Pasadas las cinco de la tarde, el salón Sur de la Casa Rosada se llenó de
empresarios de primera línea que, ordenados y sin chistar, hacían fila para
firmar un documento tan breve como concluyente. Una hora después, y mientras
buena parte de la conducción gremial del país se reunía a menos de cien metros,
el presidente Mauricio Macri les agradecía a los hombres de empresa por estampar
su firma, "porque todos tenemos que poner el hombro en esta delicada y difícil
transición".
En un rápido movimiento de pinzas destinado a neutralizar la ley antidespidos motorizada por las centrales sindicales y la oposición peronista en el Congreso, el Gobierno consiguió ayer que unos 200 empresarios firmaran en Balcarce 50 el "compromiso por el empleo", en el que juraron "no reducir (sus) planteles de empleados durante al menos noventa días".
En el texto, que según fuentes del oficialismo "redactaron desde el sector
empresarial", los firmantes calificaron de "adecuadas" las medidas tomadas por
el Gobierno en relación con "la creación de fuentes de trabajo", y consideraron
que la ley antidespidos "introduce un cepo al trabajo que dificultará nuevas
inversiones". Una terminología similar a la que utilizaron distintos ministros
en los últimos días para referirse a la ley que ya tiene la aprobación del
Senado y que se discute en la Cámara baja.
"Hay que debatir en serio cómo se genera trabajo (...) se lo hace con reglas de juego claras, previsibles, y no con imposiciones, con trabas", afirmó el Presidente en clara alusión a la norma, que suspende los despidos por 180 días y establece la doble indemnización en el caso de los empleados despedidos. Y fue más allá: afirmó que hacer política es "dialogar, buscar soluciones concretas alrededor de una mesa", y no "reunirse para poner trabas, eso es bastardear la política". Su enojo pareció dirigido al kirchnerismo, promotor de la ley antidespidos, pero también a los peronistas moderados, como Sergio Massa y Diego Bossio, que apoyarían el proyecto aunque pretenden establecerle modificaciones.
La idea de comprometer a los empresarios para que no despidan trabajadores y de paso desinflen las críticas de los gremios y la oposición comenzó a gestarse "durante el fin de semana", según contó un ministro a LA NACION. Ayer por la mañana, el ministro de Producción, Francisco Cabrera, y sus colaboradores llamaron uno por uno a los empresarios en nombre del Presidente para pedirles un compromiso por escrito. "Ustedes, para tener autoridad moral deberían comprometerse de manera pública", chicanearon los funcionarios durante toda la jornada. La sugerencia surtió efecto, y los empresarios llenaron el Salón Blanco de la Casa Rosada para escuchar a Macri luego de firmar el texto.
Cristiano Ratazzi (Fiat); Eduardo Elsztain (IRSA), Alfredo Coto (Coto); Luis Pagani (Arcor); Luis Betnaza (Techint) y Jaime Campos (AEA) fueron algunos de los dirigentes que se hicieron presentes. "Está todo bien, ya habíamos firmado antes de entrar", confirmó Pagani a LA NACION con una sonrisa después de escuchar a Macri, que habló sólo siete minutos. El ambiente fue cálido, lejos del enojo que el Presidente aún conserva con muchos de los hombres de negocios, a quienes reprochó en público aumentos de precios y escasas inversiones.
Junto a los ministros del gabinete llegaron varios de los principales jefes sindicales, que se reunieron con Macri, el jefe de gabinete Marcos Peña y el ministro de Trabajo Jorge Triaca en el Salón de los Científicos. Allí, el Presidente les contó que había conseguido el aval de los empresarios por escrito.
José Luis Lingeri (Obras Sanitarias); Carlos West Ocampo (sanidad); Luis Barrionuevo (gastronómicos comercio), Gerardo Martínez (Uocra), Roberto Fernández (UTA), Antonio Caló (UOM), Juan Carlos Schmid (Dragado y Balizamiento), y Omar Maturano (La Fraternidad) fueron algunos de los sindicalistas que escucharon al Presidente. Faltó Hugo Moyano, que adujo una gripe. Los gremialistas se fueron sin fotos y en silencio.
Sin demasiado margen para frenar la ley en la Cámara baja, o introducirle cambios si Massa y Bossio la siguen apoyando, en el Gobierno conformó la doble señal enviada ayer a quienes impulsan la norma. "Es para Massa, para los diputados... quien quiera oír que oiga", graficó Cabrera al terminar el acto. ¿Vetará el Gobierno la ley? "Macri ya dijo lo que iba a hacer", contestó el ministro, dando por descontado que el Presidente pagará el costo político del veto, aunque podrá esgrimir la cerrada oposición al proyecto que los empresarios manifestaron ayer.