Antes de que Macri asumiera la presidencia, me cansé de pedir que se hiciera una auditoria internacional para, al menos, recibir el gobierno con un inventario de lo que habían dejado los k, que por cierto era una herencia terrible.
Ignorada mi propuesta tampoco quisieron hacer una descripción de la herencia recibida. Parece que el asesor de imagen afirmaba que la gente no quería escuchar malas noticias. El problema es que dar la mala noticia de aumentar las tarifas de los servicios públicos sin dar la mala noticia que el kirchnerismo le había dejado un destrozo total, hace que la gente no entienda qué está pasando y el gobierno pague el costo político de tomar las medidas por no contar en su momento la tierra arrasada que dejó el kirchnerismo.
Insisto, la mayoría de la gente no tiene noción de la tierra arrasada que deliberadamente dejó el kirchnerismo. La gente intuye que hay un problema, pero no conoce la real magnitud ni el costo que habrá que pagar para reparar el deliberado destrozo hecho por los k.
Sin duda que reparar semejante destrucción va a llevar tiempo. Solo generar los puestos de trabajo necesarios para absorber la gente que está desocupada, los ñoquis que están en el estado y los jóvenes que se incorporan al mercado laboral cada año va a llevar décadas. Sería una estupidez pensar que la decadencia de 80 años que lleva la Argentina, acelerada por el kirchnerismo en los últimos 12 años, pueda resolverse en meses. Ni siquiera en los 4 primeros años de mandato y aunque ganara Macri un segundo mandato tampoco habrá resulto totalmente el problema. Esto va a llevar un par de décadas. Lo qué sí se puede hacer en el corto plazo es cambiar el rumbo y poner proa hacia puertos que le den bienestar a la población.
Por ahora Macri ha logrado remover los obstáculos más gruesos que dejó el kirchnerismo como son el cepo cambiario, las tarifas atrasadas de los servicios públicos y solucionar el problema con los holdouts. Pero si esos eran problemas difíciles de domar, el más complicado es el flanco fiscal. Con un gasto público récord, una presión impositiva asfixiante y encima déficit fiscal, el tema requiere de mucho más que un acuerdo con los holdouts. Exige arremangarse y empezar a resolver el histórico problema del gasto público, de una cada vez más enrevesada política tributaria para lograr el equilibrio fiscal y así llegar a la estabilidad monetaria que es la que va a llevar a frenar la inflación.
El desafío que tiene el gobierno de Macri por delante es fenomenal, pero solo podemos pedirle que cambie el rumbo. No va a poder resolver todos los problemas y tener el éxito esperado ni en 4 ni en 8 años de gobierno. Su objetivo tiene que ser empezar a resolver estos problemas.
Ahora bien, no es con más parches que se cambia de camino. La semana pasada anunciaron que volvía remozado Precios Cuidados. Un simple y burdo control de precios inventado por el kirchnerismo.
En lo estrictamente económico poner Precios Cuidados es generar faltantes en la economía. Veamos el gráfico 1
Al precio P el mercado está en equilibrio. Si el estado establece un precio máximo como P1, entonces la cantidad ofrecida se reduce a Q1 y la demandada se amplía a Q2, con lo cual queda una amplia brecha de demanda entre la cantidad ofrecida y la demanda que no es satisfecha. Francamente es muy elemental el razonamiento como para que no lo entienda la gente de Macri.
Se podrá argumentar que es solo un anuncio político para tranquilizar a la gente por el impacto que tuvo sobre los ingresos familiares la suba de las tarifas de los servicios públicos, pero no es mintiendo o haciendo fulbito para la tribuna que se cambia el rumbo de una larga decadencia. En algún momento tenemos que madurar y no entretener a la gente vendiéndole humo. Finalmente, si el problema fiscal se soluciona, la inflación pasa a ser dominada y no es necesario vender esta ilusión de los Precios Cuidados. Para recuperar la economía se empieza siendo serio en las medidas económicas.
Paralelamente, Carrió salió con un proyecto para que las empresas le paguen el traslado (colectivo, tren, subte, etc.) a sus empleados. El objetivo: amortiguar el impacto sobre el bolsillo de los trabajadores. Nuevamente otro parche como propuesta. La gente tiene que poder ganar el ingreso necesario como para pagarse el traslado al trabajo. Además, ya sabemos cómo terminan estas historias de medidas transitorias: se convierten en permanentes en nombre de los derechos adquiridos.
Tenemos infinidad de ejemplos de medidas transitorias que se han transformado en permanente. El actual impuesto a las ganancias comenzó como un impuesto a las rentas en 1931 como un impuesto de emergencia y ya llevamos 85 años de emergencia.
El impuesto al cheque también empezó como un impuesto transitorio y ya lleva 15 años. Y el aumento del IVA al 21% se aplicó transitoriamente en 1995 y ya vamos por 11 años de transitoriedad. Todo lo que se dice que en Argentina se dice que va a ser transitorio o como emergencia, se transforma en permanente. Un día Argentina va a morir de exceso de transitoriedad y emergencia.
Son todos estos parches los que han llevado a la gran decadencia argentina porque nunca se quieren encarar las reformas de fondo por razones políticas. Siempre hay alguna “restricción” política que impide hacer las reformas estructurales. Entonces vivimos poniendo parches transitorios y terminamos con una Argentina tan emparchada que ya no funciona.
Ni para entretener a la tribuna sigamos lanzando estas ideas disparatadas argumentando que son transitorias. Es la peor señal que se puede dar respecto al futuro. Tenemos demasiados años de emparchar y no reformar como para no advertir que un nuevo parche llegará para quedarse.
Fuente: Economía para Todos