A apenas 12 días de las elecciones presidenciales, el escenario nacional exhibe un dato paradojal: los dos principales candidatos de la oposición, con un indiscutible perfil de centro-derecha, suman entre ambos bastantes puntos más que el postulante del oficialismo kirchnerista. Sin embargo, este último podría llevarse el triunfo el 25 de octubre, en gran medida merced a la dispersión opositora.
Tras la difusión de las últimas encuestas, que muestran a Mauricio Macri en
el segundo puesto, pese a tener una intención de voto menor a la cosechada por
él y sus aliados del frente Cambiemos en las primarias abiertas del 9 de agosto,
y a Massa en el tercer lugar, reteniendo el porcentaje de sufragios obtenidos
junto a José Manuel de la Sota en las PASO, las estrategias de uno y otro
candidato opositor parecen claras.
El jefe de gobierno porteño buscará persuadir al electorado de que él es el único que puede llegar al ballottage y que sufragar por otro candidato es tirar el voto y favorecer a Daniel Scioli .
Massa, en tanto, tratará de convencer a quienes aún no se decidieron a
votarlo de que él es el único que puede imponerse a Daniel Scioli en una
eventual segunda vuelta electoral.
La lucha por el llamado voto útil está así planteada entre Macri y Massa. En las últimas horas, el dirigente de Tigre redobló su apuesta y desafió al alcalde porteño a un debate "mano a mano" para el domingo próximo, que difícilmente se pueda concretar.
¿Por qué no se cumplió la hipótesis de muchos analistas y dirigentes de
Cambiemos que presagiaba una polarización entre Scioli y Macri a estas alturas?
Es cierto que las correcciones que llevó a cabo Massa en su campaña y la
continuidad del acompañamiento a su candidatura por parte del gobernador
cordobés De la Sota y del referente económico Roberto Lavagna lo fortalecieron.
La actual tendencia marca una dispersión del voto opositor, que ubica al más inmediato perseguidor de Scioli a una distancia levemente mayor a los diez puntos
Pero otro dato no es menor para explicar la razón por la cual la polarización se ha visto al menos demorada: algo más del 60% de la ciudadanía cree que Scioli terminará siendo elegido presidente de los argentinos, ya sea en primera o en segunda vuelta. Esta percepción de que el candidato oficialista ganará de cualquier forma hace que un alto porcentaje de ciudadanos vote con mayor libertad, sin especular con la idea del llamado voto útil.
En este contexto, la actual tendencia marca una dispersión del voto opositor, que ubica al más inmediato perseguidor de Scioli a una distancia levemente mayor a los diez puntos. En consecuencia, al candidato del Frente para la Victoria le bastaría hoy con alcanzar el 40% de los votos para ganar la elección.
La clave para una modificación de esa tendencia pasaría por la relativamente alta proporción de ciudadanos que no definió su voto o que podría modificarlo. De acuerdo con el último sondeo de Poliarquía, el voto más consolidado es el de Scioli, ya que sólo el 9% de quienes dicen apoyarlo admite que podría cambiar su voto, contra el 12% de los votantes de Macri y el 19% de los adherentes a Massa.
Si se suma el porcentaje de quienes podrían modificar su intención de voto a cualquiera de los seis candidatos presidenciales al del 5,6% que aún no sabe o no dice a quién votará, llegaríamos a alrededor de un 20% de la ciudadanía que podría definir la elección. Pero más allá de la aritmética electoral, la principal y tal vez única esperanza de la oposición sigue pasando por la alternativa de que Scioli no alcance el casi mágico 40%.