En sus primeros días al frente de la Casa Rosada, Mauricio Macri asumió el desafío de construir su legitimidad con anuncios y actitudes que lo mostraran como la contracara del kirchnerismo. Sin embargo, su capital político está a prueba. Según analistas consultados por LA NACION, el Presidente goza de una imagen positiva muy alta y acertó en su estrategia para consolidarla en la primera semana de gestión, pero ese apoyo es volátil, casi virtual, y puede diluirse con rapidez si no transita la "luna de miel" cumpliendo con las expectativas que lo llevaron al gobierno.
"Con todos los presidentes nuevos hay expectativas y un repunte de la imagen.
En el caso de Macri se debió al contraste y a la sensación de alivio que provocó
la salida del kirchnerismo, que se había convertido en un sistema opresivo",
comentó a LA NACION Raúl Aragón, aunque advirtió: "Si el cambio que mostró no es
rotundo, empieza a perder apoyos. La sociedad está atenta, susceptible y tolera
muy poco".
Según la mayoría de las consultoras que hicieron mediciones en los últimos días,
la imagen buena o muy buena del Presidente ronda el 60%, unos diez puntos sobre
los que poseía la ex presidenta Cristina Kirchner al abandonar el poder.
Las convocatorias a los ex candidatos presidenciales, las nuevas relaciones
con la prensa, las reuniones con los gobernadores, la caída del pacto con Irán y
los anuncios sobre retenciones y Ganancias fueron parte de una semana "altamente
positiva con un estilo de gestión contrario al de Cristina y hasta reconocido
por la oposición", señaló la socióloga Graciela Römer en diálogo con LA NACION.
Lo "positivo" de su primera semana, no obstante, no quita que el capital
simbólico del mandatario esté en constante riesgo y sea permeable ante medidas
como la devaluación o los nombramientos en la Corte Suprema. "Un componente del
voto de Macri es reactivo al gobierno de Cristina. Es un segmento volátil y
corre riesgo de diluirse rápido", afirmó Römer.
El nuevo gobierno no estuvo exento de polémicas en sus primeros días. Los nombramientos por decreto y en comisión de dos nuevos jueces para ocupar las vacantes en la Corte que dejaron Eugenio Zaffaroni y Carlos Fayt causaron un fuerte revuelo que, aunque su impacto aún no llegó a ser medido por las consultoras, algunos no descartan que podría haber generado fisuras en el apoyo a Macri. "Siempre, en los primeros días de gobierno, el presidente tiene mejor imagen que votos. Lo ven con buenos ojos quienes lo votaron y aproximadamente un tercio de quienes no lo hicieron. Esto dura poco, y en el caso de Macri, esto ya habría cambiado con el decreto de la Corte, que generó críticas incluso dentro de sus propios votantes", dijo a LA NACION Rosendo Fraga, director de Nueva Mayoría.
"Si se analizan los argumentos y las reacciones [sobre el decreto] surge la
observación de que en general se dio una defraudación de expectativas", agregó
Römer.
¿Cuál debe ser el próximo paso? Según Rodrigo Martínez, de Isonomía, la estrategia de Macri de diferenciarse del kirchnerismo no se puede sostener por mucho tiempo. "El desafío no es sólo distanciarse, sino generar una sensación de que encabeza un nuevo ciclo, una impronta propia. Si sólo marca la diferencia con lo anterior, su capacidad simbólica se agota", sostuvo. En tanto, Römer opinó que el Gobierno debe ser "consistente" con las medidas que lo diferencien de los "atributos negativos" y que le permitan "robustecer su confianza y credibilidad, que venían diluidas en la dirigencia política".
Los analistas también coincidieron en que el período de aceptación inicial del nuevo gobierno es el ideal para anunciar las decisiones menos felices, a pesar del costo político. En ese sentido, Aragón sostuvo que "Macri tiene que resolver la economía antes de 2017", cuando se lleven a cabo las elecciones de medio término. "Tiene que tomar decisiones rápidas y pedir paciencia porque no hay remedio fácil para lo que dejó el kirchnerismo", agregó, mientras recordaba una frase de Nicolás Maquiavelo para describir esa estrategia: "El mal se hace todo junto".