Los que tuvieron la desgracia de tener que soportar un huracán aseguran que un peligro es creer que ya pasó cuando lo que está pasando es el ojo de la tormenta, una zona de aparente calma que hace creer que se terminó la tempestad. Cuyanos y originarios de la zona sísmica de la Argentina, como este cronista, sabemos que las réplicas son una trampa que espera con nuevos sacudones a quienes creen que ya pasó el temblor o terremoto.
Algo parecido sucede con la estela de destrozos económicos que dejaron los
Kirchner. Un ejemplo es la inflación, para cuyo encubrimiento se incurrió en no
menos de ocho años de destrucción sistemática de uno de los mejores sistemas
estadísticos del mundo.
Pese a que se logró una salida bastante decorosa del cepo cambiario y de que se vislumbra algo parecido con los bonistas litigantes en Nueva York, todavía hay perturbaciones en el mercado cambiario, aunque su magnitud ha disminuido notablemente.
Pero, sorpresivamente, aun sin el inconcebible cepo y sus múltiples tipos de
cambio -uno para el turismo, otro para atesorar- ha persistido un "mercado blue"
que hasta el viernes último permitió hacer el famoso "puré" con el que algunos
minoristas, durante el cepo, lograban comprar dólar oficial y venderlo en el
informal para obtener una ganancia en pesos, que aún a algunos les resulta
interesante. Hay pocas justificaciones hoy. Lo primero a notar es que el mercado
libre está abierto y que quien tiene el dinero en pesos y en blanco no tiene la
prohibición de acceder a las divisas. El objeto no parece ser sólo la ganancia,
sino también, como mínimo, la elusión de tributos, sin duda injustos por
excesivamente elevados, evitando declarar parte del patrimonio.
Hay financistas que dicen que todo es producto del cepo. Quien compró en el bluecuando existían las ilegales prohibiciones ahora tiene problemas para declararlo. Y espera, dicen, el blanqueo que todos los candidatos presidenciales anunciaron. Macri fue uno de ellos y ratificó la medida cuando ya había sido elegido. Pero, como señaló Francisco Olivera en su columna en LA NACION el sábado último, todo se postergaría para después del fin del embrollo en los tribunales de Nueva York.
Y, como observó Marcelo Anidjar, la Argentina aún tiene pendiente la
oportunidad de armar un mercado de capitales propio, aunque sea en moneda
extranjera, con jurisdicción en tribunales locales. Lo han logrado en los
últimos años países con economías más pequeñas que las de la Argentina.
Tal vez era eso lo que querían Cristina Kirchner y Axel Kicillof cuando quisieron primero "pesificar" el mercado inmobiliario y luego, ante el fracaso reconocido hasta por Ricardo Echegaray, fueron al blanqueo con el Cedin. Echegaray admitía que la medida era adoptada porque las anteriores, lejos de pesificar la construcción y el mercado inmobiliario, "se paralizaron". Pero, tampoco lo arregló el Cedin.
Los economistas de los entonces candidatos decían que la medida se diseñó mal y que con la confianza de una nueva gestión y un esquema bien hecho el resultado sería diferente.
Uno de los cuestionamientos para el Cedin era que fuera obligatorio traer el dinero y entregarlo al Banco Central. Opinaban, todos, hasta cerca de Daniel Scioli, que quien quería blanquear y en adelante pagar los impuestos al patrimonio debía poder dejar los ahorros donde quisiera, incluso en bancos en el extranjero.
Las normas también debían garantizar que los capitales no fueran producto de actividades ilícitas ni generarlas o financiarlas. Para eso, decían, había que seguir un manual en la materia bastante conocido de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), que reúne a los países más desarrollados.
Problemas políticos
Es probable que pronto el actual gobierno esté más interesado, buscando recursos para reactivar la construcción y recuperar allí el empleo, que está mal, tanto para obras privadas como públicas, desde que los K lanzaron su terremoto cambiario y su huracán pesificador. Habrá que ver si los problemas políticos y los "bolsos" de la "ruta del dinero K" no se transforman en escollos. Pero, en todo caso, no deberían ser obstáculos originados en el sector K. Sería increíble verlos tratar de frenar proyectos del macrismo argumentando que ayudará a sus socios eventualmente corruptos.
Pero si hay algo que crean los huracanes y los terremotos es confusión.