El giro que Macri introdujo en ese campo es tan drástico como el que imprimió en la economía. A muchos observadores extranjeros, acostumbrados a las largas continuidades de la diplomacia, les cuesta interpretar un cambio tan abrupto. Pero no se deberían sorprender.
Las dos innovaciones son parte del mismo movimiento: la reconexión de la
Argentina con las redes globales de inversión. En este contexto se inscribirán
los próximos pasos del Presidente: en marzo, el acercamiento a los Estados
Unidos tendrá una instancia relevante en la reunión con Barack Obama; un mes
antes, durante la visita de François Hollande a Buenos Aires, se destrabaría la
negociación por el libre comercio entre el Mercosur y la Unión Europea; también
se reajustará el vínculo con China: los acuerdos firmados por Cristina Kirchner
serán auditados y los créditos asiáticos podrían reorientarse hacia nuevos
proyectos.
Para su presentación internacional, Macri escogió una bandera afín al kirchnerismo: los derechos humanos. Y apuntó a un blanco fácil: el régimen de Nicolás Maduro, que es el más desprestigiado de la región. En minoría dentro de la Asamblea Nacional, con el barril de petróleo en 36 dólares y acusado de llevar a la cárcel a sus adversarios, Maduro es un muerto en vida.
Macri pidió la liberación de los presos políticos. Y la respuesta del
chavismo lo favoreció.
La ministra de Relaciones Exteriores, Delcy Rodríguez, dijo que no la sorprendía que pidiera la libertad de líderes como Leopoldo López, porque Macri ya había dispuesto excarcelar a torturadores de la última dictadura argentina. La excéntrica Rodríguez acusó a Macri de algo que no hizo. Y confundió a López con los represores de aquel gobierno militar. Dos errores en uno.
Nadie comprendió el disparate de Rodríguez. Ni siquiera su colega Susana
Malcorra, que la conoce bien: como jefa de gabinete del secretario general de
las Naciones Unidas, Malcorra intervino como mediadora en los conflictos de
Venezuela con Colombia y con Guyana.
Maduro quiso dar la razón a Macri. El mismo lunes convocó a sesiones extraordinarias de la Asamblea Nacional para designar 13 nuevos ministros en el Tribunal Supremo. Es una maniobra clave. Los nuevos jueces son fanáticos bolivarianos, que integrarán las salas constitucional y electoral de esa corte. La urgencia es comprensible: la oposición denunció que Maduro pretende impugnar a varios diputados que deben asumir el próximo 6 de enero.
Uno de los méritos que Macri encuentra en su estrategia venezolana es que le permite definir su propia orientación sin entrar en detalles. Maduro es un ícono. El juego tiene, como es obvio, una proyección doméstica. El Gobierno hostiga al kirchnerismo sin necesidad de mencionarlo, la revolución bolivariana es su caricatura. Una curiosidad: Malcorra apreció que, a instancias de Carlos Ruckauf, se la felicitara por la declaración de Asunción. Ni Rafael Bielsa ni Jorge Taiana disintieron.
Macri se opone a Maduro con el argumento del respeto a los derechos humanos, el más apreciado por todas las izquierdas. En Asunción se notó la incomodidad de los demás presidentes. Hubo resistencia a incorporar la cuestión en la declaración final. Malcorra debió pedir una reunión especial de cancilleres. Lo consiguió: además de manifestar la preocupación por el tema, el texto reactiva los protocolos de control sobre derechos humanos en los países asociados.
El pronunciamiento, alentado por el gobierno de Paraguay, no fue el único éxito de Macri. Ayer, el canciller de Uruguay, Rodolfo Nin Novoa, dijo que en Venezuela "la calidad democrática deja mucho que desear". En la Casa Rosada festejaron esa posición, sobre todo porque proviene de un gobierno socialista. En Cambiemos detestan que se los confunda con gente de derecha.
Brasil es el único fundador del Mercosur que todavía no criticó al régimen de Maduro. Una explicación es que los brasileños, sobre todo sus empresas constructoras, tienen demasiados intereses en Venezuela. Además, la estrecha base de Dilma Rousseff está formada por agrupaciones de izquierda que aplauden la "revolución bolivariana". Macri coincide con los rivales de Rousseff, liderados por Fernando Henrique Cardoso. Hay una circunstancia que el Gobierno jamás reconocerá: Macri también levantó el perfil en la primera excursión internacional para aprovechar el vacío que deja Rousseff, extraviada en su propio laberinto.
Macri y Malcorra alegarán que la censura a Maduro se inspiró nada más que en razones de principios. No admitirán que también fue elaborada con criterios económicos. Sin embargo, la consecuencias de este alineamiento regional sobre las negociaciones del Ministerio de Hacienda y Finanzas no necesitan ser demostradas. El Departamento de Estado no dijo una palabra sobre la polémica de Asunción. Pero hizo llegar una felicitación extraoficial a Macri, que se comentó en la reunión de gabinete de anteayer. La próxima reunión del Presidente con Obama está más asegurada.
Macri asistirá a la Cumbre sobre Seguridad Nuclear que se celebrará en Washington el 31 de marzo. Para preparar su participación la Cancillería convocó a Roberto García Moritán, vicecanciller de Jorge Taiana durante las administraciones Kirchner y uno de los argentinos expertos en el tema. La cumbre tiene una agenda paralela de encuentros bilaterales. Uno de ellos será el de Macri con Obama.
El momento de esa entrevista será relevante. Quizás para marzo Obama ya haya cumplido su sueño de visitar La Habana. Y Macri tal vez haya conseguido un swap de divisas con la Reserva Federal. Para que eso ocurra tendría que estar encaminada la negociación con los holdouts. En concreto, el juez Thomas Griesa debería haber repuesto la medida cautelar (stay), que significa que la Argentina salió del default en que la dejó el kirchnerismo. Es el principal capítulo externo del programa de Alfonso Prat-Gay. Hasta ahora eludió los fallos de Griesa por un atajo. El consorcio de bancos que aportará dólares a la Argentina recibirá a cambio bonos que pertenecen al Banco Central. Los holdouts no pueden interferir en la transacción porque Griesa determinó que el Central no es un álter ego del Tesoro, que es el titular de la deuda. Los bonos, sin embargo, saldrán del Tesoro, que los entregará al Central a cambio de aquella letra intransferible de US$ 10.000 millones, emitida cuando Néstor Kirchner utilizó las reservas para pagar al Fondo Monetario Internacional por adelantado.
La economía está en el núcleo de la diplomacia del Gobierno. Durante la reunión de gabinete de anteayer, mientras la mayoría de los ministros debatía sobre el conflicto de Cresta Roja, Ricardo Buryaile, de Agricultura, y la canciller Malcorra tenían la atención puesta en Nairobi. Los 160 países asistentes a la reunión de la OMC firmaron allí un acuerdo para que en 2018 no existan más subsidios agrícolas. Sólo habrá un listado de excepciones hasta 2023.
Es una noticia histórica para países como la Argentina. Y acelera un proceso en curso: la negociación de un tratado de libre comercio entre el Mercosur y la Unión Europea. La llegada de Macri al poder despejó la última reticencia sudamericana. Falta superar el recelo de Francia, que ejerce un fuerte proteccionismo agropecuario. Será el tema principal de conversación entre Macri y François Hollande, que visitará en febrero Buenos Aires. Habrá un ejercicio previo: en enero llegará Federica Mogherini, la canciller de la Comisión Europea, para discutir los detalles del tratado.
Las gestiones económicas tienen frentes infinitos. Son también el eje del vínculo con Chile. El presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger, inició una consulta con Rodrigo Vergara, su colega de ese país. Sturzenegger evalúa imitar el sistema de la Unidad de Fomento chilena, es decir, crear una unidad de cuenta susceptible de ser indexada que ponga las operaciones en pesos a salvo de la inflación, marginando al dólar como reserva de valor.
Las relaciones con China transcurren por el mismo canal. El objetivo inicial fue conseguir que el swap de monedas se vuelva efectivo. Para eso Prat-Gay y Malcorra negociaron con Yang Wanming, el embajador de ese país en Buenos Aires. En las conversaciones se anticipó otra discusión: Macri pidió que se examinen los enigmáticos acuerdos firmados por la señora de Kirchner con el gobierno chino. Al embajador se le adelantó que, aun cuando se descubran concesiones inconvenientes, el Presidente no pretende abrir un conflicto. Pero sí aspira a reajustar los términos y, sobre todo, a estudiar si las inversiones se pueden dirigir hacia nuevos cometidos. Es el eufemismo para sugerir lo que ya se sabe: para Macri las faraónicas represas Kirchner y Cepernic de Santa Cruz son inconvenientes. Su construcción quedó, al cabo de una licitación muy controvertida, en manos de la china Gezhouba y de Electroingeniería, del kirchnerista Gerardo Ferreyra. El problema debería resolverse antes de que Macri viaje a China, para la cumbre del G-20 de septiembre. Otro sinsabor para Electroingeniería: el viernes pasado un arrepentido brasileño la involucró, junto al ex ministro Julio De Vido, en el escándalo de sobornos de Petrobras.