De acuerdo a los confusos argumentos que esgrimen algunas de las autoridades del BCRA, todo parece indicar que no parece ser que tengan muy en claro algunos principios básicos de política monetaria.
En forma confusa hablan de fijar la cantidad de moneda, de demanda de moneda y de la tasa de interés. Una mescolanza preocupante porque tienden a creer que la colocación de LEBACs a tasas inconsistentes con el sector real de la economía genera una absorción monetaria que pueden denominar demanda de moneda.
Veamos, lo primero que las autoridades del BCRA deberían tener presente es que la moneda es una mercadería como cualquier otra. Deberían recordar que la moneda es un descubrimiento del mercado que permitió pasar del trueque al intercambio indirecto haciendo más fluido el comercio.
Lo segundo que deberían considerar las autoridades del BCRA es que la moneda, que es una mercadería como cualquier otra, tiene la característica de ser aceptada ampliamente como medio de intercambio y como reserva de valor. La función de unidad de cuenta es derivada de ser reserva de valor. Para que una mercadería sea considerada moneda debe cumplir con estas características.
Ahora bien, como toda mercadería, la moneda tiene una demanda y una oferta. Veamos el tema de la demanda de moneda. ¿Qué es la demanda de moneda? La cantidad de pesos que la gente quiere tener en el bolsillo por si acaso. Si el BCRA emitió 100 y la gente guarda siempre en sus billetera por las dudas 20, la demanda de moneda es 20.
Ahora, la demanda de moneda puede aumentar o disminuir de acuerdo a las expectativas que tenga la gente. Si los agentes económicos creen que la inflación se va a acelerar, es probable que no guarde esos $ 20 porque sabe que si los guarda, cuando quiera comprar algo, con esos $ 20 podrá comprar menos bienes por efecto de la inflación. ¿Qué hace la gente en ese caso? Disminuye su demanda de moneda o, la inversa, aumenta la oferta de moneda que es lo mismo que decir que demanda más bienes y servicios. La gente sale a comprar antes que suban los precios.
Por el contrario, si piensa que los precios van a bajar, aumenta su demanda de moneda. Es decir, posterga la compra de bienes a la espera de una baja de precios y, por lo tanto, si antes gasta 80 de los 100 emitidos, ahora gasta 60 con lo cual la demanda de moneda pasa a ser de 40, pero, al mismo tiempo, al demandar menos bienes y servicios los precios tienden a bajar.
Oferta y demanda de moneda tiene que ver con la tenencia de saldos monetarios no remunerados. Pesos que tenemos en el bolsillo y no usamos. Los tenemos por si acaso. Y oferta es cuando nos quitamos de encima esos pesos.
Es un error conceptual decir que cuando el BCRA coloca LEBACs en el mercado y paga una tasa de interés desorbitante, aumenta la demanda de moneda porque el BCRA demanda moneda. Lo que está haciendo el BCRA es colocar activos financieros y la gente comprando activos financieros, pero la demanda de moneda en el sentido antes expresado, no se modifica. Lo que sí puede ocurrir es que el ahorro que tiene la gente destinado a la compra de bienes sea destinado a la compra de LEBACs, con lo cual el BCRA absorbe ahorro pero no modifica la demanda por moneda. Lo que hace la gente es destinar sus ahorros a comprar un activo financiero llamado LEBAC.
Es cierto que si el BCRA absorbe ahorro del mercado y lo inmoviliza, disminuye la demanda de bienes y los precios tienden a bajar o a subir menos. Pero lejos está de significar un aumento en la demanda de moneda en el sentido que la gente retiene más pesos inmovilizados en su bolsillo.
Ahora, lo que también debería plantearse la gente del BCRA es que los pesos que emite no son moneda en el estricto sentido de la palabra porque los pesos no son reserva de valor. Esto significa que luego de tantos años de inflación y de destrucción de signos monetarios, los argentinos elegimos como moneda el dólar, en consecuencia comparar la tasa de interés que paga el BCRA para absorber ahorro contra la inflación en pesos no es correcto. La tasa de interés hay que compararla contra la evolución del tipo de cambio. Y si la cuenta se hace de esa manera, terminamos con una tasa de interés en dólares que es absolutamente inconsistente con la rentabilidad que puede ofrecer el promedio de la actividad económica lícita.
Puesto de otra manera, si la tasa de interés en dólares que paga el BCRA es del 32% en dólares, ¿a quién le puede prestar a esa tasa para poder devolver el importe de las LEBACs llegado del momento? La respuesta es más que obvia. A nadie, por lo tanto, cuando el BCRA coloca LEBACs subiendo la tasa de interés, lejos está de aumentar la demanda de moneda. Lo que está armando es un arbitraje entre tasa de interés y tipo de cambio que es inconsistente con el funcionamiento del sector real de la economía. Una ficción que termina mal. Ya lo vimos en 1988 con el plan primavera que terminó en la hiperinflación luego del estallido del 6 de febrero de 1989.
No estoy diciendo que estemos marchando a una hiperinflación y a un estallido como el de 1989, pero la inconsistencia es más que evidente.
En síntesis, ni por casualidad aumenta la demanda de moneda cuando el BCRA sube la tasa de interés como lo está haciendo ahora. Solo está armando una especulación financiera para ganar tiempo. Tiempo que debería ser asignado a reformar el gasto público y reducir su peso sobre la economía, para tener disciplina fiscal y así llegar a la disciplina monetaria sin necesidad de recurrir a artilugios financieros que hemos visto infinidad de veces terminar muy mal.
Fuente: Economía para Todos