La producción de granos en China es la primera del mundo y alcanzó a 550
millones de toneladas en 2010, récord histórico. Entre el 2001 y el 2010, la
producción de carnes aumentó 32%, la de leche y lácteos se multiplicó por dos y
creció 50% la acuacultura.
También crecieron en esta etapa en forma proporcional las importaciones de
commodities agrícolas, y en general de alimentos. Este aumento de las
importaciones granarias es la necesidad de complementar la producción doméstica
de granos para la alimentación animal, debido a la gigantesca transición
dietaria de su población (vuelco al consumo de proteínas cárnicas).
La importación de granos comenzó en 2007; y China compró 7 millones de
toneladas de maíz en 2013, que fueron 9 millones en 2014, y 90 millones de
toneladas de soja en 2015.
La harina de soja es el principal complemento de la alimentación animal (80%
de las importaciones de soja en volúmen). La Argentina es el primer exportador
mundial de este producto (34,6% de las ventas globales).
Las carnes son el segundo producto alimentario en las compras chinas (3
millones de toneladas en 2014), seguidas por las de leche y derivados, que
crecieron 4 veces entre 2008 y 2013 (1.600 millones de toneladas). Nueva
Zelandia es el principal exportador y tiene un acuerdo de libre comercio con
China desde 2008. Las compras de ganado en pie (70% de Australia) tienen un piso
de U$S 1.000 millones anuales desde 2015.
El crecimiento de la clase media china (600 millones en 2020) es producto del
alza del ingreso per cápita (U$S 7.900/PPP). Este sector diversifica rápidamente
su consumo de alimentos, y compra productos de marca importados.
Las compras de vinos alcanzaron a U$S 1.500 millones en 2013 provenientes de
Francia, Chile, Australia y Estados Unidos; y las de bebidas espirituosas
treparon a U$S 1.200 millones el año pasado.
La seguridad alimentaria (garantía de la alimentación) es un componente
esencial de la legitimidad política en la República Popular. De ahí que todo lo
referido a las importaciones de granos para la alimentación animal sea cuestión
de Estado en China.
Esto convierte a los países proveedores –EE.UU., Brasil, Argentina- en
prioridad estratégica para la República Popular.
USDA estima que China utiliza ya 50 millones de hectáreas de tierras agrícolas
en estos tres países para la producción de los granos que importa, y que esta
superficie se duplicaría en los próximos 10 años.
Esto significa que el núcleo estratégico de la provisión de granos en China
ha pasado de su territorio al hemisferio americano. Dentro de éste, el Mercosur
(Brasil/Argentina) es lo decisivo para la República Popular.
Una vez resuelta la fase de producción primaria de granos, la República
Popular procura un papel dominante en el anillo de las grandes comercializadoras
transnacionales a través de Cofco, financiada por el Fondo Soberano Chino (U$S
689.000 millones).
La estrategia china para garantizar su seguridad alimentaria es aumentar la oferta mundial, ante todo en Brasil y la Argentina, con acento en las inversiones y con el objetivo de elevar la producción mundial en 30% en los próximos 35 años. Este es el núcleo de la relación entre China y la Argentina en el siglo XXI.