PEKÍN (Reuters).- El rechazo de los consumidores chinos a los granos genéticamente modificados comenzó a reducir la demanda de aceite de soja, el principal aceite usado en las cocinas del país, y podría desatar una crisis multimillonaria en la industria de la molienda, que depende de la soja transgénica de EE.UU., Brasil y de la Argentina.

Las ventas de aceite de soja representan el 36% del aceite de cocina usado en China y supera en más de tres veces el consumo del segundo tipo de aceite. Dicho producto es fabricado casi enteramente con la soja importada, que en su gran mayoría es transgénica. El gobierno de China dijo que los alimentos transgénicos son tan seguros como los convencionales, mas los consumidores urbanos de mayor poder adquisitivo están sustituyendo el aceite de soja por aceites de girasol, almendra y de sésamo, todos libres de materiales genéticamente modificados.

Una encuesta de la firma Nielsen mostró que cerca del 70% de los consumidores chinos "limitaron o evitaron" comidas o ingredientes transgénicos. Esto ya afecta la venta de estos productos. "El aceite no transgénico está reemplazando gradualmente al aceite de soja", dijo Johnny An, director de la cadena Aramark, que sirve comidas para bancos, oficinas gubernamentales y escuelas en más de 60 ciudades chinas.

Esta situación causa "preocupación" en la industria procesadora de soja, dijo Paul Burke, director para a Asia del Consejo de Exportadores de Soja de EE.UU. Según este empresario muchas firmas "se verán forzadas a buscar nuevos mercados para su aceite de soja, aunque no habrá un impacto significativo en las importaciones de granos", ya que la demanda de harina de soja usada para la alimentación animal continúa robusta a medida que China amplía su industria de carnes.