Si no fuera por el papelón de la falsa captura de Cristian Lanatta y Víctor Schillaci, Mauricio Macri podría haber festejado durante el fin de semana tres grandes noticias: el apresamiento de Martín Lanatta, vivo; el acuerdo presupuestario entre María Eugenia Vidal y los intendentes bonaerenses, que terminará de sellarse hoy, y la comida de Sergio Massa con Juan Manuel Urtubey y Diego Bossio, que anticipa la fractura de los bloques parlamentarios del Frente para la Victoria. Vistas desde el ángulo de Cristina Kirchner, esas novedades son tres grandes nubarrones.
El error de haber comunicado que los dos presos que seguían prófugos habían caído enardeció a Macri. Ayer pudieron comprobarlo los funcionarios involucrados en ese bochorno, a los que convocó por la tarde.
El error fue inaceptable. Se puede alegar una pista falsa cuando no se logró detectar a un fugitivo en el que, se presumía, era su escondite. No cuando no se lo encontró en la cárcel que las propias autoridades administran. Además, antes de hacer cometer un error al Presidente, ¿no hubiera convenido pedir una foto de los atrapados?
Sobre el autor del desacierto hay un debate. El ministro de Seguridad de Santa Fe, Maximiliano Pullaro, aclaró que "siempre hablamos de un capturado". Pero el gobernador Miguel Lifschitz felicitó en un tuit a sus policías por haber atrapado a "los prófugos".
Según varios funcionarios nacionales quien informó sobre la caída de Cristian Lanatta y Schillaci fue Pullaro, en una reunión en el Ministerio de Seguridad de la Nación. Después, ya en Santa Fe, se corrigió. Pero el dato ya había sido trasladado a Macri y a los medios.
Anoche la búsqueda de los presos continuaba. Los investigadores no saben si andan a pie o consiguieron otra camioneta. Sería probable: llevan armas largas y han realizado ya varios secuestros. Aunque con la peculiaridad de no asesinar a sus víctimas. Como el elefante blanco del clásico cuento de Mark Twain, las fuerzas de seguridad fueron dando una versión más feroz de los Lanatta y Schillaci, a medida que se volvía más difícil capturarlos. Más allá de otros auxilios, los delincuentes cuentan con una protección involuntaria: la enemistad de las fuerzas que están detrás de ellos. Por ejemplo, para llegar a la cárcel donde quedó encerrado Martín Lanatta los gendarmes debieron tomar un helicóptero, ya que la policía santafecina les impidió circular por la carretera. Noches atrás, personal de Gendarmería y de la Bonaerense se enfrentaron a los tiros en el parque Pereyra de Berazategui.
En el Ministerio de Seguridad de la Nación sospechan que la policía de Lifschitz sembró la confusión para favorecer a los bandidos. Hay investigadores que agregan otra hipótesis. A partir de antiguas declaraciones en las que Martín Lanatta se quejaba de que su hermano estuviera preso por su culpa, se preguntan si ese prófugo no se habrá entregado para que pudieran escapar los otros dos.
La persecución ha funcionado como un escáner sobre las lacras del aparato de seguridad. Macri, y sobre todo María Eugenia Vidal, en Buenos Aires, menospreciaron la complicidad entre el crimen, las policías, el sistema carcelario y algunos jueces. Es raro en Macri: hace 25 años fue secuestrado por una banda de comisarios. Si ahora él y Vidal pretenden terminar con el narcotráfico, deberán remodelar esas instituciones. La fuga de General Alvear no sólo desfiguró el plan de comunicación, diseñado por Jaime Durán Barba, para el primer mes de Macri en el poder. Y obliga al Gobierno a revaluar sus prioridades. De la crisis va surgiendo una evidencia: cuando el Presidente dijo que entre sus objetivos está combatir el tráfico de drogas, tal vez no pensó que los traficantes lo iban a tomar en serio.
La discusión sobre Seguridad podría comenzar por un ángulo inesperado. Los abogados de Lanatta pretenden beneficiar a su cliente con una ley antimafia que incluya, como en Estados Unidos o Brasil, la figura del arrepentido. Sugieren que su defendido podría aportar pruebas sobre tres grandes delitos que prosperaron bajo el kirchnerismo: el comercio de efedrina, el tráfico de armas y la corrupción en la AFA. En los tres campos apuntaría a Aníbal Fernández, quien además de haber sido identificado como "La Morsa", controló el Renar y el negocio del fútbol. Su socio José Luis Meiszner debió entregarse a la Justicia por su participación en el escándalo de la FIFA. Un hijo de Meiszner, Andrés, manejó el registro de armas, donde tuvo contratado a Lanatta. Este delincuente, condenado por el triple crimen de Quilmes/General Rodríguez, amenaza con liberar información sobre Fernández, pero también sobre sus superiores en la estructura kirchnerista. Su detención fue una pésima noticia para la ex presidenta.
No fue la única. En la provincia de Buenos Aires ha surgido un nuevo actor político: un grupo de intendentes de antigua militancia kirchnerista se ha autoconvocado. De los 55 alcaldes que le quedaron al PJ en el distrito, 45 se reunieron hace una semana en Almirante Brown. El grupo, que coordinan Gustavo Katopodis, Martín Insaurralde y Mariano Cascallares, forzó a la bancada de diputados del Frente para la Victoria (FpV) a pactar con el ministro de Gobierno, Federico Salvai. El jueves, representantes de esos jefes de distrito, junto a diputados y senadores kirchneristas, presentaron a Salvai una propuesta. La base del contrato es garantizar que parte del endeudamiento provincial se transfiera a las comunas.
Salvai girará hoy a ese grupo su contraoferta. Consiste, en líneas generales, en lo siguiente: la Legislatura debe dar a Vidal un permiso para tomar crédito por alrededor de $90.000 millones. De ese monto, 30.000 se destinarían a fondear el banco; 50.000 irían al tesoro bonaerense, y 10.000 a los municipios. Quiere decir que a medida que la provincia va tomando deuda, los intendentes también lo hacen, por goteo, hasta llegar a 10.000 millones a fin de año.
Los jefes territoriales prometieron a Salvai que el jueves próximo, cuando se trate el presupuesto, el FpV aportará 20 votos positivos. El resto, controlado por La Cámpora, votará en contra, o se abstendrá. Los intendentes acaban de descubrir su error político: convencidos de que hoy estarían gobernando Daniel Scioli y Aníbal Fernández, bajo la supervisión de Cristina Kirchner, dejaron que ella armara las listas de legisladores. El tablero quedó de otra manera: con un déficit gigantesco, ellos deben conseguir auxilio de Vidal, pero están subrepresentados en la Legislatura. Por eso decidieron poner los bloques al borde de la ruptura.
La polémica financiera fue la excusa para una jugada política. Vidal y Salvai pueden celebrar que el PJ exhibe una nueva fractura. Además de la que produjo en 2013 Massa, los alcaldes del PJ decidieron autogestionarse. Ya no obedecerán a la ex presidente, que apenas conserva la lealtad de Verónica Magario (La Matanza) y Jorge Ferraresi (Avellaneda). Pero tampoco se echarán a los brazos de quienes aspiran a reemplazarla en el liderazgo del partido. Por eso no participaron del asado de Massa, el viernes a la noche, en Pinamar. Aun cuando le reconocen haber sido el inventor de la "intendentocracia". Hace tres años Massa demostró el peso que podía tener gobernar una ciudad.
Esa comida organizada por Massa es la tercera alegría que el fin de semana trajo para Macri, y que la falsa prisión de Lanatta y Schillaci le obligó a disimular. Massa se está ganando el viaje a Davos. En su sueño de liderar el proceso de renovación del PJ, montó una escena excelente para el Gobierno: el gobernador Urtubey y quien fue titular de la Anses hasta diciembre, Bossio, se fotografiaron junto a él, que es el emblema del antikirchnerismo peronista.
La reunión es una señal clara de que la jefatura de Cristina Kirchner se está desmoronando. Massa recibió a Urtubey y Bossio acompañado por su plana mayor: Graciela Camaño, Felipe Solá, Joaquín De la Torre. Había sacado una leve ventaja como dueño de casa, y estaba eufórico. En el cortísimo plazo, tiene razón. Pero si la regeneración del peronismo prospera, Massa estará más acotado.
Con los futuros-ex-kirchneristas Bossio y Urtubey asistió el diputado José Luis Gioja, otrora gran aliado de la señora de Kirchner. ¿Cuánto podrán continuar Gioja y Bossio pactando jugadas con Massa y, a la vez, subordinándose a las órdenes parlamentarias de La Cámpora? La bancada que conduce Héctor Recalde ha empezado a fisurarse. El motivo formal llegará pronto: en febrero hay que discutir la integración de las comisiones del Congreso.
Urtubey asistió acompañado por su hermano Rodolfo, senador por Salta, y su primo Dalmacio Mera Figueroa, senador por Catamarca. Ambos legisladores son aliados principales de Miguel Pichetto en la Cámara alta. Allí Pichetto enfrenta una rebelión providencial: 15 senadores que obedecen a la ex presidenta le reprocharon no defender a los contratados de Amado Boudou, cuya situación Gabriela Michetti dispuso revisar. Entre los sublevados no figuran algunos kirchneristas llamativos: por ejemplo, Juan Abal Medina, Mario Pais o Juan Irrazábal. Los tres integran la estratégica comisión de control de los DNU. De nuevo: ¿cuánto habrá que esperar para que Pichetto provoque, o encabece, una fractura en el bloque de senadores? Urtubey, Bossio y Pichetto planean salir del cautiverio. Como los Lanatta y Schillaci.
La dispersión del FpV parlamentario, que Michetti, Emilio Monzó y Rogelio Frigerio promueven desde las elecciones, es una novedad importantísima para Macri y su administración. Su desafío será moverse con habilidad en ese nuevo archipiélago peronista.