La salida del cepo no reflejó otra cosa en el mercado de cambios que el sinceramiento del precio del dólar. En otras palabras, el tan trillado argumento de que no se podía salir del cepo sin antes juntar dólares en el BCRA no tenía sustento. Si se eliminaba el cepo iban a aparecer los dólares que no aparecían bajo el tipo de cambio artificial que habían impuesto los k y las restricciones a las compras. La falta de dólares no era un problema de cantidad, sino de precio y de cepo. Queda por ver si el precio al que cotiza el nuevo mercado es tan libre como suponemos, porque se puede estar cometiendo un error con el manejo de la tasa que luego puede transformarse en un serio problema para salir.
En efecto, si uno mira la tasa que pagan las LEBACs, principal instrumento de regulación del mercado monetario que utiliza el BCRA, advierte una fuerte suba, llegando al 38% el 16 de diciembre, para un plazo de 90 días. Con una tasa de inflación Congreso, que al mes de octubre llegaba al 25% anual, e imaginando que la tasa de inflación termine en el 28% anual en diciembre, estaríamos teniendo una tasa de interés anual en términos reales del 10%. La pregunta que surge es: ¿en qué actividad productiva puede invertir el BCRA ese dinero al 10% anual en términos reales? ¿Qué actividad económica lícita está en condiciones de pagar semejante tasa de interés real como para luego devolverle la plata a los que compraron LEBACs a esas tasas?
La realidad es que cuando la tasa de interés real no es compatible con la rentabilidad que puede tener una empresa, entramos en un escenario de ficción cambiaria, tan ficticio como puede ser el tipo de cambio fijo. Es que el juego que ofrece el gobierno es un juego que ha demostrado fracasar tantas veces como se aplicó. Me refiero al juego tasa versus dólar. Algo así como: te doy tasa, dame dólares. Te tiento con una fenomenal tasa de interés para que vendas tus dólares, compres pesos y hagas un plazo fijo a esa fenomenal tasa de interés.
Como no existe el inversor que devengue sus utilidades en forma indefinida, en algún momento realiza las utilidades devengadas y es en ese momento en que estalla el mercado de cambios. Lo vivimos con el plan primavera, con el fin del plan BB que derivó en el plan Bonex y tantas otras oportunidades.
De lo anterior se desprende que, en mi opinión, preferiría que dejen subir más el tipo de cambio ya que frenarlo pagando tasas de interés desorbitantes es postergar la suba del tipo de cambio hacia más adelante, pero en forma explosiva. La elección sería dejar subir más ahora el tipo de cambio o bien postergar esa suba usando la tasa de interés con una suba explosiva en el futuro.
Este es un parche que no me convence. El otro tema tiene que ver con la inflación y el supuesto llamado a un acuerdo nacional por el tema precios. Confieso que tampoco me parece oportuno ni conveniente. Eso de sentar en un “diálogo” civilizado a representantes de cámaras empresariales con dirigentes sindicales es propio de corporativismo fascista en que las corporaciones negocian en “nombre” del pueblo los precios y salarios a los que tienen que operar todos.
Digo que es un método fascista porque fue instaurado en La Carta del Laboro allá por 1927 bajo el gobierno de Mussolini. Representantes sindicales se sentaban a la mesa a debatir con representantes empresariales el tema salarios y precios bajo la tutela del burócrata del estado.
En primer lugar, en una democracia republicana los representantes del pueblo son los diputados, no los dirigentes sindicales y empresariales. En segundo lugar, el aumento de los salarios reales en forma sostenida obedece al flujo de inversiones eficientes que reciba un país.
Las inversiones son eficientes cuando los recursos productivos, capital y mano de obra, se destinan a producir aquello que la gente demanda. Una inversión es eficiente cuando produce lo que la gente demanda y al precio que está dispuesta a pagar.
Ahora bien, para poder asignar eficientemente los recursos productivos, es decir tener inversiones eficientes, el empresario necesita de un dato fundamental para decidir hacia dónde debe dirigir los recursos productivos. Esa señal son los precios que no son otra cosa que las valoraciones de las personas. La gente le otorga valor a determinados bienes y servicios y estará dispuesta a pagar o no por esos bienes. De manera que los precios son claves para tener inversiones eficientes porque es la forma democrática en que la gente expresa, mediante sus valoraciones, hacia dónde quiere que vayan los recursos productivos. Si los precios son digitados por el gobierno, los sindicatos y un grupo de empresarios, se dejan de lado las valoraciones de la gente y se produce de acuerdo a lo que le parece a un grupo reducido de personas. En vez de recurrir al democrático mecanismo de votación que es el mercado por el cual cada uno manifiesta, comprando o dejando de comprar, qué bienes desea, este mecanismo es reemplazado por decisiones de un grupo reducido de personas como ocurre en las economías centralmente planificadas o con tendencia corporativista.
Los acuerdos de precios y salarios eliminan la señal que son los precios y se pierde eficiencia repercutiendo en el salario real de las personas.
En síntesis, si la suba de la tasa de interés para “controlar” el tipo de cambio es por solo unos días, puedo entenderlo. Si el anuncio de un acuerdo de precios y salarios es para darles un título a los diarios y tranquilizar a la gente, lo entiendo. Ahora si son políticas para ser aplicadas en el largo plazo, solo me limito a marcar mi opinión, que puede ser tomada o descartada sin más.
Insisto una vez más. No encontrará en esta columna alabanzas de un obsecuente hacia el macrismo que todo lo va a aplaudir. Solo encontrará propuestas, intercambio de ideas y sugerencias de política económica. La obsecuencia perjudica al país y no ayuda al presidente de turno.
Fuente: Economía para Todos