólo por detrás de Quickfood, controlada por la corporación también
brasileña BRF (Brasil Foods), con 3000 toneladas de cupo, y Friar, perteneciente
al Grupo Vicentin, con 2600 toneladas.
El cambio de Gobierno, tras la asunción de la administración Macri, pareció sentarle bien a la compañía, que tras la eliminación de las barreras a la exportación, anunció la intención de reabrir cuatro instalaciones frigoríficas, actualmente cerradas. Es que entre 2001 y 2006, la compañía apostó por la expansión en la Argentina, tiempos en donde los capitales brasileños afloraban, y avanzó con la adquisición de las plantas que la Compañía Elaboradora de Productos Alimenticios (CEPA) tenía en Pontevedra (Gran Buenos Aires), y en Venado Tuerto (Santa Fe), y con la compra de una fábrica de envases en Berazategui, entre otras adquisiciones. A partir de allí, comenzó a operar hasta ocho plantas de producción en tres provincias, que se sumaban a las 21 que tenía en Brasil, que terminaron siendo cerradas desde 2012, cuando entraron en vigencia las restricciones al comercio exterior. En el medio, JBS adquirió la marca de carnes de alta calidad Cabaña Las Lilas, perteneciente al Grupo Friar, por alrededor de u$s 4 millones.
Según había destacado Enéas Pestana, director de Operaciones para Sudamérica a mediados del año pasado, la compañía tenía expectativas en que la planta de Santa Fe (que en su momento empleaba a 1500 personas) alcance una producción plena, para luego reactivar otras cuatro instalaciones en el país. Además, el ejecutivo estimaba una ampliación de la capacidad de la unidad santafecina, que actualmente faena a 25.000 animales por mes. "Los cambios definitivamente están mejorando la situación y ayudando a reactivar a la industria de carne en la Argentina", afirmó Pestana.
La compañía llegó al país en septiembre de 2005, cuando se quedó con la operación de Swift-Armour, la principal productora y exportadora de carne bovina de la Argentina de ese entonces. En ese momento, le compró el frigorífico al empresario Carlos Oliva Funes, por u$s 200 millones. Dos años después, adquirió la pata estadounidense de Swift por u$s 1400 millones, para convertirse en el mayor frigorífico del mundo.
Fundada en 1953, la compañía tiene presencia en más de 100 países, con más de 125.000 empleados. Cuenta en su cartera de activos con marcas, además de Swift y Cabaña Las Lilas, como Friboi, Maturatta, Pilgrim�s, Gold Kist Farms, Pierce y 1855, y participa del procesado de carnes bovina, porcina, ovina y de pollo y en el procesamiento de cueros. Otro de sus hitos fue la adquisición en 2013 de Seara, la unidad de alimentos procesados de su coterránea Marfrig, por u$s 2750 millones.