El agro argentino está en condiciones de captar capitales del exterior que
buscan diversificar sus carteras, pero para lograrlo deberá corregir varios
problemas estructurales que afectan su crecimiento.
Esa es la principal conclusión que arrojó un debate que se realizó en la
Universidad Torcuato Di Tella (UTDT) con tres referentes de los agronegocios
frente a estudiantes de esa casa de estudios, coordinado por Nicolás Merener,
decano de la Escuela de Negocios de la UTDT.
"Hay superabundacia de capitales, como nunca antes pero los rendimientos son
cada vez menores por eso van a sectores como el agro", explicó José Gobée,
director de Goagro y consultor en agronegocios.
El número de fondos que invierten en la agroindustria se multiplicó por 3,6 en
los últimos diez años, dijo el especialista. "En 2005 había 62 fondos que
invertían en agro, mientras que en 2015 se contabilizaron 305", señaló.
De la misma forma, se multiplicó el monto que manejan. En 2005 sus carteras en agronegocios alcanzaban los 15.000 millones de dólares, mientras que al año pasado llegaron a US$ 58.000 millones. "Sin incluir la forestación, en 2030 podrían llegar a manejar 200.000 millones de dólares", estimó Gobée.
Algunos grupos agroindustriales argentinos -como Adecoagro, MSU o Los Grobo, entre otros- vienen captando estos fondos. Y muchos otros están a la pesca de oportunidades.
Entre los capitales externos se destacan los fondos de pensión que administran carteras previsionales y de ahorro, y los fondos soberanos, aquellos constituidos por los Estados por cuestiones estratégicas.
Entre estos últimos, Gobée citó el ejemplo de Arabia Saudita, país petrolero productor neto de alimentos. "Hasta hace ocho años tenía la estrategia de producir trigo y alfalfa, pero cuando se dieron cuenta de que el agua que usaban para riego se la quitaban a la población decidieron cambiar de criterio y buscar afuera fuentes de abastecimiento", dijo.
Uno de esos fondos, Salic, compró el año pasado con la multinacional Bunge el 51 por ciento de la ex junta de trigo canadiense y hace dos meses adquirió el 20 por ciento de MInerva, el tercer frigorífico de Brasil.
Otro segmento de capitales externos que está a la búsqueda de oportunidades es el de la innovación tecnológica, conocido como AgTech. En 2015 invirtieron 4600 millones de dólares, de los cuales el 36 por ciento fue para e-commerce en alimentos, el 15 por ciento en riego y el 8 por ciento en drones y robótica.
"Hay una oportunidad histórica para la región y faltan innovaciones que vayan más allá del uso de drones o celulares, sino que aporten soluciones efectivas a los problemas de los productores", sostuvo Gobée.
Gustavo Grobocopatel, CEO de Los Grobo, coincidió en que el país tiene buenas oportunidades, pero agregó que "hay que hacer que las cosas ocurran". Explicó que hoy la agricultura está frente a un cambio de paradigma en el cual un cultivo tiene cada vez más usos. "Una planta hoy se puede diseñar para alimento, energía, medicinas, vestimentas y enzimas industriales", ilustró. "La nueva revolución industrial va a venir del campo", se entusiasmó.
Carga impositiva
No obstante, el empresario agroidustrial advirtió que para no salir perjudicado el país debería cambiar instituciones y formas de organización. "Se vienen tiempos muy disruptivos y turbulentos, pero al mismo tiempo llenos de oportunidades", sostuvo.
Grobocopatel advirtió que al campo, como al resto de la economía, lo perjudica la "carga impositiva". Y cargó contra las retenciones que, en el caso de la soja, todavía se mantienen en el 30 por ciento.
"Con el anterior gobierno, entre el 70 y el 80 por ciento de la utilidad de la agricultura se la quedó el Estado; es el impuesto más injusto que existe, deteriora la relación insumo/producto", sostuvo, en referencia a que los productores reducen la inversión en tecnología por el peso de tributo.
Otra advertencia de los problemas que faltan resolver la presentó Alejandro Reca, hoy director de la fábrica de dulce de leche y lácteos San Ignacio y ex consultor en agronegocios. "Llevar un camión cargado con dulce de leche desde Londres a Bruselas cuesta 3000 pesos, mientras que desde Sauce Viejo (Santa Fe) hasta el puerto de Buenos Aires, sale 9000 pesos", sostuvo.