Adoptadas las decisiones en materia cambiaria y comercial externa y encaminada la política energética, para atacar la inflación y la distribución del ingreso en poco tiempo más, el Poder Ejecutivo convocará a un amplio acuerdo económico y social. En la Argentina, en este orden, los antecedentes no son auspiciosos. ¿Qué tendría que ocurrir para que esta vez sea diferente?

Al respecto entrevisté al inglés James Edward Meade (1907 - 1995), quien estudió en Oxford, pero lo mandaron a aprender Economía en Cambridge, para que se preparara para ser profesor en? Oxford. Por eso, junto con Richard Ferdinand Kahn, los esposos Edward Austin Gossag y Joan Violet Robinson, y Piero Sraffa, integró el "circo" que discutió con John Maynard Keynes los borradores de La teoría general. Entre 1940 y 1947 trabajó en la sección económica, asesorando al gobierno inglés. En 1977 compartió el premio Nobel de Economía con Bertil Gotthard Ohlin. Según Harry Gordon Johnson, su estilo de escritura (texto tedioso, apéndices matemáticos) conspiró contra la influencia que su obra debería haber tenido dentro del análisis económico.

-Le otorgaron el Nobel por La teoría de la política económica internacional, una obra en dos tomos que vio la luz en 1951 y 1955, pero dedicó su conferencia Nobel al "significado del equilibrio interno".

-Así es. Ocurre que cuando recibí el premio, el principal desafío pasaba por satisfacer simultáneamente tres objetivos de política económica: equilibrio externo, pleno empleo y estabilidad de precios. Y en estas condiciones, junto al equilibrio fiscal y monetario, había que introducir alguna variante de lo que se denominaba "política de ingresos".

-Casualmente en la Argentina se está por lanzar un acuerdo económico y social. ¿Qué habría que tener en cuenta, para que la iniciativa resulte exitosa?

-Lo que dice la teoría económica y lo que enseña la historia. La primera indica que todo acuerdo económico social, que en general implica fijar precios de los bienes, salarios, tipos de cambio y tasas de interés, tiene que ser el complemento, nunca el sustituto, de la política fiscal y monetaria. Hay que resistir las tentaciones de falsificar resultados antiinflacionarios, acordando transitoriamente niveles de precios incompatibles con el resto de la política económica, así como conseguir préstamos externos para financiar un déficit fiscal originado en el exceso de gastos corrientes. Como ocurrió durante la tablita cambiaria implementada por José Alfredo Martínez de Hoz.

-¿Qué más dice la historia?

-Que el acuerdo social implementado en 1973, a través de un acta que iba a durar dos años, fue reformado en cuatro oportunidades y terminó en el Rodrigazo.

-¿Está usted sugiriendo que lo único que hizo Celestino Rodrigo fue destapar la olla a presión creada por José Ber Gelbard?

-Rodrigo sobreestimó su poder político y ciertamente se equivocó en las dosis, pero pensar que lo que hizo fue independiente de la herencia recibida es no pensar.

-Volvamos a 2016.

-Nadie puede esperar que los representantes de los sindicatos y las organizaciones empresarias que se sienten a la mesa del acuerdo vayan a poner. Intentarán sacar, o por lo menos evitar que les saquen, y en función de la situación económica existente hoy en su país, la lista de reclamos es inmensa y supera en mucho las posibilidades. Por eso, en esa mesa de diálogo la presencia de los economistas es fundamental.

-Explíquese.

-Por un lado, porque alguien tiene que defender a los ausentes, como los trabajadores informales, los contribuyentes impositivos, los tenedores de pesos, etcétera, y éste es el rol que cumple quien mira el conjunto, no sólo algunas partes. Por el otro, porque sólo los economistas proveemos congruencia entre las distintas partes que componen la política económica. Tendrán que mostrar idoneidad y sobre todo coraje, para plantear claramente las implicancias de cada una de las iniciativas. Fundamentalmente, para no convalidar un acuerdo del tipo "goce ahora, pague después". Y lograr que esta vez sea diferente.

-Don James, muchas gracias.