SANTA FE.- El descenso de las aguas, tanto en zonas anegadas por lluvias como por la crecida del río Paraná, comienza a dejar al descubierto los impresionantes daños a la producción ganadera, particularmente en el nordeste de esta provincia. Sólo en el departamento San Javier -el más afectado, con lluvias que en un mes totalizaron algo más de 1000 milímetros- hay 360.000 vacunos en emergencia.
"El problema recién comienza. El agua se está yendo, pero los efectos sobre
la ganadería se están empezando a notar en este momento con deficiencias en la
alimentación, problemas de los animales que se han venido abajo", comentó a LA
NACION el presidente de la Sociedad Rural de San Javier, Leonardo Sosa Bayer.
"Vamos a poder evaluar los efectos (de esta inundación) recién en un año y los vamos a sentir durante tres años como mínimo, y esto para productores pequeños, medianos y grandes, para todos", subrayó.
"Los problemas los vamos a tener con la pastura, estuvimos con casi un 90% de la superficie de tierra firme inundada y ahora la situación es desastrosa", precisó Sosa Bayer.
Ante una consulta sobre el panorama en la región después de 21 días sin precipitaciones, el titular de la SR San Javier, admitió que "los productores, al bajar las aguas, comienzan a volver a las islas. En las islas hay pasturas muy buenas, pero los que intentaron llevar nuevamente los animales a esos lugares se encontraron con piso blando. Muchos ejemplares murieron al quedar empantanados durante días", graficó. Jorge Pane, especialista en rodeos de cría de INTA San Javier, consideró que "los porcentajes de pérdida económica podrían ser del 40% en situación de anegamiento", resaltó.
Debe recordarse que la situación de emergencia hídrica comenzó en noviembre del año pasado con la crecida del río Paraná, lo que provocó la retirada de la hacienda de zona de islas a inicios del verano hacia zonas del domo oriental y zona de Bajos Submeridionales (en la zona norte), aumentando significativamente la carga animal en estas áreas.
El especialista del INTA explicó que la actividad de cría se ve comprometida por el traslado de los animales en épocas de parición y servicios. "El estrés provocado por las excesivas lluvias causaron efectos en el estado corporal de los vientres, que provocará una caída en los índices productivos (falta de ganancia de peso, caída en el porcentaje de preñes, muerte de terneros de parición tardía y caída del índice de destete de 2017)", se informó.
Las pérdidas en la ganadería se suman al grave daño que padeció la agricultura.